John Dewey: Julio Mosquera versus Prieto Figueroa

"I believe that education is the fundamental method of social progress and reform."

John Dewey

"Puedo decir que la educación en este Gobierno todavía no ha encontrado una brújula revolucionaria que guíe la titánica acción en este campo que se ha propuesto el Comandante Chávez. Ese es precisamente el reto que enfrentamos los educadores revolucionarios."

Julio Mosquera

I .Introducción

El profesor Julio Mosquera abusando de los argumentos ad hominem pretende descalificar a Luis Beltrán Prieto Figueroa y no lo logra. Considero que el profesor Julio Mosquera es un académico inteligente, con gran formación en el área de la educación (filosofía de la education, epistemología, didáctica de la matemática, etc.) ,y si "atacara" argumentativamente el pensamiento y no a la persona hubiese podido "lanzar" algunas luces sobre el tema.

El profesor Julio Mosquera ha colgado en este Portal algunas de sus opiniones sobre el Maestro Luis Beltrán Prieto Figueroa (1902- 1993).Leer por ejemplo:

  • Prieto Figueroa: Pedagogo de la Derecha

11/08/05 - www.aporrea.org/actualidad/a15961.html

  • Prieto Figueroa no fue un Pedagogo Revolucionario

17/01/08 - www.aporrea.org/educacion/a49437.html

En uno de los artículos nombrados arriba el Profesor Mosquera dice: "Estoy preparando un artículo académico sobre las ideas pedagógicas de Luis Beltrán Prieto Figueroa". Hasta el sol de hoy creo que ese artículo no ha sido publicado.

El profesor Mosquera se considera a sí mismo como un educador revolucionario y lamenta que el chavismo considere a Prieto Figueroa como un educador y pedagogo de izquierda. La obsesión de Mosquera por invalidar y minimizar el pensamiento educativo y legado de Prieto lo lleva a decir necedades como estas:

  • No leyó ni estudió a John Dewey

  • Fue un adeco exiliado en países con dictaduras

  • Fue de derecha (no fue de izquierda)

  • Todas las acciones y obras de Prieto Figueroa lo identifican como un pedagogo de derecha

  • Prieto fue un pedagogo de la burguesía.

El profesor Mosquera usa con profusión las expresiones "pedagogo revolucionario" y "ideas pedagógicas de la Revolución Bolivariana".

Según el profesor Mosquera "La Revolución Bolivariana no ha encontrado todavía la manera de expresarse adecuadamente en el campo de las ideas educativas"

Hasta donde he estudiado la obra del profesor Mosquera, no he encontrado ninguna contribución importante de él a las "ideas pedagógicas de la Revolución Bolivariana" ni tampoco una definición, caracterización o conceptualización de esa cosa llamada "pedagogo revolucionario"

En una serie de escritos tratare de seguir opinando sobre lo que hay (o podría haber) detrás del título de este artículo. En esta oportunidad diré algo sobre John Dewey. ¿Tiene algún sentido recurrir a un intelectual como John Dewey y, entre otras, a una obra como Democracia y educación, publicada hace más de cien años (1916)?

II. John Dewey

El estadounidense John Dewey (1859-1952) es unánimemente reconocido como el padre de la pedagogía progresista. Es cierto que cada padre tiene sus propios ancestros, pero para ahorrarnos disquisiciones históricas, comencemos por Dewey. Ningún otro pedagogo ha tenido una influencia más determinante en la conformación del pensamiento educativo progresista del siglo xx.

En tanto que progresista, estaba más preocupado por anticipar un futuro redentor de la humanidad que por transmitir el legado del pasado. "El maestro es siempre un profeta del Dios verdadero y el introductor al verdadero reino de Dios." La educación no sólo debe capacitar al niño para una adaptación activa a las condiciones del futuro, sino que ella misma tiene que participar activamente en el diseño de ese futuro.

Aquí la cuestión clave es la actividad, que para Dewey es la única vía legítima de adquisición del conocimiento, tanto desde el punto de vista científico como desde los puntos de vista psicológico y moral. Cuando hablaba de conocimiento, pensaba básicamente en la ciencia y en un laboratorio; cuando hablaba de la adquisición del conocimiento, pensaba en un niño activamente comprometido en la experiencia de la construcción de su saber; cuando hablaba de la educación, pensaba en la democracia como el sistema moralmente superior de la organización política del género humano.

Concebía la actividad en oposición a la transmisión. Pensaba que la primera nos prepara para adaptarnos al futuro, mientras que la segunda sólo nos proporciona información de lo que han sabido las gentes del pasado. Por medio de la transmisión, al alumno se le pide que crea, mientras que por medio de la experimentación, él mismo es capaz de saber. En el modelo de Dewey las "actividades expresivas" son el centro de la escuela porque hacen posible el "learning by doing", el aprender haciendo, que es la manera natural como los niños construyen sus aprendizajes.

