Al grito de ¡Libertad¡ han salido a la calle grupos de estudiantes universitarios, pertenecientes principalmente a universidades privadas, concretamente de la UCAB y de algunas públicas como el caso de USB. Aunque en ningún momento su propósito fue debatir o dialogar sino crear un clima de zozobra, considero importante hacer algunas consideraciones a estos estudiantes sobre el concepto de libertad.
En primer lugar, la libertad es un bien público, por lo tanto pertenece a todos y como todo bien publico la libertad no es un bien abstracto, sino concreto, y por lo tanto se encuentra reflejado en áreas específicas de nuestras vidas. Una de esas áreas específicas corresponde a las actividades que se desarrollan en las universidades.
Desde un punto de vista ideal las universidades deben considerarse un centro de lucha por la libertad en sus diversas manifestaciones donde participan miles de jóvenes, los cuales deben formarse para que las futuras generaciones no vivan en la situación de pobreza y sometimiento que ha caracterizado nuestra historia. Una parte de ese sometimiento y no es el menos importante, lo constituye la dependencia científica y tecnológica que atenaza nuestras posibilidades de desarrollo y ha sido históricamente una de las causas de la pobreza en nuestro país.
Esto deberían saberlo los estudiantes de las universidades privadas y deberían enseñárselo sus profesores, incluyéndose dentro de las luchas universitarias la realización de marchas para impulsar la independencia científica y tecnológica que nos sacara definitivamente de la pobreza.
Pero resulta que no es así, las universidades privadas no están formando a la juventud en ese espíritu de libertad científica y tecnológica, por la sencilla razón de que en las universidades privadas no se realiza investigación, o se hace en tan pequeña cantidad que es prácticamente insignificante en relación con las que se realizan en universidades públicas o con las posibilidades institucionales que ellas tienen.
Si por las Universidades privadas fuera, Venezuela nunca alcanzaría la libertad con respecto a los grandes centros de poder y de generación de conocimiento que hoy dominan el escenario internacional.
Esa dependencia científico-tecnológica, de la que hemos hablado y la cual para ser superada requiere el concurso de todas nuestras instituciones de educación superior publicas y privadas, puede inclusive estar en los actuales momentos en camino de acentuarse ya que las ultimas tendencias de investigación en las diferentes áreas implica un manejo de conocimientos los cuales se están generando en las instituciones de investigación de los países industrializados y exige un aparataje tecnológico con un costo financiero de grandes magnitudes para los montos que se invierten en el país en estas actividades.
El Programa de Promoción al Investigador (PPI), apoya las actividades de investigación que se realizan en las Instituciones de Educación Superior del país mediante el aporte financiero a los Profesores de estas Instituciones que adelantan de una forma sistemática Proyectos de Investigación. Debido a esto cuentan con un registro de los docentes investigadores e igualmente de las Universidades a las cuales pertenecen, lo que les permite disponer de las estadísticas correspondientes por Institución.
Al revisar estas estadísticas nos encontramos que en Venezuela para el año 2006 se encontraban acreditados a este Programa de Promoción al Investigador 4625 profesores, de los cuales 3998 (84,28%) pertenecen a las universidades Oficiales y 72 (1,56 %) a las privadas. Ese es el aporte que realizan las universidades privadas a la generación de conocimiento propio en nuestro país.
Entonces, de que libertad hablan? Las Universidades privadas no están contribuyendo a alcanzar la independencia científica y tecnológica, que debería ser, además, una de las razones de su existencia como instituciones.
Si vemos en las estadísticas el número de profesores acreditados como investigadores observamos que la UCAB, líder en las protestas de los
estudiantes por la “libertad”, tiene 24 profesores acreditados lo cual representa apenas el 0,52% del total nacional; y la Universidad Metropolitana tiene 5 profesores el 0,11% del total.
Este es el esfuerzo que estas dos “adalides de la libertad” realizan y que las retratan como universidades incompletas, incapaces de cerrar todo el ciclo de generación, difusión y aplicación del conocimiento.
Si las universidades privadas quieren verdaderamente luchar por la libertad y dejar de ser vistas como parte de las cadenas de dependencia, deben iniciar verdaderos procesos de Investigación y contribuir a la lucha contra la dependencia científica, tecnológica e innovativa, creando laboratorios, centros de investigación, bases de datos, etc.
Igualmente la Asamblea Nacional debería intervenir y legislar en este aspecto a fin de que las mismas se incorporen masivamente a la Ciencia, la Tecnología y la Innovación y contribuyan no solo a luchar por una liberad muy concreta como es la libertad científica y tecnológica sino que igualmente eduquen a sus alumnos en ese espíritu y en el de defensa de la Patria por encima de cualquier otra consideración.
Oscar111147@yahoo.com