¿Cuál es la repercusión de la industria maquinizada sobre la división social del trabajo?
Puesto que todo producto de las máquinas, una vara de tejido hecha a máquina, por ejemplo, es más barato que el producto manual del mismo tipo desplazado por él, se sigue de ello esta ley absoluta: si la cantidad total del artículo producido a máquina es igual a la cantidad total del artículo de producción artesanal o manufacturera al que sustituye, habrá de disminuir la suma total del trabajo empleado. El aumento de trabajo requerido por la producción del medio de trabajo mismo, de la maquinaria, del carbón, etc., tendrá necesariamente que ser menor que la reducción de trabajo debida al empleo de la maquinaria. El producto de la máquina, en caso contrario, sería tan o más caro que el producto hecho a mano. Pero en vez de mantenerse igual, en realidad la masa total del artículo producido a máquina por un número menor de obreros aumenta muy por encima de la masa total del artículo artesanal desplazado. Supongamos que 400.000 varas de tejido a máquina son producidas por menos obreros que 100.000 varas de tejido hecho a mano. En el producto cuadruplicado se encierra cuatro veces más materia prima. Es necesario, por tanto, cuadruplicar la producción de la misma. Pero en lo que respecta a los medios de trabajo consumidos, como edificios, carbón, máquinas, etc., el límite dentro del cual puede acrecentarse el trabajo adicional requerido para su producción varía con la diferencia entre la masa del producto hecho a máquina y la masa del producto manual fabricable por el mismo número de obreros.
Al extenderse la industria maquinizada en un ramo de la industria, pues, al principio aumenta la producción en los otros ramos que le proporcionan sus medios de producción. Hasta qué punto esto hará que aumente la masa de obreros ocupados, es algo que depende, si están dadas la extensión de la jornada laboral y la intensidad del trabajo, de la composición del capital empleado, esto es, de la proporción entre sus componentes constante y variable. Esta proporción, a su vez, varía considerablemente según la amplitud con que la maquinaria se haya apoderado o se apodere de esas industrias. El número de los hombres condenados a trabajar en las minas de carbón y de metales creció de manera enorme con el progreso del sistema maquinista inglés, aunque ese aumento se ha enlentecido en los últimos decenios debido al uso de nueva maquinaria en la minería. Una nueva especie de obreros surge a la vida con la máquina: sus productores. Sabemos ya que la industria maquinizada se apodera de este ramo mismo de la producción en escala cada vez más masiva. En lo que se refiere, además, a la materia prima, no cabe duda alguna, por ejemplo, de que el avance arrollador de la hilandería algodonera no sólo hizo crecer como planta de invernadero el cultivo del algodón en los Estados Unidos, y con ese cultivo la trata de africanos, sino que a la vez convirtió la cría de esclavos en el principal negocio de los llamados estados esclavistas limítrofes. Cuando en 1790 se efectuó en los Estados Unidos el primer censo de esclavos, el número de los mismos ascendía a 697.000; en 1861, por el contrario, era aproximadamente de 4.000.000. Por otra parte, no es menos cierto que el florecimiento de la fábrica lanera mecánica produjo, con la transformación progresiva de las tierras de labranza en pasturas para ovejas, la expulsión masiva y la conversión en "supernumerarios" de los obreros agrícolas. Irlanda pasa aún en estos momentos por el proceso que consiste en que su población disminuida desde hace 20 años a casi la mitad se reduzca aun más, exactamente a la medida correspondiente a las necesidades de sus terratenientes y de los señores fabricantes laneros de Inglaterra.
Si la maquinaria se apodera de algunas de las etapas previas o intermedias de las que el objeto de trabajo tiene que recorrer para adoptar su forma última, con el material de trabajo aumentará la demanda de trabajo en aquellas industrias, explotadas aún sobre una base artesanal o manufacturera, en las que entra el producto fabricado a máquina. La hilandería mecánica, por ejemplo, suministraba hilado a tan bajo precio y con tal abundancia, que los tejedores manuales, en un principio, pudieron trabajar a tiempo completo y sin mayor desembolso. Sus ingresos aumentaron, por tanto. De ahí que se produjera un aflujo de personal a la tejeduría de algodón, hasta que finalmente los 800.000 tejedores algodoneros cuya aparición habían provocado, por ejemplo en Inglaterra, el torno de hilar, el telar continuo y la hiladora alternativa, fueron aplastados por el telar de vapor. De la misma manera, con la abundancia de los géneros de vestir producidos a máquina, crece el número de sastres, modistas, costureras, etc., hasta que aparece la máquina de coser.
A medida que la industria maquinizada, con un número de obreros relativamente menor, suministra una masa creciente de materias primas, productos semielaborados, instrumentos de trabajo, etc., la elaboración de estas materias primas y productos intermedios se desglosa en muchas variedades, y aumenta por tanto la diversidad de los ramos de la producción social. La industria maquinizada impulsa la división social del trabajo muchísimo más que la manufactura, puesto que acrecienta en un grado incomparablemente mayor la fuerza productiva de las industrias en las que ha hecho presencia.
