Abolición del Uniforme Escolar

En el preámbulo de la Constitución de la República Bolivariana se señala como fin “(…) establecer una sociedad democrática, participativa y protagónica, multiétnica y pluricultural en un Estado de justicia, federal y descentralizado, (…).” Este fin se ha adoptado de diversas formas en los documentos oficiales de educación. Una manifestación de la aceptación de este fin es la declaración que el currículo debe estar adaptado a las características peculiares de cada región. Incluso se recomienda que se adapte el currículo a las condiciones específicas de la localidad en que se encuentra la escuela y/o en la que viven los niños y niñas. El propio Presidente Chávez en varias oportunidades se ha referido a la necesidad de que las edificaciones escolares se adapten a las condiciones climáticas de cada región del país. Sin embargo, se acepta sin someter a crítica alguna la adopción de un uniforme escolar único para todo el país.

La imposición de un uniforme escolar único a nivel nacional sólo se justifica por razones políticas. No existen razones pedagógicas algunas que justifiquen el uso de uniforme en la escuela. El uniforme escolar único para todo el ámbito nacional, diferenciado por niveles, fue impuesto en nuestro país por el gobierno derechista de Luis Herrera Campins. Esa medida más que pedagógica, es meramente política. Primero, uniformando la apariencia de los estudiantes se busca uniformar su manera de pensar. El uniforme único es un paso hacia el pensamiento único. Segundo, uniformando a los estudiantes en el vestir se pretende hacer invisible las diferencias sociales. Vana ilusión. Hay niños y niñas que tiene una sola franela y un solo pantalón de uniforme, y a mitad del año escolar ya están deteriorados, lo cual revela su condición de pobreza. Las clases sociales y las contradicciones entre ellas no se superarán con un uniforme escolar. Tercero, el uniforme escolar es un gran negocio. Tanto en los colegios privados como en los públicos, la adopción del uniforme beneficia a ciertos grupos económicos. En el caso de la dotación de uniformes gratis por parte del Gobierno hay innumerables cuentos, viejos y nuevos, de corrupción. Cuarto, el uniforme encarece la asistencia de los niños a la escuela. Los padres y representantes están obligados a comprar un tipo determinado de zapatos cada año, aunque el niño o niña ya tenga unos zapatos en buen estado, así como pantalones y franelas, hasta se le exige a los niños y niñas el uso de un tipo particular de suéter. La adquisición de todos esos componentes del uniforme encarece la educación. Quinto, el uniforme único nacional desconoce las diferencias climáticas y culturales que se expresan en formas diferentes de vestir.

En resumen, se declara que el currículo debe estar adaptado a las características particulares de cada región del país, se ha dicho que las edificaciones escolares deberían adecuarse a las condiciones climáticas de cada parte del país, pero se acepta un único uniforme escolar para todos los niños, niñas y jóvenes. ¿Por qué los niños y niñas de Puerto Ordaz no pueden ir a la escuela en bermudas, franela y sandalias? Como dije arriba, no conozco ninguna teoría del aprendizaje que postule la existencia de una correlación entre maneras de vestir y disposición a aprender o asimilación de conocimientos. Lo más sensato, sobre todo en tiempos de revolución, sería la abolición del uniforme escolar. Antes de pretender hacer la revolución por medio de la educación, sería bueno hacer una revolución en la educación.

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Julio Mosquera


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