La Pandora Universitaria

Pandora es la mitológica mujer creada por el dios Zeus como castigo a Prometeo. Atenea, la diosa suprema de la sabiduría, la estrategia y la guerra justa, le concedió todas sus gracias. Y Zeus le otorgó un ánfora (posteriormente descrita como una cajita) con el compromiso de no abrirla. Su marido (Epimeteo), el primer hombre de la mitología Griega, abrió la cajita provocando consecuencias fatales. De ella se escaparon todos los bienes y todos los males de la humanidad. Sin embargo, en el fondo de la cajita quedó algo que no se pudo escapar… la esperanza.

En la situación conflictiva que vive la Universidad Venezolana, y particularmente la Universidad privada, parece ser que por obra y gracia divina sus autoridades han recibido algo parecido a la “Caja de Pandora” , solo que en este caso, deliberadamente, se desataron todos los demonios con sus clásicos procedimientos y su carga de maldad (persecución político-partidista, campañas de desprestigio a estudiantes y docentes, alianza perversa con los enemigos de la Patria, chantaje mediático, conspiración contra la democracia y el clamor silencioso por un muerto para justificar sus acciones.) y se dejan perder bienes irrecuperables (pérdida de tiempo académico, pérdida de exámenes y despilfarro del presupuesto universitario con el financiamiento de “guarimbas” sin ninguna explicación seria.).

Sin embargo, en el fondo sobrevive la esperanza y la fuerza moral de quienes creemos y siempre hemos luchado por una universidad auténticamente democrática, crítica, problematizadora y capaz de asumir el reto de impulsar la transformación social necesaria para coadyuvar en la búsqueda de las soluciones que el país reclama. Queda la esperanza en quienes nos sentimos orgullosos cuando escuchamos a los jóvenes estudiantes hablarle al país, en cadena nacional de radio y televisión, para decirle que la juventud se ha hecho presente para afianzar el carácter irreversible de este Proceso de Cambios y Transformación Social. Queda la esperanza en quienes sabemos interpretar la trascendencia social de ese grupo de jóvenes entonando el himno nacional y enarbolando nuestra Bandera Nacional para dignificarla ante el agravio de supuestos universitarios que se empeñan en invertir su significado histórico.

Las circunstancias actuales exigen a los universitarios una actitud auto-crítica. La universidad como institución rectora de la sociedad está enferma y con sus síntomas pasa igual que con esos males ocultos por eufemismos como: “penoso padecimiento”. Los síntomas de cualquier enfermedad son escamoteados tras un disfraz verbal, la universidad tras un disfraz numérico como estrategia para evadir la realidad. La esencia de la Autonomía Universitaria está amenazada por la actitud de unas autoridades que se convierten en fervientes defensores de las políticas neoliberales que siempre se plantearan como objetivo fundamental la privatización de la educación porque para ellos la Universidad no es mas que una mercancía que debe circular libremente en el mercado de valores.

La Universidad Venezolana vive las consecuencias de un deterioro progresivo inducido por los Gobiernos del Puntofijismo para justificar su posterior privatización y en ella se expresan un conjunto de factores internos como la voracidad de una improductiva burocracia que se sustenta sobre un partidismo exacerbado. Cientos de organismos y cargos burocráticos con miles de funciones asignadas mediante la atribución de competencias que son cumplidas (o incumplidas) a través de decenas de procedimientos enlazados por un centralismo absurdo que lleva todas las decisiones al Consejo Universitario, órgano colegiado donde sobrevive una ostentosa “casta académica” que se convierte en un monstruo burocrático cuyas pocas sesiones implican un alto e improductivo gasto para la nación, teniendo como complemento la incomunicación real entre sus miembros, ya que todos están abrumados por una carga de atribuciones infuncionales y ajenas a la realidad que vive el Patria. Esta realidad ha colocado la universidad de espaldas al país y se ha conformado con ser la retaguardia institucional de un Proceso de Cambios y Transformación Social que reclama su participación en primera fila; como corresponde a su condición de institución rectora de la sociedad.

Quienes pretendieron convertir a la Universidad en la “Caja de Pandora” contra la Revolución Bolivariana no se percataron que más allá de sus nefastas intenciones, en el fondo del ánfora estaba la esperanza. La esperanza de la universidad auténticamente democrática, crítica, problematizadora y capaz de asumir el reto de impulsar la transformación social necesaria expresada en un movimiento de jóvenes recios, con convicciones frescas y revolucionarias, comprometidos con el país y la Revolución Bolivariana. Los planes de utilizar la Universidad como referente para derrocar la Democracia Participativa y Protagónica han fracasado nuevamente, chocaron con el muro de la dignidad universitaria convertida en expresión de Patria.

Hoy, la excusa no es Radio Caracas Televisión, ni la Libertad de Expresión. Tampoco hablan de los Derechos Civiles. Ahora tienen como pretexto un nuevo estribillo: “la reconciliación nacional”. El Plan quedó al descubierto, nada fue espontáneo, ni era una expresión sentimental de un minúsculo sector de los estudiantes.

Nos corresponde aprovechar estas circunstancias para consolidar un férreo movimiento estudiantil con capacidad crítica para comprender el momento histórico que vive el país en el contexto de América latina y el mundo. Nos corresponde impulsar la transformación del viejo y agotado modelo universitario para hacerlo mas democrático, eficiente, productivo y vinculado al pueblo. Nos corresponde convertir la Universidad en la vanguardia institucional del Proceso de Cambios y Transformación Social. La universidad neoliberal, burocrática, improductiva y de espaldas al pueblo está muriendo… celebremos el nacimiento de un nuevo Movimiento Universitario…

Darío Morandy


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