El resultado inmediato de la maquinaria consiste en aumentar el plusvalor y, a la vez, la masa de productos en que el mismo se representa; acrecentar, por ende, a la par de la sustancia que consumen la clase capitalista y todos sus dependientes, a esas capas sociales mismas. La riqueza creciente de éstas y la mengua constante, en términos relativos, del número de obreros requerido para la producción de artículos de primera necesidad, generan, junto a nuevas necesidades suntuarias, nuevos medios para satisfacerlas. Una parte mayor del producto social se transforma así en plusproducto, y una parte mayor de éste se reproduce bajo formas refinadas y diversificadas. En otras palabras: aumenta la producción de lujo. El refinamiento y diversificación de los productos deriva, asimismo, de las nuevas relaciones con el mercado mundial, creadas por la gran industria. No sólo se importa una cantidad mayor de artículos extranjeros de lujo, intercambiados por productos locales, sino que, además, una masa mayor de materias primas, ingredientes, productos semielaborados, etcétera, procedentes del exterior, ingresan como medios de producción en la industria vernácula. A la par de estas relaciones con el mercado mundial, se intensifica la demanda de trabajo en la industria del transporte, la que se escinde a su vez en numerosas variedades nuevas.
El aumento de los medios de producción y de subsistencia, acompañado por una disminución relativa del número de obreros, promueve la expansión del trabajo en ramos de la industria cuyos productos tal como los canales, muelles de mercancías, túneles, puentes, etc. sólo son lucrativos en un futuro distante. Se forman ya sea directamente sobre la base de la maquinaria o del trastocamiento industrial general suscitado por lo mismos ramos de la producción enteramente nuevos y por consiguiente nuevos campos de trabajo. El espacio que les corresponde en la producción global no es en modo alguno considerable, ni aun en los países más desarrollados. El número de los obreros ocupados en esos ramos aumenta en razón directa a la medida en que se reproduce la necesidad de trabajo manual más tosco. Hoy en día puede considerarse a las fábricas de gas, el telégrafo, la fotografía, la navegación de vapor y el ferrocarril como industrias principales de esta clase. Según el censo de 1861 (para Inglaterra y Gales), en la industria del gas (fábricas de gas, producción de los aparatos mecánicos, agentes de las compañías, etc.) trabajan 15.211 personas; en el telégrafo, 2.399; en la fotografía, 2.366; en los servicios de navegación de vapor 3.570 y en los ferrocarriles 70.599, entre los cuales se cuentan unos 28.000 obreros "no calificados", ocupados de manera más o menos permanente en obras de terraplén, y además todo el personal comercial y administrativo. Por tanto, el número global de los individuos ocupados en esas cinco nuevas industrias, asciende a 94.145.
Finalmente, el extraordinario aumento de fuerza productiva en las esferas de la gran industria acompañado, como lo está, de una explotación intensiva y extensivamente acrecentada de la fuerza de trabajo en todas las demás esferas de la producción permite emplear improductivamente a una parte cada vez mayor de la clase obrera, y ante todo reproducir de esta manera, y en escala cada vez más masiva, a los antiguos esclavos familiares, bajo el nombre de "clases domésticas", como criados, doncellas, lacayos, etc. Según el censo de 1861, la población global de Inglaterra y Gales era de 20.066.221 personas, de los cuales 9.776.259 varones y 10.289.965 mujeres. Descontando todos los que son demasiado viejos o demasiado jóvenes para el trabajo, todas las mujeres, jóvenes y niños "improductivos", luego las capas "ideológicas" como el gobierno, el clero, los togados, los militares, etc. , además de todos aquellos cuya ocupación exclusiva es el consumo de trabajo ajeno bajo la forma de renta de la tierra, intereses, etc., y por último los indigentes, vagabundos, delincuentes, etc., restan, en números redondos, 8 millones de personas de uno u otro sexo y de las más diversas edades, inclusive todos los capitalistas que de alguna manera desempeñan funciones en la producción, el comercio, las finanzas, etc. Entre esos 8 millones se cuentan:
Obreros agrícolas (inclusive pastores, así como los peones y criadas que viven en las casas de los arrendatarios ......................... 1.098.261
Todas las personas ocupadas en las fábricas elaboradoras de algodón, lana, estambre, lino, cáñamo, seda y yute y en la producción mecánica de medias y la fabricación de puntillas………............................... 642.607
Todas las personas ocupadas en las minas de carbón y metalíferas ……………………………………………………........... 565.835
Todo tipo de personas ocupadas en la totalidad de las plantas metalúrgicas (altos hornos, talleres de laminado) y de las manufacturas de metales ………………………………….................................... 396.998
Clases domésticas.................................................. 1.208.648
Desde 1861 hasta 1870 el número de los sirvientes varones casi se ha duplicado, alcanzando al guarismo de 267.761. En 1847 había 2.694 guardas de cotos de caza (para los cotos de caza aristocráticos), en 1869, en cambio, su número era de 4.921. El lenguaje popular denomina esclavitas, a las adolescentes que prestan servicios en las casas de la clase media baja londinense.
Si sumamos el número de todas las personas ocupadas en la totalidad de las fábricas textiles al del personal de las minas de carbón y de metales, obtendremos como resultado 1.208.442; y si a los primeros les sumamos el personal de todas las plantas metalúrgicas y manufacturas de metales, el total será de 1.039.605; en ambos casos, pues, un guarismo menor que el número de los esclavos domésticos modernos. Qué edificante resultado de la maquinaria explotada de manera capitalista!
nicolasurdaneta@gmail.com