Dentro de la teoría política mucho podríamos debatir acerca de lo que se conoce como el parlamentarismo, incluso sobre la existencia de regímenes basados en este modelo y que se conocen como repúblicas parlamentarias y monarquías parlamentarias; pero este no es el caso de nuestra Venezuela, donde impera un modelo federal de gobierno basado en la división de poderes, pero donde también, y de acuerdo a la actual coyuntura, la Asamblea Nacional cobra cada vez mayor importancia en nuestra dinámica política.
Para nadie es un secreto que al ser nuestra estructura económica una estructura capitalista, las instituciones que conforman al estado como parte de esa superestructura, son instituciones de tipo capitalista, sin embargo; para los revolucionarios y revolucionarias, de lo que se trata es del aprovechamiento de todos los espacios posibles para ir erosionando esa estructura burguesa del estado que nos oprime, por esto la Asamblea Nacional es un espacio de debate y construcción política importante aun en este marco, sobre eso Lenin nos legó importantes enseñanzas.
Es entonces fundamental que asumamos, que ciertamente a través del proceso bolivariano es posible construir una correlación de fuerzas para una transformación socio-política en Venezuela que desemboque en el cambio de la estructura económica y engendre la nueva sociedad: la sociedad socialista, ya este proceso tiene el merito de haber enterrado al bipartidismo que había sido previamente derrotado precisamente por uno de sus mentores, ahora debemos trascender dialécticamente estos importantes cambios y empezar a derrotar al capitalismo en su propia base económica y política; para ello es trascendental en primer lugar que las personas que ocupen los espacios de representación nacional en ese gran foro político y legislativo que es la Asamblea Nacional sean personas comprometidas con el proceso de cambios, porque es tácito que sí estamos hablando de impulsar transformaciones de fondo y de forma quienes no estén comprometidos con el cambio irían a los mismos solamente como elementos saboteadores y sobra decir lo que desde el parlamento nacional pueden hacer quienes están comprometidos con los designios imperialistas; como ejemplo de ello basta con estudiar dos experiencias puntuales y cercanas en tiempo y geografía: el golpe de estado contra el presidente Manuel Zelaya apuntalado desde el congreso hondureño y la reciente instalación de la segunda base naval más grande del mundo en Costa Rica por parte de los Estados Unidos con claras señales de amenaza contra nuestros procesos de liberación en América Latina y cuya instalación fue aprobada por el parlamento de esa República centroamericana.
Por eso desde el PCV hemos dicho sin cesar que la alianza entre los partidos que apoyan al proceso revolucionario de cara a las elecciones de septiembre, tiene dos misiones inmediatas: defender el proceso y ganar las elecciones, pero también debe ser un objetivo fundamental de esta alianza la profundización de la revolución, aprovechar el escenario de nuestro parlamento para consolidar importantes iniciativas como la del pueblo legislador y contralor, pero fundamentalmente para la elaboración y aprobación de leyes que apunten hacia la construcción del poder popular en todos los ámbitos (especialmente el productivo), en la misión histórica de crear el estado popular y democrático, sobre el cual ha avanzado bastante este proceso revolucionario con el liderazgo del presidente Chávez, que haga posible la liberación nacional, el desarrollo económico, y la plena soberanía pero que al mismo tiempo vaya sentando las bases de la construcción del socialismo cambiando las relaciones de producción y el carácter de la propiedad sobre los medios de producción fundamentales.
*Militante del PCV
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