Actualmente la geopolítica del petróleo está en momentos difíciles. Sin dudas estos relámpagos proyectan escenarios violentos. Esto lo propicia en Estados Unidos la Agencia de Administración de Información Energética, apéndice del Departamento de Energía: DOE-EIA, creada en 1964 para contravenir cualquier aspiración de la OPEP, organismo este último constituido en Bagdad sobre 1960.
La AIE se ha tomado la palabra aceleradamente hacia un cambio de energía alternativa —distinta al petróleo—gas— empujando con esto otros medios de consumo para el planeta, creándole al área petrolera—energética momentos muy difíciles. Se ha colocado al acostumbrado producto en una línea muy plana, delgada, débil, espoleando con esto a los derivados del petróleo con los cuales tradicionalmente se calienta al planeta hacia un escenario muy débil.
Actualmente, esta suma de porcentajes —alternativos— han tenido un comportamiento mínimo justo cuando los precios del barril han cruzado la línea y han dado un giro impresionante hacia su alza, esto se nota en el nuevo comportamiento de sus acostumbrados marcadores. Estamos frente al efecto rebote de los precios del crudo.
En el momento de estos giros se aprovechan para los recientes acontecimientos entre Ucrania y la Federación Rusa más los ataques contra República popular China justamente cuando más autónomo se hace su despegue producto de sus concreciones económicas. Vuelve a develarse la muy mala relación, mejor llamémoslo la intromisión norteamericana sobre Taiwán.
A esto le sumamos la dura realidad vivida en algunos países árabes: Yemen, Líbano, Irak, gobiernos donde prácticamente no existen mandatarios sólidos, robustecidos como ha sido la costumbre política de estas naciones. Políticamente los mandos de estas tres regiones están por el suelo.
Estos lugares — Yemen, Líbano, Irak— han quedado sin energía. Esta marcha conmueve su actual momento geopolítico transformándolo en un muy duro camino, quizás el menos observado en las noticias de las últimas décadas, pero el más practicado. A esto le sumamos la situación post—Covid en medio de la apertura a nuevos mercados de por si sancionados. Todo va colocando al momento geopolítico en una relación de poca convivencia y mucho riesgo.
El desarrollo militar el cual es presentado como un eufemismo no lo es. Su accionar ofensivo sugiere algo menos placentero. Por más que cambie de color su intención no será otra que acompañar una nueva guerra. Develado y sin secretos maneja las maneras sagradas de un nuevo conflicto pues los iniciados ya están bajo su control.
La actual geopolítica mueve sus cadenas rumbo a la reacción de la guerra. No hace lo contrario, es de un talante menos pacifista. Va en dura reacción con todo y consecuencias las cuales se exceden en la sobrepoblación con la cual no logra tener una demanda en atención ante muchos gobiernos.
La ubicación y situación en las relaciones de comercio utilizadas por la humanidad como transporte de su despegue económico en medio de la recesión mundial van sobre un momento poco esperado. No estamos alumbrando una época, momento o años en los que se puedan solucionar aspectos económicos de mercado pues la ruta sigue siendo la guerra.
Por eso la geopolítica logra su manejo como tal, alcanza a oponerse sobre soluciones placenteras para algunas regiones las cuales van rumbo a impactar duramente al planeta y en vez de estar llevando soluciones presenta un escenario difícil. Ante esto ideas claras, cabeza fría, pudiésemos estar cruzando un precipicio muy delicado, quizás es un momento no muy glorioso en el cual las metas por alcanzar terminarán soluciones. Seguiremos debatiendo durante algunos años en un escenario de enfrentamientos. Ese es el papel que actualmente juega la geopolítica.
Hasta más pronto…
Noviembre 2021