Un artículo aparecido en Time el 31 de octubre de 1938, titulado "Education: Progressives' Progress", presenta un magnífico resumen del pensamiento y la influencia pedagógica de Dewey, a quien reconoce como el padre de la educación progresiva en los Estados Unidos. "Hace veinte años —comienza diciendo el articulista— la educación progresiva estaba en sus inicios y se reducía a un pequeño grupo de escuelas privadas. Ahora afecta predominantemente a la escuela pública." La educación progresiva se caracteriza por conceder muy poca importancia a los aspectos formales y sistemáticos, a la disciplina y a la obediencia. Prioriza el aprendizaje informal, la experiencia y la actividad, buscando el desarrollo de la iniciativa individual del alumno en experiencias de aprendizaje en las que el maestro sea más un guía que un mero controlador.

¿En qué consisten las ideas de Dewey? El articulista las resume de esta manera:

1. En una escuela progresiva los niños deben ser tratados como individuos cuya educación es un proceso vital, no una mera preparación para su vida futura.

2. El interés y las necesidades del niño deben dar forma al programa educativo, que ha de estar centrado en el niño y subrayar más el proceso que el producto.

3. Los niños deben aprender haciendo (construyendo, pintando...) y deben hacerse demócratas practicando la democracia, resolviendo en la escuela los mismos problemas a los que tienen que hacer frente en la calle. La educación debe nacer de la propia experiencia, no de la información acumulada en los libros. En lugar de pupitres fijos, debe haber bancos de trabajo (los críticos de la educación progresiva solían decir que ésta tenía pánico al pupitre); en lugar de libros de texto, los alumnos han de utilizar diarios, revistas, libros de referencia; en lugar de estudiar lecciones por asignaturas, han de elaborar proyectos. Mientras aprenden haciendo, aprenden a aprender.

4. En una escuela progresista la igualdad es un valor. Los alumnos se dirigen a sus profesores por sus nombres, los tratan como amigos más que como maestros. La clase es una comunidad democrática.

5. Los padres están activamente implicados en la educación de sus hijos. Forman parte también de la comunidad democrática.

6. Una escuela progresiva es ruidosa, aparentemente caótica, pero los alumnos están demasiado ocupados para andar armando jaleo. Cuando se muestran indisciplinados o de mal humor, no son enviados al director, sino a un psiquiatra, «que intenta encontrar que es lo que va mal en casa».

7. Por sus propias características, la escuela progresiva exige mucho de los maestros, que además de tener conocimientos teóricos y prácticos, deben poseer una personalidad sana, ser creativos en sus recursos y estar en condiciones de crear una auténtica vida social. "La historia de la educación progresiva es la historia de grandes maestros."

8. Los maestros disponen de un conocimiento global del alumno y valoran su progreso sin necesidad de exámenes. Ofrecen informes narrativos de los alumnos en lugar de notas que cubren todos los aspectos de su desarrollo.

9. La escuela es un instrumento del cambio social. Cada escuela ha de ser un embrión de una sociedad democrática en la que el niño participa como un miembro de pleno derecho.

Aunque el tono general del artículo es laudatorio hay un par de sombras planeando por el mismo. Primero, porque sugiere que a diferencia de lo que había ocurrido en los años de su nacimiento, en la década de 1930 la imagen de la escuela progresiva ya no la ofrecían los grandes maestros, sino sus propagandistas, «un grupo de jóvenes cuyo trabajo es vender educación progresiva», y, segundo, porque el articulista ha constatado que los alumnos de las escuelas progresivas no acceden a la universidad mucho mejor preparados que el resto, pero tiene el cuidado de observar que «el objetivo de la educación progresiva es más profundo que la cuestión de la eficiencia. El primer principio y la religión de la educación progresiva es la democracia, y su mayor preocupación es la de cómo alcanzarla».

La educación progresiva tuvo su mejor aceptación entre las familias de mentalidad liberal (es decir, de izquierdas), pero no le faltaron, en absoluto, los entusiastas entre los conocidos como «limousine liberals». Los Rockefeller, por ejemplo, llevaban a sus hijos a la Lindon School, la escuela experimental de la Universidad de Columbia.

