Lo pienso porque en estos críticos y difíciles momentos para la patria la educación venezolana no se encuentra, como engañosamente se quiere sembrar, en las manos del educador anónimo, silenciado y condicionado sometido en su mayoría a los avatares de la lucha por la sobrevivencia de él y de su familia; a quien se le niega por diferentes vías y de diferentes maneras la oportunidad de actualizarse e innovar los saberes que necesita para poder garantizar a sus alumnos, que son el fundamento de su Mision, las competencias y los compromisos que son imprescindibles para no naufragar ante las elevadas exigencias de la sociedad del conocimiento.
Pienso repito en las numerosas mentes y corazones que si en ellas estuviera la direccionalidad de nuestra educación pudiéramos ser mucho pero mucho más optimistas frente al futuro de las nuevas generaciones de venezolanos. Y ha sido más que una burla imponer como rectora del despacho de educación a una candidata rechazada por la militancia de su propio partido en el estado donde había sido gobernadora. Pero ha sido igualmente sorprendente que en las ofertas electorales de los candidatos electorales a las gobernaciones y alcaldías el 21N el tema de la educación fue más que ignorado.
Y les comparto lo que pienso porque no es cualquier cosa reconocer el empeño sostenido de reconocidos educadores venezolanos que con mucho esfuerzo y sacrificio formulan propuestas con viabilidad suficiente para construir un nuevo modelo educativo.