Existen muchas percepciones sobre el petróleo venezolano las cuales se presentan desde su calidad hasta la importancia en sus mercados. A esto le acompañan un sinnúmero de propuestas a su alrededor. Por eso la percepción que tiene Estados Unidos de Venezuela desde lo energético es que en el país de un momento a otro estarán todas las condiciones para de nuevo ver convertida a la nación en competentes niveles de desarrollo petrolero altamente positivos.
Por eso Washington actuó y sancionó, presionó, amenazó y accionó contra la estabilidad energética de Venezuela. Una vez actuado, entonces regresa llevándose un crudo sancionado el cual sirve en sus criterios geofinancieros y geoeconómicos, pero no sin antes haber cerrado todas las salidas amenazando con desatar una nueva guerra geopolítica en contra de Venezuela.
Lo que hizo Estados Unidos fue paralizar el flujo de crudo de una nación que por muchas razones se escapaba de sus manos. Congelar su producción por medio de amenazas y decisiones violentas para luego volver por su mercado habiéndolo quebrado e hipotecado. EE.UU. considera que el petróleo de Venezuela le pertenece.
Pero todos los alrededores del futuro no van a ser fáciles, de hecho, nunca lo han sido y ahora es peor. Alcanzar la diversidad de contratiempos económicos y políticos será el nuevo y difuso escenario. Sin embargo, seguiremos inmersos en el permanente subdesarrollo el cual cuenta con mucho petróleo. Ese sustento de vida vendrá inundado de grandes indecisiones las cuales mutilaron la raíz en toda clase de proyecciones nacionales y regionales.
Estamos frente a una situación que bien pudiera ser poco favorable. Si el devenir estuviese asignado a la exclusiva explotación energética—mineral, y se tomará en consideración al consumo de energía mundial el cual cada vez es más alto, mientras la oferta está cada vez más reducida no por el agotamiento de los recursos sino por la limitada existencia de un consumo incontrolado, entonces el reto está a pesar de las dificultades Venezuela que se pudiese sortear todo un proceso de desestabilización al que está siendo sometida y como una enredadera venenosa crece y asfixia a una sociedad.
Queremos culpar a los desajustes externos de la geopolítica internacional para asumirla como un proceso el cual descubra que el dueño de las sanciones es el culpable del gran caos mundial en contra de los energéticos.
Venezuela, productor neto de energía desde finales del Siglo XIX cuando se descubrieron los primeros pozos de petróleo en los Andes venezolanos. Desde entonces hemos sido controlados. Desde entonces la desgracia de Venezuela ha sido el control que Washington ha impuesto por su petróleo.
Si fácilmente sigue evitándose la realidad de una tradición de siglo y medio colonial por sus recursos, entonces el consolidado de sus nuevos proyectos en petróleo y gas permanecerán bloqueados hasta que dejen de ser necesarios en el planeta.
Luchamos contra una herencia que ya toca tres siglos. Por poner un ejemplo desde 1928 hasta 1970 se reflejó a Venezuela como el mayor exportador de petróleo del planeta. Luego a comienzos del Siglo XXI sus reservas sobrepasan las cifras de cualquier otro país competidor, siendo calificadas internacionalmente como las más grandes.
Tal cantidad de energía tiene las condiciones para impulsar el modelo de crecimiento económico que se desee. Así de fácil. Pero no podemos seguir siendo la base de ideales que motivan la edificación de esclavos de los imperios por venir.
Si a esto le damos un carácter histórico-ideológico la base del complejo energético venezolano puede disponer con razón hacia una superestructura social, cultural, política y jurídica contenida en la Ley de Hidrocarburos Gaseosos promulgada en septiembre de 1999 y la segunda Ley de Hidrocarburos Líquidos promulgada en noviembre del 2011, y con esto el nuevo modelo político enfrentar el coloniaje del petróleo del último siglo impuesto todo por las transnacionales.
Si el Estado venezolano no hace esto nada nuevo podrá nacer en petróleo, gas y petroquímica y en los alrededores de su ministerio. Contar con una nueva política petrolera establecida en los principios fundamentados en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela implantará definitivamente los principios generales concernientes a esta área económica los cuales aparecen en su Preámbulo y en los artículos 5,11,113,150,151,156 numerales 12 y 16 así como en los artículos 209,301,302 y 303.
Debemos aceptar que hay una pugna entre lo viejo y el modelo nuevo. Solo así comenzamos a ver las cosas distintas y diferentes ante lo que ahora hemos visto desde el primer día en que esta constitución entró en vigencia, desde entonces el conflicto entre el Estado y el sector energético no ha descansado.
No debe inventarse nada nuevo, sólo debe irse al conjunto de los artículos los cuales tienen gran importancia en lo relativo a la soberanía sobre los recursos hidrocarburíferos. Estas condiciones materiales son súper estructurales para todas las relaciones internas y externas que Venezuela se proponga.
Estos factores animarán un nuevo papel a la producción energética para la vida venezolana y a la vez, su proyección geopolítica—estratégica a nivel internacional. Corroborar esta posición necesariamente nos remite a la nueva visión de la energía que se discute a nivel mundial. Pero el altercado no está en La campiña, buena parte está en la OPEP, OPEP—PLUS, gas, petroquímica y ya se conocen los países involucrados.
Para muchos en la OPEP y en la OPEP—PLUS los factores son, por un lado, la situación venezolana en el mundo de acuerdo al nivel de reservas y segundo, tomar en consideración la incorporación al liderazgo que se está presentando y para esto necesitan a Venezuela.
