Estas son las pintas (graffiti), escritas así con mayúsculas, que aparecieron ayer (20-11-07) en la entrada principal de la Universidad de los Andes, Núcleo “Pedro Rincón Gutiérrez” del Táchira. Es, por demás decirlo, mi sitio de trabajo. De esta universidad autónoma egresé como Geógrafo en el año 1985. Durante mis tiempos de estudios en la Escuela de Geografía, de la entonces Facultad de Ciencias Forestales en Mérida, fui un buen estudiante, lo cual está demostrado con la mención publicación que obtuve en mi tesis de grado, así como mi record académico. También fui preparador por concurso. En 1986 ingresé a la ULA como profesor. Años después gané una beca CONICIT, ahora FONACIT, lo que me permitió obtener el título de PhD en la Universidad de Nottingham, Inglaterra.
Paralelamente he llevado a cabo varios proyectos de investigación, participado en conferencias nacionales e internacionales y he publicado varios artículos en revistas científicas. A lo largo de todos estos años he colaborado con la formación de un número considerable de estudiantes, tanto en pregrado como en postgrado, quienes ahora son consagrados profesionales de la República. Fuí, además, gemialista activo, siendo miembro de la directiva de la Asociación de Profesores de la ULA (APULA) Táchira en dos períodos. Esas son, en breves palabras, algunas de las cualidades que, ante la comunidad permiten certificar mi condición de académico y científico dedicado al quehacer universitario.
Asesino: persona capaz de “matar a alguien con premeditación y alevosía”, según define el DRAE. La pregunta es obvia: ¿A quién maté yo?. ¿He sido acusado o investigado, acaso, por haber asesinado al alguien?. Pues hasta donde yo sepa no. Ahora, ¿será que me quieren acusar de algún crimen?. Lo desconozco. Compararme con una rata o con un sapo es tal vez, con el respeto a estos animales, querer acusarme de alguna bajeza, o tal vez de delator de algo o de alguien. ¿De quién o de qué?. Lo desconozco. Sólo tengo claro que hay una enorme intencionalidad de querer anteponer mi reputación y honor, de nuevo, ante la comunidad. Es obvio y no hay dudas de eso. Y entonces me pregunto ¿quién está detrás de todo esto?. Pues, si he dedicado parte de mi vida a la preparación de otras personas y al quehacer universitario, cómo es posible que se estén promoviendo sentimientos tan bajos para con mi persona. Lo grave de todo es que no se están promoviendo estas acciones a las puertas de un bar de tercera categoría o de una cárcel, no, es en las instalaciones de una universidad, y no tampoco en cualquiera universidad, es en la Universidad de los Andes, una de las más antiguas y prestigiosas universidades de Venezuela y del mundo.
Dolería mucho si estos escritos provienen de alguien del sector universitario, pues, aunque cueste mucho creerlo, de ser cierto, dejaría mucho que desear del ser que se precie de universitario y esté detrás de ellos. Tal vez, y son sólo elucubraciones, el responsable de estos escritos (actor intelectual) sea un reducido de mente, que no se sabe como entró al torrente universitario autonómico, y cuyas capacidades de pensamiento y análisis son tan reducidas que lo hacen incapaz para confrontar ideas, pero que sus debilidades lo han llevado a desarrollar medianamente otras habilidades como son, quizás, las de poder manipular a otros que saben manejar un pote de spray.
Hay, eso si, una condición política que poseo y que tal vez dé algunas explicaciones a estas aberradas insinuaciones en mi contra: soy chavista confeso. Estoy convencido, además, de las bondades ofertadas en la propuesta de la reforma constitucional. Como universitario estoy plenamente convencido, por ejemplo, que el artículo 109 reformado va a ser la puesta en práctica del verdadero ejercicio democrático participativo, corrigiéndose con ello una de las más grandes injusticias dentro de las universidades autónomas. Las posibilidades ciertas de que después del 2 de diciembre los obreros y empleados podrán elegir, por primera vez en la historia de las universidades autónomas, a sus autoridades, y que el estudiante tenga un voto paritario son, inequívocamente, razones de mucho peso para luchar, como universitarios, por el SI. Si por esta razón se me quiere acusar de las cosas más indignas de la cual se pueda acusar a un ser humano, juro que no me importa. Pues como revolucionario que soy, tengo claro que hay cosas más transcendentales a las cuales debo dedicar mi tiempo, mis conocimientos y por supuesto mi condición política. Pueden utilizar miles de millones de pintas en mi contra, pero nunca lograrán cambiar mis ideas ni mis sólidas convicciones socialistas.
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