Entrevistando imaginariamente a Marx sobre lo tratado en: El capítulo XI de “El Capital” (II)

¿Qué se entiende por cooperación?

También en el caso de un modo de trabajo inalterable, la utilización simultánea de un número mayor de obreros genera una revolución en las condiciones objetivas del proceso de trabajo. Edificios en los que trabajan muchas personas, depósitos de materias primas, etc., recipientes, instrumentos, aparatos, etc., utilizados simultánea o alternativamente por muchas personas, en suma, una parte de los medios de producción, se consumen ahora colectivamente en el proceso de trabajo. De un lado, el valor de cambio de las mercancías, y por lo tanto también el de los medios de producción, en modo alguno aumenta porque aumente la explotación de su valor de uso. Se amplía, por otra parte, la escala de los medios de producción utilizados en común. Un cuarto en el que trabajen 20 tejedores con sus 20 telares, tiene que ser más amplio que el cuarto de un tejedor independiente con 2 oficiales. Pero producir un taller para 20 personas insume menos trabajo que construir 10 talleres para 2 personas cada uno, y así el valor de medios de producción, colectivos y concentrados masivamente, no aumenta en proporción a su volumen y a su efecto útil. Los medios de producción consumidos colectivamente transfieren al producto individual un componente de menos valor, en parte porque el valor total que transfieren se distribuye simultáneamente entre una masa mayor de productos; en parte porque dichos medios, si se los compara con los medios de producción aislados, ingresan en el proceso de producción con un valor que por cierto es mayor en términos absolutos, pero relativamente menor si se atiende a su esfera de acción. Con ello disminuye un componente de valor del capital constante, y por ende disminuye también, en proporción a su magnitud, el valor total de la mercancía. El efecto es el mismo que si se produjeran más baratos los medios de producción de la mercancía. Esta economía en el empleo de los medios de producción deriva únicamente de su consumo colectivo en el proceso de trabajo de muchos. Y asumen ese carácter, como condiciones del trabajo social o condiciones sociales del trabajo en comparación con los medios de producción dispersos y relativamente costosos de trabajadores o pequeños patrones independientes y aislados, incluso cuando esos muchos sólo trabajan espacialmente juntos y no en equipo. Una parte de los medios de trabajo adquiere ese carácter social antes de que lo adquiera el proceso laboral mismo.

La economía en el empleo de los medios de producción ha de examinarse, en general, desde dos puntos de vista. El primero, en cuanto abarata las mercancías y reduce, por esa vía, el valor de la fuerza de trabajo. El otro, en cuanto modifica la proporción entre el plusvalor y el capital total adelantado, esto es, la suma de valor de sus componentes constante y variable. El último punto no será dilucidado hasta que lleguemos al libro tercero de esta obra, al cual relegamos también, por razones de ilación, muchos otros puntos vinculados a lo que aquí tratamos. El desenvolvimiento del análisis nos impone esa escisión del objeto, la que a la vez corresponde al espíritu de la producción capitalista. Como aquí, en efecto, las condiciones de trabajo se contraponen al obrero de manera autónoma, también el ahorro de las mismas se presenta como operación especial, la que para nada le incumbe y que por tanto está disociada de los procedimientos que acrecientan su productividad personal.

La forma del trabajo de muchos que, en el mismo lugar y en equipo, trabajan en forma planificada en el mismo proceso de producción o en procesos de producción distintos pero conexos, se denomina cooperación.

Así como la fuerza ofensiva de un escuadrón de caballería o la fuerza defensiva de un regimiento de infantería difiere esencialmente de la suma de fuerzas ofensivas y defensivas que despliega por separado cada jinete o infante, la suma mecánica de fuerzas de obreros aislados difiere esencialmente de la potencia social de fuerzas que se despliega cuando muchos brazos cooperan simultáneamente en la misma operación indivisa, como cuando corresponde, por ejemplo, levantar un peso, hacer girar un manubrio o quitar de en medio un obstáculo. El efecto del trabajo combinado, en tales casos, no podría lograrlo el trabajo de individuos aislados, o sólo podría alcanzarlo en espacios de tiempo mucho más prolongados, o sólo en una escala ínfima. No se trata aquí únicamente de un aumento de la fuerza productiva individual, debido a la cooperación, sino de la creación de una fuerza productiva que en sí y para sí es forzoso que sea una fuerza de masas.

Prescindiendo de la nueva potencia de fuerzas que surge de la fusión de muchas fuerzas en una fuerza colectiva, el mero contacto social genera, en la mayor parte de los trabajos productivos, una emulación y una peculiar activación de los espíritus vitales, las cuales acrecientan la capacidad individual de rendimiento de tal modo que una docena de personas, trabajando juntas durante una jornada laboral simultánea de 144 horas, suministran un producto total mucho mayor que 12 trabajadores aislados cada uno de los cuales laborara 12 horas, o que un trabajador que lo hiciera durante 12 días consecutivos. Obedece esto a que el hombre es por naturaleza, si no, como afirma Aristóteles, un animal político, en todo caso un animal social.

Aunque muchos ejecuten simultánea y conjuntamente una operación igual o similar, puede ser, sin embargo, que el trabajo individual de cada uno como parte del trabajo colectivo represente fases diversas del proceso laboral mismo, recorridas con más rapidez por el objeto de trabajo gracias a la cooperación. Cuando, por ejemplo, los albañiles se ponen en hilera para subir los ladrillos desde el pie hasta lo alto de un andamio, cada uno de ellos hace lo mismo que los demás, pero, no obstante, las operaciones individuales configuran partes continuas de una operación total, fases particulares que cada ladrillo debe recorrer en el proceso laboral y por medio de las cuales las 24 manos, digamos, del obrero colectivo lo elevan más rápidamente que lo que harían las dos manos de cada obrero individual si éste subiese y bajase del andamio. El objeto de trabajo recorre el mismo espacio en un lapso más breve. La combinación del trabajo ocurre, asimismo, cuando se emprende desde distintos lados y simultáneamente la construcción de un edificio, aunque quienes cooperan efectúen una tarea igual o de la misma naturaleza. Puesto que el obrero combinado u obrero colectivo tiene ojos y manos por delante y por detrás y goza, hasta cierto punto, del don de la ubicuidad, la jornada laboral combinada de 144 horas que aborde por varios lados, en lo espacial, el objeto de trabajo, promueve más rápidamente el producto total que la jornada laboral de 12 horas efectuada por trabajadores más o menos aislados, los cuales deban abordar su trabajo unilateralmente. En el mismo lapso se concretan diversas partes del producto.


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Nicolás Urdaneta Núñez


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