Tras la revolución soviética los rusos se mostraron muy interesados por dos productos típicamente estadounidenses: los carros Ford y las escuelas progresivas. Los primeros planes quinquenales de Stalin no hubieran tenido éxito sin la colaboración de la Ford Motor Company, que fue la auténtica creadora de la industria automovilística soviética. Respecto a las "progressive schools", es bien conocido que desde el principio de la década de 1920 los soviéticos intentaron aplicar las experiencias americanas, como el sistema Dalton, creado por la maestra Helen Parkhurst https://en.wikipedia.org/wiki/Helen_Parkhurst(1886-1973). Durante varios años en el periódico Asvieta aparecieron comentarios laudatorios de este método educativo, considerando que permitía la creación de una escuela del pueblo trabajador. Pero poco a poco Stalin fue dándose cuenta de que necesitaba más trabajadores cualificados que pedagogos románticos. De esta manera fue introduciendo en los programas de estudio de la URSS más y más contenidos, tanto empíricos como ideológicos, mientras las «progressive schools» pasaban a ser despreciadas como expresión de la «pedagogía burguesa» que fomentaba el individualismo y entorpecía la construcción del socialismo. Si en los años inmediatamente posteriores a la revolución fueron prohibidos, con gran propaganda, los deberes, los exámenes finales y los castigos, las tres cosas fueron recuperadas en los años treinta. De forma paralela, cuando Stalin creyó haber aprendido todo lo necesario de la Ford, rompió sus relaciones con esta empresa.

III. El debate Dewey-Hutchins

En la concepción psicopedagógica de Dewey, el taller o el laboratorio y no el libro eran el auténtico lugar de aprendizaje. Estaba convencido de que todo cuanto pueda haber en los libros de relevancia para el presente puede ser adquirido por experiencia de manera mucho más directa y, sobre todo, más personal. Por medio de la experiencia el niño participa en la construcción de la verdad, exactamente de la misma manera como opera la ciencia moderna. Dewey parece insensible a la grandeza que se encuentra en los grandes pensamientos de los grandes hombres tal como está recogida en los grandes libros. Su comprensión de la realidad está sujeta a un empirismo que condiciona todo su proyecto, como se encargó de poner agudamente de manifiesto Robert Maynard Hutchins, rector de la Universidad de Chicago y máximo responsable del prestigio que adquirió en las décadas de 1940, 1950 y 1960.

El debate entre Dewey y Hutchins es uno de los episodios más interesantes de la historia de la pedagogía del siglo xx y, con independencia de cuáles sean exactamente sus respectivas opiniones, nos pone de manifiesto con toda claridad que las divergencias pedagógicas no obedecen meramente a cuestiones metodológicas, sino a la diversa concepción sobre la verdadera naturaleza de la educación. La cuestión, aparentemente tan sencilla de responder, de "¿qué es una persona educada?" sólo es obvia en las sociedades cerradas.

Hutchins creía en la autoridad de la tradición. Más aún, sostenía que sin la defensa de la autoridad de la tradición no había manera de sostener el edificio de convicciones que llamamos democracia. Dewey creía en la experiencia presente como vía de acceso al futuro. En una carta firmada el 2 de enero de 1949, Hutchins afirmaba lo siguiente: "La diferencia que mantengo con Dewey es que yo puedo defender los objetivos de Dewey; yo puedo defender la democracia y los fines humanos, pero Dewey, no. Todo lo que puede decir es que está a su favor. Pero no puede decir por qué, porque tiene que recurrir a la ciencia". Según Hutchins, para educar a los jóvenes en un espíritu creativo y crítico es imprescindible no olvidar los grandes libros. Cada nueva ola de creatividad artística en Occidente ha estado precedida por un impulso de retorno a las grandes obras del legado occidental. No podemos olvidarlas si queremos educar a las nuevas generaciones en las virtudes que sustentan la democracia. Los grandes libros proporcionan una experiencia irreemplazable de la grandeza humana, de la vida alejada de la trivialidad de los lugares comunes. Gracias a su trato tenemos acceso a un mundo que no está fácilmente al alcance de nuestra experiencia inmediata: el mundo transfigurado por la mirada de un genio. Una persona educada ha de haber participado de esas visiones.

Referencias

  • R o n a l d K. G o o d e n o w. The progressive educator and the Third World:a first look at John Dewey

  • Gregorio Luri, La escue la contra el mundo.El optimismo es posible

  • DEWEY AND EUROPEAN EDUCATION General Problems and Case Studies

Edited by JURGEN OELKERS and HEINZRHYN


 



Esta nota ha sido leída aproximadamente 2445 veces.



Luis Antonio Azócar Bates

Matemático y filósofo

 medida713@gmail.com

Visite el perfil de Luis Antonio Azócar Bates para ver el listado de todos sus artículos en Aporrea.


Noticias Recientes:

Comparte en las redes sociales


Síguenos en Facebook y Twitter



Luis Antonio Azócar Bates

Luis Antonio Azócar Bates

Más artículos de este autor