Este es el dato: En una de mis *sadelas*(1) urgí y sugerí a la Directiva de la Universidad donde trabajé 24 años que obligara a su personal profesional docente y administrativo a que EXHIBIERA en sus respectivos despachos o cubículos sus documentos profesionales, sus títulos académicos, sus condecoraciones, sus credenciales de postgrados, etc., tal como tan pantalleramente suelen hacerlo algunos abogados y algunos los médicos de este país.
La reacción de la Directiva Universitaria, de toga y birrete, no se hizo esperar: hizo un completo mutis al respecto, lo que evidenció desde ese momento que _el grueso de las nóminas burocráticas venezolanas universitarias está constituida por PIRATAS_, por gente que entró y se enquistó allí con títulos cuyo seguimiento es difícil de practicar por razones obviamente políticas.
La piratería universitaria, la inmoralidad de quienes fungen de docentes y han coparticipado callada o activamente en la insana administración de los recursos universitarios se aviene muy bien con ese desfalco consuetudinario que imperó durante más de 45 años.
Sólo un personal de bajo perfil profesional pudo haber cometido semejante burla al pueblo estudiantil, al país y al Estado. Las denuncias del Ministro Samuel Moncada no pueden quedarse el simple ajuste cuantitativo ni en una mejor y más afinada contraloría presupuestaria.
Quienes cometieron esos delitos deben ser correspondientemente enjuiciados.