Entrevistando imaginariamente a Marx sobre lo tratado en: El capítulo VIII de “El Capital” (XXIX)

¿Por qué toma a la legislación inglesa como referencia de la jornada de trabajo?

Como hemos dicho, el capital necesitó varios siglos para prolongar la jornada de trabajo hasta su límite máximo normal, rebasando luego éste hasta tropezar con las fronteras de la jornada natural de 12 horas; pues bien, con el nacimiento de la gran industria, en el último tercio del siglo XVIII, se desencadenó un violento y desenfrenado proceso, arrollador como una avalancha. Todas las barreras opuestas por las costumbres y la naturaleza, la edad y el sexo, el día y la noche, fueron destruidas. Hasta los mismos conceptos del día y de la noche, tan rústicamente simples y claros en los viejos estatutos, se borraron y oscurecieron de tal modo, que todavía en 1860 un juez inglés tenía que derrochar una agudeza verdaderamente talmúdica para “fallar” qué era el día y qué la noche. Fueron los tiempos orgiásticos del capital.

Tan pronto como la clase obrera, aturdida por el estrépito de la producción, volvió un poco en sí, comenzó el movimiento de resistencia, partiendo de Inglaterra; país natal de la gran industria. Sin embargo, durante 30 años, las concesiones arrancadas por los trabajadores fueron puramente nominales. Desde 1802 hasta 1833, el parlamento dio cinco leyes reglamentando el trabajo, pero fue lo suficientemente astuto para no votar ni un solo céntimo destinado a su ejecución, a dotaciones del personal burocrático necesario, etc. Y las leyes se quedaron letra muerta. “El hecho es que, antes de la ley de 1833, se podía explotar toda la noche, todo el día, o ambos a libre elección a los niños y a los jóvenes.

La jornada normal de trabajo de la industria moderna data de la ley fabril de 1833 –decretada para la industria algodonera y las industrias del lino y de la seda-. Nada caracteriza mejor el espíritu del capital que la historia de la legislación fabril inglesa desde 1833 hasta 1864.

La ley de 1833 declara que la jornada normal de trabajo en las fábricas deberá comenzar hacia las 5 y media de la mañana y terminar hacia las 8 y media de la noche; dentro de estos límites, es decir, en un espacio de 15 horas, se considera legal emplear a cualquier hora del día a obreros jóvenes (entre los 13 y los 18 años), siempre y cuando que el mismo obrero adolescente no trabaje más de 12 horas al cabo del día, con excepción de ciertos casos especiales previstos por la ley. La sección de la ley determina “que dentro del día, se concederá a estos obreros de jornada restringida hora y media para las comidas, cuando menos”. Se prohíbe, con la excepción que luego mencionaremos, el empleo de niños menores de 9 años, limitándose a 8 horas diarias el trabajo de los niños desde los 9 años a los 13. Y se decreta la prohibición del trabajo nocturno, es decir, del que esta ley considera como tal, o sea desde las 8 y media de la mañana hasta las 5 y media de la tarde, para las personas mayores de 9 y menores de 18 años.

Tan lejos estaba el legislador de querer atentar contra la libertad del capital para absorber las fuerza de trabajo adulta o contra lo que ellos llaman “libertad de trabajo”, que caviló un sistema especial para cortar por lo sano esta intolerable tergiversación de la ley fabril.

“El gran defecto del sistema fabril, tal y como se halla instaurado en la actualidad –reza el primer informe del consejo central de la comisión de 25 de junio de 1833- consiste en obligar a extender el trabajo infantil al límite máximo de la jornada de trabajo del adulto. El único remedio para evitarlo, sin restringir el trabajo de los adultos, pues ello ocasionaría un daño mayor del que se quiere corregir, nos parece el plan de emplear dos turnos de niños.” Y en efecto, bajo el nombre de “sistema de relevos” (System of Relays; relay significa, en inglés, lo mismo que en francés, el cambio de los caballos de posta en las distintas estaciones) se puso en práctica este “plan”, enganchando al trabajo a un turno de niños de 9 a 13 años, desde las 5 y media de la mañana hasta las 2 de la tarde, por ejemplo, a otro desde las 2 de la tarde hasta las 8 y media de la noche, etc.


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Nicolás Urdaneta Núñez


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