Cuánto tiempo esperando a un ministro de Educación (ahora Superior) que
verdaderamente se enfrentara a la mafia de los rectores y su política
netamente clientelar de las Universidades llamadas “autónomas” (autónomas
para robar, para cometer desmanes y para degradar la propia academia, el
rigor científico, la verdad y la dignidad de los profesores). El ministro
Samuel Moncada ha dicho y ojalá lo cumpla urgentemente: “El cambio del
sistema de admisión se hará con o sin los rectores”. Sus palabras fueron
con motivo de la inauguración del IV Foro Mundial Educativo.
Aquí estuvimos viviendo un tiempo de espantosa privatización de la moral y
del conocimiento, en el que no tener dinero era la peor de las
maldiciones. Fue la época en la que al mismo tiempo, cogieron auge ese
montón de universidades privadas, altamente piratas, porque era necesario
crear un embudo mortal, para de allí extraerle la sangre a la clase media,
y a algunos pobres que lograsen conseguir medios para procurar darle una
profesión a sus hijos. Se nos quiso hacer ver que todo lo que recibiéramos
del Estado debía tener una justificación en función del negocio del
capital. Yo recuerdo cómo al escritor Arturo Uslar Pietri se le sublevaba
la sangre, cuando un estudiante recibía un plato de comida por dos
bolívares. Eso para él era estafar al Estado. Uslar se estremecía porque
estaba imbuido, al igual que Mario Vargas Llosa, del concepto neoliberal
de la existencia. Para estos señores, todo lo que se hace en la vida debe
estar tasado según beneficios, el vil utilitarismo, en fin, la mano negra
del mercado y de los negocios que reportasen ganancias en términos
netamente materiales.
El doctor Moncada hará historia cuando consiga con verdadero carácter y
autoridad la eliminación de las pruebas internas de las universidades.
Cuando acabe con el sistema de admisión a la educación superior que como
él mismo dice “es tremendamente injusto, excluyente, le hace daño a los
estudiantes, a la universidad, y favorece a unos pocos. El sistema de
ingreso divide a la sociedad en 5 niveles socioeconómicos y, por ejemplo,
a la Universidad Simón Bolívar, que es pública, no entra ningún muchacho
de los estratos 4 y 5, que son los más pobres”.
De 500 mil jóvenes que hicieron la prueba nacional de admisión, sólo 60
mil van a encontrar cupos, citó, porque buena parte del ingreso ha quedado
en manos de los centros educativos, “que le cobran al estudiante por un
examen que discrimina a los más débiles y a los pobres”. Para combatir la
exclusión sería necesario que las universidades crezcan en cupos,
advirtió, “que abran la boca y permitan que entren más a las
universidades”. De modo, ministro Moncada, acabemos de una buena vez con
esa degenerada exclusión.