La capital de este erial bolivariano la ha alcanzado el destino que tanto han querido negar los mesiánicos, a la ciudad, le ha tocado beber unas cucharadas de ese amargo chocolate eléctrico. Mientras el resto de lo que queda de país ha vivido en la oscurana, incluso por decreto Presidencial, nunca importo cuáles eran los derroteros del sistema eléctrico nacional. Todo se basaba en que Caracas disfrutará de energía eléctrica y no hubiese ni asomo de un apagón.
Los gobiernos socialistas del siglo XXI corrieron la arruga cuanto pudieron, para que la oscurana no llegara al píe del Ávila. Primero, fue el gobierno de Chávez Frías, el cual destino millones de dólares a comprar unas plantas eléctricas de dudosa reputación y uso. Las mismas parece que nunca sirvieron para nada, se las compraron a Cuba o a unos cubanos.
De haber sido compradas tales plantas eléctricas al país caribeño, por primera vez nos enteramos de que el mismo era o es fabricante de tales equipos eléctricos; extraño eso porque ha sido un país que ha sufrido lo suyo por la carencia de energía eléctrica. Si se las compraron a unos cubanos, éstos deben ser unos cleptómanos igual que los venezolanos encargados de hacer dicha compra; ambos se deben haber repartido entre ellos unos buenos dólares de la nación. Seguro que compraron unos equipos clasificados de primera claridad, cuando en realidad debe haber sido chatarra.
Ministros y otros participaron en esas compras, unos ya muertos otros en el extranjero. Tales compras solo sirvieron para correr la arruga y poner un velo de ignorancia sobre lo que pasaba y pasa; nunca estuvieron en disposición de solucionar el problema real que es lo hoy nos deja a oscura y sin vista. El gobierno de Maduro Moros, prepotente e ineficaz, por su parte siguió el mismo derrotero.
Cuando ya era inminente que el problema alcanzaría a Caracas, lo que se le ocurrió fue el decreto de racionamiento nacional; pero eso sí cuidado que no haya apagones en la capital. Nunca se puede estirar tanto una arruga, ya que ésta termina por romperse y darle en la cara a quien tanto la estira o produce un reflujo que termina ahogando al individuo. Que es lo que ha ocurrido.
Sin embargo, el mesianismo siempre está preparado para echarle la culpa a otro u otros. Nunca para asumir su responsabilidad. Así como creemos que está el sistema eléctrico nacional, porque no se sabe cuán grave está debido a la práctica de la información escondida. Asimismo está el sistema hídrico, el sistema petrolero, el educativo, el hospitalario… Todo está a modo de chatarra cayéndose a pedazos. Pero recordemos la culpa es de alguien más, posiblemente la culpa sea del imperio de las galaxias.
Cada vez que sucesos de este tipo ocurren, el discurso mesiánico recurre al terrorismo como chivo expiatorio. Con lo cual aumenta la represión corporal y psicológica sobre la población. La actual administración aplica el terror en sus diversas vertientes, todo con el fin trascendental de salvar a la población de las garras del mal. Si la cosa se pone más ruda posiblemente deben tener en mente la aplicación de algún «pogromo», pues pensaran que nunca es tarde para aplicar uno.
Nunca, por otra parte, se sabrá la dimensión de las pérdidas monetarias de los negocios y de lo que queda de lo que se llamaba aparato productivo; total a nadie le interesa esas cosas dirán los mesiánicos. Tampoco se sabrá las pérdidas de vidas en hospitales y en casas de familias; esto tampoco entra en las estadísticas del gobierno revolucionario. O de los medicamentos que necesitan estar refrigerados como es el caso de los medicamentos para el tratamiento del cáncer; eso tampoco entra en los cálculos celestiales de la revolución.
Tanto huirle a la realidad del desastre nacional no fue posible, los y nos alcanzó el destino. Tenía que alcanzarnos. Orondos y lirondos salen a declarar los fútiles funcionarios de la nada, repiten el guión programado que les han elaborado; y cuidado si alguien disidente de la palabra santa de tales funcionarios, porque será clasificado de vende patria o traidor. Lo cierto es que este erial sigue a oscuras, mientras tratan de ponerle luz a Caracas aunque sea.
En cualquier momento saldrá algún acólito del mesianismo diciendo que los apagones son para poner «a prueba la voluntad de los hijos de Chávez y Bolívar», «para medir la entereza del pueblo heroico y revolucionario». «Pues hay que permanecer rodilla en tierra para enfrentar el mal imperial». Alguna barrabasada de este tipo se les ocurre y la convierten en la canción necesaria.
Lo cierto es que lo mesiánicos han hecho pasar el rasero de la igualdad y han convertido la nación en una región oscura, cosa nada fácil de realizar pero lo han hecho. Tienen merito para eso, no hay que negárselo. Sería mezquino de parte de cualquiera no reconocer semejante habilidad para arruinar como dicen ellos mismos: «la mayor reserva de agua, la mayor reserva de petróleo, la mayor reserva de oro». La mayor reserva, también, de seres ineficientes y mendaces.