Si así fuera,
si comprendiéramos aunque sea un poco la enorme influencia que el petróleo
tiene en nuestras vidas; hasta qué punto nuestro bienestar material
depende vitalmente de esa oleaginosa sustancia, otra sería nuestra
actitud en relación con los preocupantes sucesos que han venido ocurriendo
en una industria que, pese a la manera tan alegre e irresponsable como
había venido siendo manejada, nunca se había tratado tan mal como
lo está haciendo ahora.
¿Y por
qué se está haciendo esto? ¿Por qué ante la vista indolente
de los venezolanos se está desmantelando PDVSA?. Sencillamente, por
lo que ya dijimos, porque no la consideramos como una cosa propia; porque
la consideramos como algo ajeno, marginal, que nada tiene que ver con
nosotros ni con nuestra calidad de vida. Prueba de ello, fue lo que
nos dijera una vez una congresante, persona muy admirada y respetada
por mí, cuando le comenté acerca de mis preocupaciones acerca de nuestra
principal industria.
En esa oportunidad,
le hablé a la ilustre compatriota, de nombre Lola Aniyar de Castro
-hoy vendida al capital transnacional
y llamada la judía por los adecos-, acerca de la nefasta política
petrolera que CAP venía aplicando a través de su vasallo Andrés Sosa
Pietri. Y le decía que esa política no tenía otro propósito que
el de llevar a la quiebra a PDVSA; que el plan consistía en desestabilizar
financieramente la industria con el fin de justificar, cuando ya no
pudiera con la carga de una inmensa deuda, su entrega a los consorcios
extranjeros; consorcios que dicho sea de paso, no son, como lo demostraré
cuando hable de Caldera y el Petróleo, exactamente los angelitos que
nos quieren vender.
¿En qué
nos basamos para hacer semejante afirmación? En vario hechos muy preocupantes.
Pero esencialmente en el enorme endeudamiento que se tenía previsto
-40 mil millones de dólares- y con el cual se pretendía financiar
un supuesto programa de expansión de la industria, que sinceramente
no tenía ni sigue teniendo ningún sentido. Y que, además, constituía
una flagrante violación de las más elementales leyes tanto de las
ciencias jurídicas como de la economía.
Pero para
no entrar en este aspecto de la cuestión, que nos llevaría a repetir
cosas que ya hemos dicho muchas veces, sólo mencionaremos un dato que
revela con deslumbrante claridad las inconfesables intenciones con las
que se está administrando Petróleo de Venezuela. En efecto, durante
el último año de la administración de Sosa Pietri, únicamente por
concepto de alquiler de carros se gastaron la pelusa de 3 mil millones
de bolívares. Léase bien, por favor, porque no son ni 30 ni 300, sino
repito, 3 mil millones de bolívares. Lo que se llama una verdadera
locura.
Pero si
se necesitaran otras pruebas más recientes, veamos el siguiente titular
aparecido el 9 de los corrientes en la pag.1-2 de Panorama: “Parra
(Alirio, presidente de la OPEP y Ministro de Energía y Minas de nuestro
país), instó a los miembros de la OPEP a acabar con la super-producción”.
Ahora veamos la noticia publicada en el cuerpo D de El Naciona
el día anterior. “Por 10 millones de dólares, PDVSA colocaría bonos
en Colombia” –mañana será en Haití, digo yo-. Y más abajo continúa
la noticia: “La búsqueda de fondos en Colombia estaría motivada
por la necesidad de Petróleos de Venezuela de obtener recursos con
los cuales financiar sus planes de expansión, debido a los desequilibrios
–léase insuficiencias- de caja” -no dice, por supuesto, que los
tales desequilibrios de caja han sido provocados, precisamente, por
los fulanos planes de expansión, que ya hemos venido denunciando, incluso
desde que se hablaba de hacer de Venezuela una potencia petrolera-.Todos
los guiones son míos.
¿No lucen desconcertantes
y contradictorias estas noticias? Porque ¿quién entiende que mientras
por un lado se esté abogando hipócritamente por la reducción de petróleo
para elevar sus precios, lo cual de ser sincera la petición sería
muy acertada, por el otro se esté endeudando la matriz petrolera para
aumentar la producción, lo cual tiene un efecto absolutamente contrario
al que se lograría con la mencionada reducción? Francamente, algo
muy oscuro hay en todo esto. Y lo peor es que a nadie pareciera importarle.
