Entrevistando imaginariamente a Marx sobre lo tratado en: El capítulo X de “El Capital” (I)

¿Es posible que se incremente el tiempo de trabajo excedente sin que aumente la jornada de trabajo?

Hasta aquí hemos venido considerando la parte de la jornada de trabajo que se limita a producir un equivalente del valor de la fuerza de trabajo abonado por el capital como una magnitud constante, como lo es en realidad bajo determinadas condiciones de producción al llegar a una cierta fase de desarrollo económico de la sociedad. Pero después de cubrir este tiempo de trabajo necesario, el obrero puede seguir trabajando 2, 3, 4, 6 y más horas. De la magnitud de esta prolongación depende, como veíamos, la cuota de plusvalía y la duración de la jornada de trabajo. Por tanto, si el tiempo de trabajo necesario es constante, la jornada de trabajo total representa, por el contrario, una magnitud variable. Tomemos ahora una jornada de trabajo cuya duración y cuya división en trabajo necesario y trabajo excedente sean factores dados. Supongamos, por ejemplo, que la línea a c, o sea a---------------------b-------------c, representa una jornada de trabajo de 12 horas, el segmento a – b 10 horas de trabajo necesario y el segmento b – c 2 horas de trabajo excedente. ¿De qué modo se puede acrecentar la producción de plusvalía, es decir, el trabajo excedente, sin alargar más la línea a – c o independientemente de cualquier otra prolongación de esta línea?

Partiendo de los límites fijos de la jornada de trabajo a – c, la línea b – c puede prolongarse, no desplazando su punto final c, que es intangible, puesto que constituye al mismo tiempo el punto final de la jornada, sino desplazando hacia atrás, hacia a, su punto inicial, b. Supongamos que en la línea a---------------------b’-------b-------------c el segmento b’ – b equivale a la mitad de b – c o a una hora de trabajo. Si en la jornada de trabajo de 12 horas representada por la línea a – c el punto b pasa a ocupar el puesto de b’, el segmento b – c se prolongará hasta adquirir las proporciones de b’ – c y el trabajo excedente aumentará en un cincuenta por ciento, de 2 a 3 horas, a pesar de mantenerse intacta, en sus 12 horas, la jornada de trabajo. Pero, para que el trabajo excedente pueda prolongarse de b – c a b’ – c, de 2 horas a 3, es indispensable, evidentemente, que el trabajo necesario se comprima de a – b a a – b’, de 10 horas a 9. En estas condiciones, la prolongación del trabajo excedente lleva aparejada la reducción del trabajo necesario; es decir, exige que una parte del tiempo de trabajo que el obrero venía empleando para sí mismo se convierta en tiempo de trabajo invertido para el capitalista. Lo que varía no es la jornada de trabajo, sino su división en trabajo excedente y trabajo necesario.


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Nicolás Urdaneta Núñez


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