Así aparece en mi Diccionario: “Amalio Belmonte: viejo pendejo, apocado y amuermado a quien en edad indebida, repentinamente, se le alborotó el climaterio; entonces comenzó a acalorarse y a dar alaridos por la tele junto con pelotones de meritócratas que claman por la caída del “tirano en jefe”. Lo de pendejo también le viene por lo de profesor universitario. Don Amalio Belmonte se enorgullece de pertenecer a la nómina de los académicos de Venezuela (nada menos que sociólogo de la UCV). El tipo, con su cara de tonto virtuoso, con sus carrillos de buldog andrógino, con su dicción meliflua y peripatética, ahora vejuco, hace maromas por meterse a tira piedra. No te cuadra Belmonte. Tirapeo es lo que te queda bien. Cuando el filósofo zuliano Manuel Rosales saltó a la arena política, Belmonte sufrió un espasmo “fenómeno-holístico” (así lo confesó él) y corrió a Globovisión para anunciar (con música de Batman de fondo): “Ahora sí le ha llegado la hora al teniente coronel. No hay vuelta atrás, el teniente coronel ha tirado la toalla porque no tiene nada que buscar frente a un hombre de la talla de Manuel Rosales. En este momento estoy prediciendo, óigase bien porque después no faltará quien venga y diga que fue otro el que lo avisoró, que ¡HA LLEGADO EL FIN DE LA ERA CHAVISTA EN VENEZUELA! Y poniéndose de pie, Belmonte, lo repitió enfático: “Señores, con el lanzamiento de Rosales vengo a anunciar a toda Venezuela que ha llegado el fin de la era chavista, y lo estoy diciendo yo, Amalio Belmonte, profesor titular de la Universidad Central de Venezuela.”
Claro, todos los que estaban en Globovisión se estremecieron holísticamente también, porque este hombre tan culto, tan dilecto, tan profundo, tan metódico y analítico debía realmente estar anunciando un nuevo amanecer para la América Latina.
Globovisión no podía perderse ese boche y le preguntaron: “¿Y si hay fraude?”, entonces Belmonte se superó a sí mismo, rematando: “habrá conflicto si la revolución se empeña en perpetuarse por sobre todas las cosas. Chávez está definitivamente acorralado y si nos vuelve a hacer fraude no pasará de enero del 2007. Está definitivamente perdido, y debe coger sus maletas y correr a Cuba.”
Belmonte viene debutó en la sociedad civil el 2001, y luego del golpe del 11-A salió a la palestra para asesorar a golpistas como el vicealmirante Héctor Ramírez Pérez, jefe de Estado Mayor de la Armada, quien consideraba que el presidente de la República, Hugo Chávez Frías, no debía salir del país, sino asumir ante la justicia venezolana su responsabilidad, por “las numerosas muertes causadas a ciudadanos desarmados que protestaban pacíficamente en su contra”. Belmonte meditaba paquidérmico junto el general de la Guardia Nacional y viceministro de Seguridad Ciudadana, Luis Alberto Camacho Kairuz, si debía conformarse de inmediato una junta provisional de gobierno designada por la sociedad civil. Remataba cual supremo muermo: “hay que rescatar los elementos de solidaridad e intentar reunificar el país y para ello no se puede actuar con revanchismo, que fue lo que hizo el presidente Chávez. Piensa que otro elemento central es que haya un equilibrio de poderes, que sientan los venezolanos que están representados democráticamente. Tenemos que ser mucho más organizados políticamente, reconstruir partidos políticos, que superen los viejos vicios pero que traten de reconstruir también la forma de organización de los venezolanos, aprovechando esta forma de expresión que han tenido”, dijo. Advirtió además que esta debe ser una lección aprendida porque los venezolanos no podemos seguir apostando a que los caudillos resuelvan todos nuestros problemas.
Este meteórico muermo de la UCV, que aplaudió a rabiar la caída de Chávez, proclamó meteórico ese 11-A: “el Presidente ha perdido legitimidad, la calle ha sido ocupada por quienes lo adversan, la calle desapareció como escenario único del Presidente. Eso repercute internamente hacia otras instituciones como la Fuerza Armada Nacional. La FAN se está inclinando hacia la oposición, hay una especie de evaluación de la legitimidad del Gobierno a partir del acceso de los ciudadanos. A él le va a costar muchísimo mantener su legitimidad con los ciudadanos presionando como lo están haciendo”.
Sobra decir que Belmonte es un bastión indomable de la “autonomía universitaria”, y se cree que sin él no podrá discutirse la nueva Ley de Universidades. El muermo Belmonte ha salido otra a vez a dar la pelea por la libertad porque para él las metáforas, la vestimenta, el discurso, el lenguaje, la boina y los “ditirambos” de Chávez son francamente anti-autonómicos. Belmonte sostiene que él se siente amenazado por la inexistencia de la programación estelar de RCTV que para julio prometía estar buenísima. Y que en tal sentido se solidariza con los cineastas, con las sociedades de padres y representantes, artistas, estudiantes de bachillerato, representantes de la Conferencia Episcopal Venezolana y transportistas. Y por nada del mundo Belmonte se dormirá en los laureles porque "en agosto vamos a declarar a la Universidad en alerta; una comisión va a estar estudiando lo que pudiera darse con una reforma universitaria en la Asamblea y el Ejecutivo. No queremos llegar en septiembre y que nos impongan una universidad cambiada, la queremos igualita como siempre ha sido y lo deba ser por lo siglo de los siglos. Yo vivo temblando, rezando, sudando frío, estresado y sin poder dormir porque temo que la reforma constitucional cambie los artículos 102 y 109. Que la educación pase de ser democrática y diversa a una que deba contener los valores del socialismo del siglo XXI, y que se elimine el artículo 25 de la Ley de Universidades para eliminar las pruebas internas de admisión”.
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