El forcejeo por una educación digna, que logre satisfacer las aspiraciones del conjunto de la sociedad, ha sido una constante en el largo transitar del hombre, y se inscribe en la lucha por una sociedad más humana, más vivible, en la terca aspiración humana de intentar cambiar el mundo y hacerlo mejor y más habitable, lo cual implica de algún modo subvertirlo, de allí que la transformación educativa implica cuestiones de orden ideológico, histórico con políticas que fortalezcan nuestra identidad venezolana pluricultural, plurilingüe y multiétnica, según lo establecido en la CRBV; es decir, la política, el derecho, y la ideología con el apoyo de la historia, la sociología y la antropología de la patria venezolana.
En Venezuela, desde el año 2001, se viene dando pasos para lograr una calidad educativa, pero una calidad entendida en los términos de la dignidad, con una formación que pretende darle sentido a la formación del ciudadano del siglo XXI; de tal manera se han creado las escuelas Bolivarianas, los liceos bolivarianos, los centros de educación inicial, las escuelas técnicas Robinsonianas y Zamoranas; todas estas propuestas están sustentadas conceptualmente, legalmente, filosóficamente, en el marco de una educación para la transformación de la sociedad, y la formación de una nueva ciudadanía.
De igual forma, durante más de diez años, se han formado a los educadores en largas jornadas de discusión, de análisis, de innovaciones, de creaciones diseñándose los equipos de acompañamiento en cada región, para la debida consulta, para corregir los errores, para incorporar lo novedoso, en fin para revisar, retroalimentar, todas las actividades realizadas.
En estos momentos, se adelanta una gran consulta sobre la educación la cual además de ser como el punto en que coinciden todos los problemas de interés humano es el centro del gran problema social como lo es la calidad/dignidad educativa, donde, a pesar de los esfuerzos realizados en estos últimos años cabe preguntarse entonces, el por qué no se han logrado los avances esperados en este campo?, qué impide que hasta ahora no tengamos la educación que requerimos?, quienes y por qué se oponen a los cambios en la educación?
Al respecto, parece ser, que las formas de hacer tienen más fijación y conservadurismo en la cultura, que no el cambio teórico de los enfoques que definen esa cultura, queriendo reflejar que el ser humano tiene la tendencia a continuar realizando su actividad de todos los días dentro de un marco que se asume como lo de siempre; es el espacio donde el anacronismo escolar sigue ocupando su lugar en pleno siglo XXI, y al cual no suele dársele la importancia que tiene y está ausente en el debate sobre los cambios en la educación inscritos dentro la dignidad educativa.
El anacronismo como postura sociológica y en este caso el escolar, lamentablemente, se manifiesta y tiene su aparición cuando se dan los momentos históricos en las transformaciones de la sociedad, en situaciones de cambio, ya que forman parte de las relaciones sociales entre los seres que por razones de negarse a los mismos tienen la impronta del conservadurismo, lo cual es un sostén para las sociedades sumergidas en una dilación perenne. Situación esta que viene ocurriendo ante la consulta sobre la calidad educativa, pudiéndose afirmar, que la educación vive un cambio inconcluso, ya que lo nuevo, que tendría que haber florecido, prosperado y debería estar implantado en la praxis cotidiana de lo educativo, ni se vislumbra; a su vez lo viejo con todo su arsenal mañoso, pernicioso que debería haber desaparecido, dejando espacios y tiempos limpios y plenos, se han instalado en un frenético afán conservador.
En ese sentido, y como para entender mejor lo planteado, ese llamado anacronismo escolar, consiste en una situación en la que el objeto, práctica, actitudes esta en desacuerdo con las necesidades y exigencias de la época presente, y esto es lo que suele acontecer en educación, en cada momento histórico (Ferrández, A).
En La Republica Bolivariana de Venezuela, como lo cite anteriormente, se viene estructurando un marco teórico sobre una nueva forma de entender la educación dentro de la dignidad, es decir un nuevo comenzar, de allí que sus bases legales, conceptuales, axiológicas y antropológicas viene encaminadas para generar el plan general para la acción pedagógica, lo cual no es entendido deliberadamente por quiénes son los encargados de ser los agentes del accionar educativo.
