¿Qué pasó, con las Universidades creadas por el gobierno revolucionario bolivariano?
Seamos nosotros los venezolanos, los encargados de estudiar las bases para las universidades, institutos tecnológicos, colegios, liceos. Eso ayudará mucho a nuestro desarrollo. Pero nunca un país podrá llamarse realmente desarrollado hasta que no pueda hacer todos sus planes y construir la mayoría de los productos necesarios para su subsistencia dentro de sus propias fronteras, y para esto necesitamos la mano especializada, pero eso sí, que salga del mismo pueblo, para garantizar el triunfo. La técnica nos permitirá construir cualquier cosa, pero el cómo construir, el ver más allá del presente, es tarea de los planificadores. Y eso debe estudiarse en las universidades, institutos tecnológicos, colegios, liceos con una amplia base cultural, para que realmente los productos que todos soñamos puedan responder al llamado del pueblo venezolano.
Hoy se ve ya en muchas instituciones públicas una serie de profesionales, cumpliendo tareas burocráticas. El desarrollo económico ha levantado el dedo y ha dicho: hasta aquí el exceso de profesionales que podrán consumir en determinadas ramas del saber. Pero las universidades han estado ciegas ante la admonición del proceso económico y han continuado vertiendo esa clase profesional fuera de las aulas. Tenemos que volver hacia atrás nuestros pasos, estudiar profundamente las características del desarrollo y dar entonces los nuevos profesionales.
Yo no creo que un ejemplo individual, hablando estadísticamente, tenga importancia ninguna. Pero inicié mi carrera estudiando administración; acabé siendo abogado, pero siempre he sido un luchador social. Hay vocaciones básicas; es cierto que hay vocaciones básicas. Pero es que las ramas de las ciencias están hoy tan enormemente diferenciadas, por un extremo, y tan íntimamente unidas, por el otro, que es difícil que nadie pueda precisar en los albores de su desarrollo intelectual cuál es su verdadera vocación. Saldrá alguno que querrá ser cirujano y lo será, y toda su vida estará contento siendo cirujano. Pero junto a ése habrá noventa y nueve más que serán cirujanos, como podrán haber sido médicos de piel, siquiatras o administradores, según las condiciones de una sociedad extremadamente rigurosa que lo permitiera. La vocación no puede ser sino una parte, y una parte ínfima, en cuanto a la distribución de las nuevas carreras a crearse y en cuanto a la reorientación de las carreras ya conocidas. No puede ser, porque contra ellas se elevan causas, que he dicho, de las exigencias enormes de una sociedad; y además porque hoy por hoy, cientos y miles, y quizás cientos de miles de venezolanos han tenido vocación de ser médicos o ingenieros o arquitectos, o tener cualquier carrera y no han podido serlo, sencillamente, porque no se podían pagar los estudios. Es decir, que dentro de las características individuales, la vocación no juega un papel determinante.
Insisto, porque dentro de las características de este mundo moderno, donde un especialista de riñón, para hablar de una profesión, está divorciado a veces de un oculista, o de un ortopédico, por un extremo, pero al mismo tiempo esos tres profesionales, como el químico o el físico, van a estudiar para comprender los fenómenos de la materia por medio de una serie de elementos que son comunes para todos ellos. Y va a hablarse hoy de físico-químico ya, y no de física o de química, como quizás todavía se esté hablando en los colegios secundarios. Para conocer bien la física y la química es necesario conocer las matemáticas. Y así en el otro extremo todas las carreras están unidas en un haz de conocimientos mínimos necesarios que debe tener el estudiante. ¿Por qué, entonces, suponer que un compañero nuestro ingresa hoy a primer año en una universidad y ya sepa que al final de esos siete años, o seis, o cinco, lo que le toque, después de una ardua carrera donde va a adquirir conocimientos insospechados, siquiera, va a ser ya ortopédico, o va a ser abogado, especialista en criminología.
Creo que se debe constantemente pensar en función de masas y no en función de individuos, sin creer que nosotros somos otra cosa que individuos y celosos defensores de nuestra individualidad y capaces de mantener nuestro criterio una y mil veces en cuantos frente a las necesidades del conglomerado humano de todos los compatriotas de ese individuo.
Sinceramente, quisiera camaradas que hagamos una exhaustiva investigación, en las universidades, y sin que me quede nada por dentro, esta investigación arrojara, una serie de cifras y de datos que mostraran el divorcio que existe entre la universidad y las necesidades de la revolución bolivariana en el momento actual. Desgraciadamente, nuestras estadísticas han funcionado muy mal. Soy simplemente un humilde soldado de esta revolución, que hoy se sentiría satisfecho si después de estas líneas, se discuta el problema de la universidad, y lo discuten con sus profesores y lo discuten con sus compañeros de las universidades, y lo discutan con el pueblo y lo discutan también con el gobierno, y estaremos claros, porque no nos vamos a dejar influir por personas, que manipula la situación, que pareciera que no viven en la República Bolivariana de Venezuela, y que no quieren aceptar la realidad que aquí se vive POR AHORA.
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