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Enardecidos ataques he recibido de algunos profesores de la UCV por mis artículos sobre las llamadas "universidades autónomas". Yo les mando un gran abrazo, mis respetos y consideraciones por ser tan sensibles a este tema. No es contra ustedes, es contra el sistema (degradante y desnaturalizado) en el fuimos obligados a "estudiar", "enseñar" e "investigar".
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Equivocados estábamos quienes escogimos la universidad creyendo que a través de ella se podía evolucionar, prepararnos, ser más humanos o razonables, y contribuir en algo al desarrollo y engrandecimiento de nuestro país. Quienes así lo hicimos, sin darnos cuenta, acabamos por ser cómplices de la perdición del conocimiento convirtiendo en meros formulismos personalistas (egoístas), y acabamos por descender a los infernales círculos de Dante. Ni aprendimos para mejorar en lo humano, ni enseñamos para lograr un país más auténtico o soberano.
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Por lo general, nos dedicamos a imitar a los poderosos de Occidente en sus costumbres, en sus enseñanzas, en sus valores consumistas y disipadas, creyendo que en eso estaba el progreso. Sintiendo a la vez, que lo propio nos humilla y degrada. Poco a poco, por esa actitud, acabaron imponiéndose en los rectorados de las llamadas universidades autónomas, los tipos más inescrupulosos, más mediocres e incultos.
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Daba vergüenza ver como los verdaderos investigadores en las llamadas "universidades autónomas", tenían que humillarse ante los regentes mafiosos de los equipos rectorales. Nunca un verdadero investigador, en los setenta, ochenta, noventa y siglo XXI, llegó a formar parte de un equipo rectoral de las "universidades autónomas".
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Cómo se burlaron estas mafias, que toda la vida han controlado los equipos rectorales de las "universidades autónomas": la Sección II de la Ley de Universidades, artículo 28 reza: "El Rector, los vicerrectores y el Secretario de las Universidades, deben ser venezolanos de elevadas condiciones morales"(1), poseer título de doctor (2), poseer suficientes credenciales científicos (sic) y profesionales (3), de haber ejercido con idoneidad funciones docentes y de investigación en alguna universidad venezolana durante cinco años por lo menos". Parágrafo Único: El respectivo Consejo Universitario, determinará en el reglamento que al efecto dicte, las condiciones que han de exigirse para ocupar los cargos de Rector, Vicerrector y Secretario a los profesores que no hayan obtenido el título de doctor, en razón de que el mismo no sea conferido en la especialidad correspondiente por esa universidad". Definitivamente son, como todos los dedicados a buscar votos y cargos, flojos para el estudio, la docencia y la investigación.
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En cuanto a trabajos de ascenso, he aquí el siguiente testimonio del sabio Santiago López Palacios (quien fue profesor en la Facultad de Farmacia de la ULA): "Hace cerca de diez años una profesora de esta UNIVERSIDAD DE LOS ANDES vino a solicitarme los nombres botánicos e información bibliográfica de la cedoaria, la cúrcuma, el fenogresco y otras 12 ó 14 plantas exóticas con el fin de elaborar un trabajo de ascenso. Yo le dije que por qué no hacía algo más práctico y más en relación con nuestro medio, y que efectuara su investigación, memoria, ensayo, o lo que fuera con plantas autóctonas, de modo que resultara utilizable por nuestras gentes. Entonces ella, con amable franqueza, me contestó que no le importaba que su trabajo fuera práctico o no lo fuera, que ya lo tenía planeado así y que lo que le interesaba era su ascenso que estaba retrasado. Felicitaciones para los que así pueden ascender".
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En la ULA se hizo una práctica muy común el que los decanos dispusiesen de un determinado número de cupos como les viniese en gana, es decir, pasándose por alto las consabidas exigencias del examen de admisión, permitían el ingreso a la universidad de ciertos estudiantes que pasarían luego a ser botín de las rebatiñas electorales. A la par de esta aberración, aparecían clanes mafiosos que ofertaban a granel cupos, llevando en estas carnavaladas, nada más ni nada menos que la impoluta Facultad de Ciencias Jurídicas. Una de estas denuncias la hizo en aquellos tiempos de los noventa, el estudiante Hugbel Roa, quien aseguró conocer diez casos de personas que habían comprado de manera ilegítima su ingreso en la ULA.
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Monstruosos negocios se daban entre la empresa privada, banqueros y los equipos rectorales de las universidades autónomas. Heberto Urdaneta era un profesor de la ULA de la Facultad de Economía que había devenido en banquero y que comenzó a ser investigado por su participación (y relación con el Banco Latino) en las espantosas estafas, y crisis bancaria y financiera que estalló en 1994. El 17 de octubre de 1994, remití la siguiente comunicación al Consejo Universitario:
"Distinguidos Señores:
El día 26 de abril de 1994, apareció en importantes diarios nacionales, un remitido: "AMIGOS DE HEBERTO URDANETA CONOCEMOS TU RECTA CONDUCTA", firmado por los señores Michel Rodríguez Villanave (rector de la ULA), David Fermín (ex presidente de APULA, Dulce de Monagas (esposa de David Fermín), Manuel Aranguren (decano de Economía y actual vicerrector Administrativo), Edel Jiménez, Arévalo Patiño, Hernán López Áñez (ex vicerrector), Daniel Urdaneta, Martha de Sandia, Francisco Rivas, un documento en el que se habla de "tu recta conducta (HEBERTO URDANETA) al frente de las diferentes responsabilidades que has tenido, es que te estamos expresándote a través de la presente nuestros sentimientos de solidaridad y aprecio, estando seguro de que saldrás airoso de esta difícil y pasajera situación".
¿Cómo podían estar seguras estas personas de que don HEBERTO URDANETA iba a salir airoso, cuando más bien un año más tarde, este mismo personaje llega y huye a una isla del Caribe?
¿Por qué tenían que deliberar sobre este asunto, que competía a la justicia investigar, y hacerlo precisamente encumbradas figuras de la ULA, un caso que tenía en vilo, en tensión al país todo, por los severos desfalcos descubiertos en varios bancos?
Siendo que aquel señor Michel Rodríguez Villanave, rector de la ULA, por su nombre, por sus opiniones de carácter público, por fuerza tenían que involucrar a la institución que representaba, así como las demás personas, miembros de la ULA, y en un comunicado en el que utilizaban el logotipo de la Universidad de Los Andes y con ese llamativo titular; sin entrar en consideraciones de valoración sobre la personalidad del señor Heberto, ¿no es acaso, en momentos en que se ventila una investigación judicial y cuando se realiza un juicio a un particular, del todo inapropiado que aparezcan pronunciamientos públicos de esta naturaleza?
Esta preocupación la hice pública en uno de mis artículos, como muchas otras veces he hecho observaciones, que a mi modo de ver deberían ser estudiadas por estos equipos rectorales. Porque no son caprichos, no son ataques personales ni mucho menos deseos de esconder veladas intenciones contra nadie.
Cuando hice pública aquella preocupación, en el Consejo Universitario ni uno solo de sus miembros reaccionó en absoluto, callaron, se hicieron los locos y bajo cuerda siguieron siendo lo que han sido toda la vida.
1 ¿Cuándo lo han sido?
2 ¿Quién de ellos en los últimos cuarenta años lo ha poseído?
3 ¿Qué carcamán de estos posee tales prendas?