Pero la justificación para incorporarnos a esta nueva fuerza en Venezuela la adquirimos a partir del año 2000 cuando ocupando el octavo lugar mundial con un total de 101 millardos de barriles (77 millardos de petróleo y 24 millardos de gas), se pasó en el 2013 al segundo lugar en la matriz energética de estos dos rubros con un total de 371 millardos de barriles (311 millardos de petróleo y 60 millardos de barriles de gas). Hoy, (2023) tales cifras han aumentado, pues se han tomado en consideración las últimas certificaciones dadas internacionalmente. Aquí también deben incorporarse las no certificadas que el mundo conoce y que Venezuela no puede ocultar. Las reservas de Venezuela realmente sorprenderán a cualquier potencia.
Pero no es Venezuela la potencia energética del planeta. Lo que sí es la llamada a dar la nueva ofensiva teórica para con otros modelos impulsar un nuevo liderazgo mundial hacia el petróleo, gas y petroquímica. Lo que tiene obliga a Venezuela a poder decir muchas cosas y esa obligación debe servir para preparar a quienes deban hablar.
Hay que decir de forma muy franca y dura, que se oiga, que el cambio no vendrá desde PDVSA—gas—petroquímica—Ministerio del poder popular de petróleo, más bien debemos decir que el cambio irá hacia ellos, y estará en la incorporación a la nueva visión internacional la que procurará otras vías a lo interno en la industria energética del país.
Venezuela si es el nuevo foco, pero la luz está con la OPEP y OPEP—PLUS quienes pueden representar en la mayoría del mundo productor los puntos focales en las miradas financieras, económicas, militares y políticas de sus socios. Es decir, la incorporación al nuevo bloque de la geopolítica mundial.
La realidad indica para los venideros años que los niveles de consumo de energía de origen fósil, serán cada vez más elevados sin contar hasta ahora con la fabricación en serie de energías sustitutas y que económicamente sean rentables, y esto es lo que arriesga cada vez más el exiguo equilibrio de una paz con poca estabilidad.
La incorporación de China e India alteran los factores claves geopolíticos y económicos a escala mundial. Esto indica a Venezuela que en solitario no puede. Esta es la visión que deben estar construyendo los ministerios de Relaciones Exteriores y el de Petróleo. Será capaz de entenderse en Venezuela que juntos en la OPEP y OPEP—PLUS pueden construirse los surtidores de buena parte de la energía mundial.
O es un reclamo, o un llamado, o la mesa está servida para invitar a Venezuela que entendiendo y asumiendo el hecho mismo de contar con la reserva mundial de petróleo no convencional (petróleo pesado) más grande del planeta está obligada a ordenarse como la casa del petróleo, se podrá entender que en América Latina somos el Sur geopolítico del petróleo.
Pues es la energía el elemento clave para echar a andar la tecnología la cual no está en los países productores, pero negociando se puede llegar a ella bajo procesos de mejoramiento, intercambiando el uso del petróleo en el mercado internacional.
El elemento que define a este grupo —los OPEP y los PLUS— donde esta Venezuela lo representa la circunstancia de colocarse como los máximos oferentes. Por tanto, las autoproclamadas potencias —EE.UU., Canadá y Europa— estarán obligadas a reconocer la fuerza que origina el petróleo. Las decisiones sobre los precios no estarán en ellos. Y por qué no manejar los precios a conveniencia del extenso grupo productor.
La superación del bajón de crudo de la producción venezolana está en el rescate que puedan hacer las OPEP, esto es lo que hay que plantear y conseguir. No está en Chevron ni en los EE.UU. pero para eso hay que crear el acuerdo que el petrolero es uno solo y las naciones productoras deben ir en el mismo sentimiento. Entonces no se sanciona a Venezuela, se sancionará a todas las OPEP y eso ninguno de los veintitrés países restantes estará dispuesto a aceptarlo.
Lo que hasta ahora ha limitado esta nueva faceta es el crecimiento de sectores económicos que creían perder todo su capital tanto político como financiero, pero ya comenzaron a entender como es el caso de Arabia Saudita, Irán y la misma Rusia.
Pero la base más o menos descrita está en el potencial colectivo de los grandes capitales que se crearán con esto y donde cada uno mantendrá su autonomía y poder. Es la confianza la presión geopolítica y junto a ella la economía internacional la cual será el detonante en la propiedad de la oferta quien colocará condiciones favorables en la línea de potencia con el petróleo. Es la lógica del mercado que se prepara ante las amenazas como la anunciada recesión mundial la cual de darse quebraría primeramente a los países productores más pequeños lo cual debe evitarse.
Se tiene que dar esta tarea en el mundo del petróleo teniendo como primer actor a Venezuela para los próximos tiempos. Pero, ¿están los responsables del petróleo preparados para asumir ese reto en medio de lo que ha acontecido desde el año 2000 con la industria petrolera venezolana? o ¿tiene realmente Venezuela los mínimos actores, es decir, ideas necesarias para llevar adelante una estrategia a este nivel y que sea la punta de lanza que impulse la recuperación de la industria permitiendo alcanzar nuevos niveles de producción?
Para estas nuevas ideas hay voluntad, pero hay que prepararse para asumir esos retos y es lo que no hay. Pero es urgente la construcción del nuevo corazón de la industria petrolera venezolana, no podemos decir una cosa en las OPEP y en La Campiña hacer otras. Todos los cálculos dan para más…
Hasta más pronto…
Miguel A. Jaimes N.
Director del diplomado internacional en geopolítica del petróleo y energías—Venezuela.
https://www.geopoliticapetrolera.com
7 abril 2023