Éstos son mis principios, si no les gustan tengo otros

Esta genial frase, como muchas otras pertenece al ilustre cómico norteamericano Groucho Marx y en ella podemos sintetizar el comportamiento de varios personajes de la fauna política venezolana y no solo me refiero a los conspicuos líderes de la canalla opositora, sino de los ataviados camaleónicamente del escarlata color revolucionario. Estos dos grupúsculos, coinciden en otra frase de este destacado socarrón, cuando define la política como”… el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los remedios equivocados."

La contienda electoral interna, tanto de la llamada mesa de la unidad como la de nuestro incipiente PSUV, nos dio algunos argumentos de que al parecer ambos bandos que se disputaran los curules nacionales en septiembre próximo, se leyeron el mismo librito de cómo ganar elecciones internas, porque actuaron casi igual. En este caso, nos vamos a referir a “nuestro lado” y que los de la derecha, se ocupen de examinar los suyos.

Nuestras “psuvistas” elecciones internas nos enseñaron que “una cosa dice el burro y el otro, quien lo arrea” porque se explicó hasta el hartazgo como iba a ser el comportamiento revolucionario, tanto de los aspirantes a la precandidatura, como de nosotros, los militantes de a pie. El camarada Comandante Chávez, como presidente del partido personalmente nos dio luces de guía, para evitar caer en un comportamiento nada consonó de antivalores y mucho menos anti-revolucionario. Debíamos dar ejemplo al venezolano en general, los que están en nuestro proceso y a los que aun de manera dubitativa observan como participar en él, de que somos un partido serio, un partido no con vicios, sino con fortaleza ideológica y disciplina revolucionaria. Pero ¿Qué pasó? Se desató el carnaval electoral y aparecieron las comparsas ostentosas que derrocharon recursos “a discreción” y sin miedo y desapareció la sindéresis, pasando y pisando, no sobre un reglamento de elecciones, sino un intrínseco acuerdo moral de no dilapidar de manera fastuosa los recursos, muchos de ellos de misteriosos orígenes o solapadas procedencias.

Hubo reclamo por parte de “indefensos” luchadores sociales, que de manera encomiable participaron y que vieron como su esfuerzo de casa por casa, barrio por barrio, calle por calle, vereda por vereda, cara a cara, sudando literalmente la gota gorda hasta quedar flaca, repartiendo sus volantes con su foto y el resumen de su propuesta política en blanco y negro, fotocopiada en una resma de papel bond tamaño oficio para que rindiera al cortarlo en cuatro, se veía apabullado por el estruendoso sonido de las minitecas en camiones, con canciones alusivas a los otros “camaradas” del circuito, de largas caravanas de vehículos (en su mayoría nuevos) acompañando al “futuro” candidato o candidata que como reina o rey de feria de pueblo y tomando Gatorade o Red Bull, meneaban sus manos como el ventilador de CAP mientras pasaba encaramado en una camioneta, por la avenida “adornadas” de pendones con su imagen de 1 metro de largo por 0,5 de ancho a todo color “guindados” en cada poste del alumbrado. Ni que decir del escandaloso uso de los medios locales de información, era un desfachatado ventajismo, que tenía como guinda el insolente apoyo de gobernadores, alcaldes y alcaldesas a sus delfines asambleístas. Y cuando nuestro humilde camarada, que actuó de manera disciplinaria aceptando la reglas de participación, respetándolas y admitiendo su “derrota”, osó a su vez reclamar esta situación de tan descarados privilegios, fue tildado de contrarrevolucionario e indisciplinado.

Bueno, ahora hay que arriar el burro, pero hay que decir también que existen muchos burros que cogen pal´ monte, por mucho que le “jalen las riendas”. Dejando a un lado a los jumentos en cuestión, el partido serio, disciplinado y revolucionario debe estar ojo avizor con aquellos posibles candidatos a ser los próximos “Ismael García” de nuestra Asamblea Nacional, que embarcados en el transatlántico Chávez, quieran desembarcar en el Capitolio y negociar en Pajaritos, el futuro revolucionario de la Venezuela Bolivariana y la estadía del camarada Comandante Chávez más allá del 2012, como garantía para nuestro pueblo y de los espacios de vida ganados al capitalismo, a la oligarquía y al imperio depredador.

Queremos mujeres y hombres que no piensen en sus individuales proyectos políticos, en que ser diputado o diputada es ser la representación de una parcela política y que esta tiene un costo a la hora de levantar la mano. No queremos negociadores de la revolución, sino verdaderos revolucionarios. No queremos aliados, sino incondicionales. Y para seguir en la onda “grouchoriana”, finalizo con otra ocurrente frase de Groucho Marx: “El secreto del éxito es la honestidad. Si puedes evitarla estas hecho” Evitemos los que actúen así y ese será el éxito de nuestra revolución.

(*)Ing.

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Carlos J. Contreras


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