¿Qué circunstancias, en el supuesto de que la extensión de la jornada laboral y la intensidad del trabajo sean constantes y la fuerza productiva del trabajo sea variable, condicionan las magnitudes relativas del plusvalor y del precio de la fuerza de trabajo?
El valor de la fuerza de trabajo está determinado por el valor de los medios de subsistencia que habitualmente necesita el obrero medio. La masa de estos medios de subsistencia, aunque pueda cambiar su forma, en una época determinada y para una sociedad determinada está dada, y, por consiguiente, se la puede tratar como una magnitud constante. Lo que varía, es el valor de esta masa. Otros dos factores entran en la determinación del valor alcanzado por la fuerza de trabajo. Por una parte sus costos de desarrollo, que varían con el modo de producción, por otra parte, su diferencia de naturaleza, según se trate de fuerza de trabajo masculina o femenina, madura o inmadura. El empleo de esas fuerzas de trabajo diferentes, condicionado a su vez por el modo de producción, ocasiona una gran diferencia en los costos de reproducción de la familia obrera y en el valor del trabajo del obrero varón adulto. Ambos factores, no obstante, quedan excluidos por ahora.
Damos por supuestos los siguientes puntos: 1) que las mercancías se venden a su valor; 2) que el precio de la fuerza de trabajo, aunque ocasionalmente suba por encima de su valor, nunca desciende por debajo del mismo.
Una vez supuesto lo que antecede, vimos que las magnitudes relativas del plusvalor y del precio de la fuerza de trabajo están condicionadas por tres circunstancias: 1) la duración de la jornada laboral o la magnitud del trabajo en cuanto a su extensión; 2) la intensidad normal del trabajo, o su magnitud en cuanto a la intensidad, de manera que determinada cantidad de trabajo se gasta en un tiempo determinado; 3), y finalmente, la fuerza productiva del trabajo, con arreglo a la cual, y según el grado de desarrollo alcanzado por las condiciones de producción, la misma cantidad de trabajo suministra en el mismo tiempo una cantidad mayor o menor de producto. Como es obvio, muchas combinaciones son posibles, según uno de los tres factores sea constante y los demás variables, o dos factores constantes y el tercero variable, o, finalmente, variables a un mismo tiempo los tres. El número de estas combinaciones puede aumentar más aún debido a que, en caso de variación simultánea de los diversos factores, la magnitud y sentido de dicha variación pueden ser diferentes. En lo que sigue nos limitamos a presentar las combinaciones principales.
A. Magnitud de la jornada laboral e intensidad del trabajo, constantes (dadas); fuerza productiva del trabajo, variable
Partiendo del supuesto, de que la magnitud de la jornada laboral e intensidad del trabajo son constantes y la fuerza productiva del trabajo es variable, el valor de la fuerza de trabajo y el plusvalor están determinados por tres leyes.
Primera: la jornada de trabajo de magnitud dada se representa siempre en el mismo producto de valor, por más que varíe la productividad del trabajo, y con ella la masa de productos y por tanto el precio de la mercancía singular.
El producto de valor de una jornada laboral de 12 horas es de 6 chelines, por ejemplo, aunque la masa de los valores de uso producidos varíe con la fuerza productiva del trabajo y, por tanto, el valor de 6 chelines se distribuya entre un número mayor o menor de mercancías.
Segunda: el valor de la fuerza de trabajo y el plusvalor varían en sentido opuesto. Una variación en la fuerza productiva del trabajo, su aumento o mengua, opera en sentido inverso sobre el valor de la fuerza de trabajo y en sentido directo sobre el plusvalor.
El producto de valor de la jornada laboral de 12 horas es una magnitud constante, por ejemplo 6 chelines. Esta magnitud constante es igual a la suma del plusvalor más el valor de la fuerza de trabajo que el obrero suple por un equivalente. Es evidente que de las dos partes de una magnitud constante ninguna puede aumentar sin que la otra disminuya. El valor de la fuerza de trabajo no puede subir de 3 a 4 chelines sin que el plusvalor disminuya de 3 a 2 chelines, y el plusvalor no puede aumentar de 3 a 4 chelines sin que el valor de la fuerza de trabajo caiga de 3 a 2 chelines. Bajo estas circunstancias, pues, no es posible cambio alguno en la magnitud absoluta tanto del valor de la fuerza de trabajo como del plusvalor, sin que varíen simultáneamente sus magnitudes relativas o proporcionales. Es imposible que ambos mengüen o aumenten simultáneamente.
El valor de la fuerza de trabajo, además, no puede caer, y por tanto el plusvalor no puede aumentar, sin que aumente la fuerza productiva del trabajo; por ejemplo, en el caso de más arriba, el valor de la fuerza de trabajo no puede disminuir de 3 a 2 chelines sin que la fuerza productiva acrecentada del trabajo permita producir en 4 horas la misma masa de medios de subsistencia que antes requería 6 horas para su producción. A la inversa, el valor de la fuerza de trabajo no puede aumentar de 3 a 4 chelines sin que la fuerza productiva del trabajo disminuya y que, por tanto, se requieran 8 horas para producir la misma masa de medios de subsistencia que antes se producía en 6 horas. La misma orientación ocurre en el cambio de la fuerza productiva del trabajo, su aumento, reduce el valor de la fuerza de trabajo y aumenta el plusvalor.