Ni siquiera a ese fantasmagórico parapeto que ostenta el rimbombante
nombre de “Bloque de Parlamentarios Zulianos”, que junto con la
Asamblea Legislativa, constituye otra de las indeseables consecuencias
de nuestros errores electorales.
Pero regresando
al tema inicial, ¿cuál fue la respuesta que recibí de la mencionada
parlamentaria? : Lo que ella me contestó no pudo ser más decepcionante,
pues por su condición de congresista y venezolana, no podía ser indiferente
al tema. Es más, estaba obligada más que nadie –todos lo debemos
estar, independientemente de nuestras ocupaciones- a velar por los intereses
de Venezuela; especialmente en un área tan sensible como la petrolera.
Ella me respondió que lamentablemente no podía hacer nada, por cuanto
los hidrocarburos no eran su especialidad. Argucia, porque de haber
querido hacer algo hubiera podido contratar asesores que la orientaran.
También
me resultó profundamente decepcionante y desalentador el hecho de que
después de haber denunciado por todos los medios y en todos los tonos
la maldita Orimulsión como una vulgar estafa contra PDVSA, pues lo
único que perseguía era su desplome económico, nadie, ni siquiera
los supuestos expertos “izquierdistas” de aquí, repatingados en
sus cómodas, seguras y bien remuneradas cátedras universitarias, mostraron
la menor preocupación por lo que este servidor estaba casi desesperadamente
denunciando.
Y
no sólo eso, sino que, además, el presidente de PDVSA de entonces,
que como ya dije era Sosa Pietri, decía que la política de la empresa
no era vender más caro el petróleo sino más barato. Pero lo verdaderamente
absurdo de todo esto es que cuando este señor se presentó en el Congreso
para presentar su proyecto de hacer de Venezuela una gran potencia petrolera,
todas las fracciones representadas en ese cuerpo legislativo, todas,
incluyendo La Causa R, que aún no se había dividido, poco les faltó
para que sacaran en hombros, como a los grandes toreros, al señor antes
mencionado. Y el delirio creció en intensidad y emoción, cuando habló
de la Orimulsión, “como una extraordinaria conquista de la tecnología
petrolera venezolana”. Bueno, pues, la apoteosis.
Sin embargo, la
única voz disidente, en aquel desenfrenado concierto de alabanzas,
apologías y ditirambos, era la de este señor, la de Alfredo Schmilinsky
O. Quien aquí también tuvo que quebrar algunas lanzas para desenmascarar
al farsante, que ni para pulpero sirve. Ya el complot contra el país
se podía dar por descontada, cuando seis meses después, un cable procedente
de Londres, alertaba al mundo acerca de lo tremendamente
peligroso y contaminante que resultaba la fulana orimulsión. Y ello,
aparte de que sus cualidades como combustible eran prácticamente inexistentes.
Después, en los Estados Unidos como en la Unión Europea, prohibieron
su ingreso, pues era un activo agente causante de la lluvia ácida.
Total que,
esa supuesta conquista tecnológica de la industria petrolera venezolana,
la cual ayudamos a desenmascarar, quedó como lo que en realidad era:
como una estafa destinada a privatizar a nuestra principal industria.
Por lo que sus autores debían ser enjuiciados y condenado por enemigos
del país.
En memoria de tantos dignos
venezolanos que, como Salvador de La Plaza, Rodolfo Quintero, Federico
Brito Figueroa y muchísimos más, que entregaron lo mejor de sus vidas
en defensa de los sagrados intereses de Venezuela, y que hoy se encuentran
inexplicablemente olvidados, mientras que a otros se les rinden homenajes
totalmente inmerecidos. Al respecto quiero contar la siguiente anécdota,
rigurosamente cierta. Un grupo de siete venezolanos, encabezados entre
otros por Gustavo Machado, Miguel Otero Silva y otros cuyos nombres
lamentablemente no recuerdo, en una acción típicamente garibaldiana,
tomaron, armados únicamente de machetes, la isla de Curazao. Y desde
allí, invadieron el país con la finalidad de derrocar al odiado y
sanguinario Bagre, o sea, a Juan Vicente Gómez, que había entregado
nuestro petróleo. Honor y gloria para ellos.
El que vota por hampones, tiene
alma y conciencia de ladrones.. Y el que vota por Manuel, es tan delincuente
como él.