En el contexto de la Guerra Fría los gobiernos del Pacto de Punto Fijo de la IV República emplearon una represión brutal contra la izquierda, atendiendo al objetivo estratégico de los Estados Unidos de contener a sangre y fuego el avance del socialismo en el mundo y especialmente en su propio, nuestro, hemisferio. En Venezuela, dicha represión inauguró nuevos estándares oprobiosos de derechos humanos y empujó a la izquierda a las armas, a la montaña, a la lucha armada. En esa guerra soterrada, nunca cubierta con especial atención por los medios de comunicación, los muertos de la izquierda se cuentan por miles. Muchos de los que hoy están en la oposición gotean sangre revolucionaria de las mismas manos que extienden para iniciar el diálogo con el gobierno bolivariano.
Un importante sector de quienes conforman el Gobierno Bolivariano viene de las luchas estudiantiles de la izquierda en las décadas del 60, 70, 80 y 90. Enfrentados al mismo estado represor padecieron, como los guerrilleros y las guerrilleras, las mismas vejaciones y violaciones sistemáticas de sus derechos humanos; fueron reprimidos a plomo de fusil por los órganos de seguridad bien entrenados en Panamá en la funesta “Escuela de Las Américas”. Es legado de esa juventud universitaria las reivindicaciones estudiantiles aún vigentes y profundizadas hoy por la Revolución Bolivariana.
Muchos de los que hoy están en la oposición gotean sangre de estudiantes de las mismas manos que extienden para iniciar el diálogo con el Gobierno Bolivariano. Piden al presidente Nicolás Maduro tener un diálogo directo con los “estudiantes valientes” que están en las calles, cosa inimaginable cuando ellos fueron gobierno por cuarenta años y allanaron universidades a fuego, metralla y tanques. Sin embargo, el presidente ha reiterado que tiene “más de doce semanas esperándolos”; y habría que agregar que los “estudiantes” tienen cuarenta muertos de retraso.
Piden la libertad de los “estudiantes valientes”. Solo doce están privados de libertad de entre los más de mil procesados por la inusitada violencia que ha quemado universidades, preescolares con niños adentro, cientos de autobuses de transporte público, gandolas cargadas de comida, oficinas públicas y la trágica cifra de cuarenta muertos, más del doble de los caídos en el golpe de abril de 2002. Entre los otros más de mil procesados que no tienen carnet de estudiante hay paramilitares, terroristas y mercenarios internacionales y narcotraficantes buscados por INTERPOL (al parecer la guarimba paga mejor que el primer negocio ilícito del mundo).
Esta realidad irrefutable pone en tela de juicio la propuesta de diálogo de la oposición. ¿Con cuáles estudiantes quiere que el gobierno dialogue?; si es con los representantes de las Federaciones de Centros Universitarios de las cinco universidades autónomas estaríamos hablando de la representación de apenas el 25 %, de los estudiantes universitarios de este país. Obviamente, no les interesa saber que opinan los estudiantes de la UBV, la UNEFA, la Misión Sucre y el resto de las universidades que poseen el 75 % de la matrícula nacional, cuadriplicada en Revolución.
Cuando abogan por la libertad de los “estudiantes”, ¿se referirán sólo a los doce que están presos acusados de delitos graves?, o ¿tendrán el despropósito de engañar al país haciéndonos creer que los otros mil delincuentes presos son estudiantes?
La más grande contradicción de este llamado de la oposición al gobierno para que dialogue con sus “estudiantes” reside en que aún no han condenado los reprobables hechos de violencia. Como no se sienten aludidos cuando se les hace esa exigencia, habrá que pensar que, sin el más mínimo pudor, se deslindan de la responsabilidad de esas acciones y se la trasfieren a sus “estudiantes-paramilitares-narcotraficantes-terroristas-y-mercenarios internacionales”.
Si piden un diálogo directo con ellos, se están lavando las mismas manos de las cuales algo hemos dicho, para señalarnos a los responsables materiales de la violencia irracional. Fieles a su tradición, nos los están entregando y por tanto habrá que esperarlos con las esposas abiertas para meterlos presos por la quema de la UNEFA en San Cristobal, y el sin fin de inenarrables atrocidades cometidas en busca del caos que desemboque en el enfrentamiento y justifique una intervención humanitaria como la de Libia.
A los líderes de la oposición no les importa su dirigencia estudiantil. Hoy los usan como chivos expiatorios para condicionar el diálogo y evadir su responsabilidad ante esta nueva aventura golpista de trágico saldo. Ojalá saquen el guáramo necesario para desmarcarse y condenar públicamente a la pequeña porción de sus actores que han asumido la cara visible de la intentona: Leopoldo López, María Corina Machado y Antonio Ledezma, no casualmente precandidatos presidenciales de la MUD. Si no lo hacen actúan como ellos.
@alifranklaguna
Profesor de la @ubv