El permanecer dentro del anacronismo educativo hace que los agentes del accionar educativo, que son los mediadores del aprendizaje del estudiante son los mismos que vienen actuando en modelos educativos anteriores (Ferrández,2008), persistan en un Currículo sumido en el psicologismo conductista como teoría del aprendizaje, y el paradigma administrativista de la educación, así como seguir anclado en el positivismo y determinismo del aprendizaje de la ciencia, en una enseñanza anquilosada en la obsoleta división entre ciencias y humanidades, manteniéndose dentro de los limites de una teoría de la dependencia a las caducas formas de pensar y agotados procederes de hacer con la finalidad de obtener siempre el mismo resultado-producto amoldado a los intereses solapados de formar seres acríticos desconocedores de la realidad, o en todo caso apenas contemplativa de la misma, sin poder transformarla en referencia a lo que Marcuse llama la cultura de lo afirmativo; es el mismo anacronismo educativo, presente en las autoridades y planificadores educativos que también impide cambiar categóricamente el actual modelo de la organización del trabajo docente el cual constituye una camisa de fuerza que estruja las posibilidades para avanzar en función de obtener una calidad/dignidad educativa.
Otros elementos relevantes al hablar de calidad/dignidad educativa, es el referente a los indicadores, que serían los guías para el seguimiento del proceso; ante esto todavía se continúa con los anacrónicos indicadores de producto (todo lo observable, todo lo medible) en términos de eficacia y eficiencia, ante los cambios planteados se hace imprescindible tomar en consideración los indicadores de contexto, de proceso, porque el proceso de lo cotidiano es fluctuante y cambiante donde interviene diferentes variables a considerar; allí esta influyendo el contexto social, la aspiración del estudiante y del docente, la ansiedad por lograr lo mejor. No podemos hablar de uniformidad, pues somos diferentes y según las posibilidades se pueden acercar a lo óptimo y progresivamente alcanzar el máximo previsto.
El problema educativo involucra a toda la sociedad, de una u otra forma, y no sólo a los educadores, precisamente debido a su importancia y trascendencia sociales. Quizás, por eso, sólo pueda ser resuelta mediante una nueva visión -ya naciente- del mundo, lo cual exige llevar a cabo cambios profundos en los hábitos y esquemas mentales y sociales de la vida diaria, así como la adquisición de unos principios y verdades lo más acordes posible con la auténtica naturaleza del ser humano, sin olvidar que todos como corresponsables de la educación estamos en la obligación de contribuir con la formación integral de los ciudadanos.
Si hablamos de calidad educativa tenemos que necesariamente vincularla con la dignidad educativa, pues el concepto de calidad en abstracto es un concepto neoliberal y la educación no es un mercado de allí la posición planteada por el profesor Ferrández Arenaz Adalberto, quien refiere con argumentos claros y precisos que «La copia de las modalidades de logro de la calidad desde lo que hacen las empresas productivas de bienes para el consumo a lo que han de hacer las instituciones educativas es impropia e inviable, a todas luces», así como también es cierto generar escenarios que permitan superar las contradicciones al respecto entre la calidad, lo social y lo individual al decir que «La educación tiene que dar salida a esta aporía que nace del antinomia entre calidad, bajo la perspectiva de lo social, y calidad desde el punto de mira de lo individual».
Una educación digna se opone a la lógica mercantil, a la competencia, al ánimo de lucro, y en su lugar reivindica una formación integral para la vida y no sólo para el trabajo, recupera el sentido crítico e histórico de las acciones humanas, promueve valores de solidaridad, justicia e igualdad.
Es necesario estar alertas antes las trampas de una calidad a secas, por lo que se plantea tomar conciencia del origen sociocultural del concepto el cual es una condición necesaria para construir significados alternos al término de calidad y poder darle otros sentidos a su práctica, además de tener presente el papel de la pedagogía critica en la reflexión y acción para superar el anacronismo escolar.
No esta demás tener presente, que en el mundo de los negocios la nombrada calidad se define desde la óptica de satisfacción del cliente o de los consumidores; en el campo de la educación debe definirse de los fines que persigue, los cuales están planteados de forma clara , taxativa en el artículo 15 de la Ley Orgánica de Educación.
Referencias:
Ferrández, A. Las paradojas de la calidad educativa, en Acción Pedagógica, Vol. 8, n° 2. Año 1999.
Rodríguez, W. El concepto de calidad educativa: Una mirada critica desde el enfoque histórico cultural, en Revista Electrónica Actualidades Investigativas en Educación. Vol. 10,n° 1. Año 2010.