Al formular esta ley, Ricardo pasó por alto una circunstancia. Aunque el cambio en la magnitud del plusvalor o del plustrabajo ocasiona un cambio inverso en la magnitud del valor alcanzado por la fuerza de trabajo o por el trabajo necesario, de esto no se infiere, ni mucho menos, que varíen en la misma proporción. Aumentan y disminuyen en la misma magnitud. Pero la proporción en que cada parte del producto de valor o de la jornada laboral aumenta o disminuye, depende de la división que se había verificado originariamente, antes del cambio en la fuerza productiva del trabajo. Si el valor de la fuerza de trabajo era de 4 chelines o el tiempo de trabajo necesario de 8 horas, siendo el plusvalor de 2 chelines o el plustrabajo de 4 horas, y a consecuencia de un incremento en la fuerza productiva del trabajo el valor de la fuerza de trabajo bajara a 3 chelines o el trabajo necesario a 6 horas, el plusvalor aumentaría a 3 chelines o el plustrabajo a 6 horas. Es la misma magnitud de 2 horas o de 1 chelín la que se añade allí y se quita aquí. Pero el cambio proporcional de magnitudes no es el mismo en ambos lados. Mientras que el valor de la fuerza de trabajo se redujo de 4 chelines a 3, o sea en 1/4 o en 25 %, el plusvalor aumentó de 2 chelines a 3, por tanto en 1/2 o en 50 %. Se sigue de esto, por consiguiente, que el incremento o disminución proporcionales del plusvalor, a consecuencia de un cambio dado en la fuerza productiva del trabajo, serán tanto mayores, o tanto menores, cuanto menor, o mayor, fuese originariamente la parte de la jornada laboral que se representaba en plusvalor.
Tercera: el aumento o la disminución del plusvalor es siempre la consecuencia, y nunca la causa, de la disminución o aumento correspondientes operados en el valor de la fuera de trabajo.
Como la jornada laboral es de magnitud constante y se representa en una magnitud constante de valor; como a todo cambio de magnitud en el plusvalor corresponde un cambio de magnitud inverso en el valor de la fuerza de trabajo, y puesto que este valor sólo puede variar con un cambio en la fuerza productiva del trabajo, de estas condiciones se sigue, como es obvio, que todo cambio de magnitud en el plusvalor surge de un cambio de magnitud en el valor de la fuerza de trabajo. Por ende, si hemos visto que no es posible ningún cambio absoluto de magnitud en el valor de la fuerza de trabajo y en el plusvalor sin que varíen sus magnitudes relativas, se infiere ahora que no es posible ningún cambio de sus magnitudes relativas de valor sin que varíe la magnitud de valor absoluta de la fuerza de trabajo.
Ricardo ha sido el primero en formular de manera rigurosa las tres leyes que acabamos de enunciar. Los defectos de su análisis son: 1) que presupone como condiciones generales y exclusivas evidentes de por sí de la producción capitalista, las condiciones particulares dentro de las que rigen esas leyes y, 2) que Ricardo de ningún modo expone de manera pura el plusvalor, esto es, independientemente de sus formas particulares tal como la ganancia, la renta de la tierra, etc., y esto falsea su análisis en un grado muy superior, De ahí que confunda directamente las leyes sobre la tasa del plusvalor con las leyes sobre la tasa de la ganancia además, que la tasa de la ganancia puede depender de circunstancias que de ningún modo influyen sobre la tasa del plusvalor." Más adelante, demostraré que la misma tasa del plusvalor puede expresarse en las más diversas tasas de la ganancia, y que diferentes tasas del plusvalor, bajo determinadas circunstancias, pueden expresarse en la misma tasa de la ganancia.
Según la tercera ley, el cambio de magnitud en el plusvalor supone un movimiento en el valor de la fuerza de trabajo, ocasionado por un cambio en la fuerza productiva del trabajo. El límite de esa variación está dado por el nuevo límite trazado al valor de la fuerza de trabajo. Pero, aunque las circunstancias permitan que la ley opere, pueden ocurrir movimientos intermedios. Por ejemplo, si a consecuencia de una fuerza productiva del trabajo acrecentada, el valor de la fuerza de trabajo disminuye de 4 chelines a 3 o el tiempo de trabajo necesario se reduce de 8 horas a 6 , el precio de la fuerza de trabajo podría disminuir sólo a 3 chelines y 8 peniques, a 3 chelines y 6 peniques, a 3 chelines y 2 peniques, etc., y por tanto el plusvalor aumentar sólo a 3 chelines y 4 peniques, 3 chelines y 6 peniques, 3 chelines y 10 peniques, etc. El grado de la reducción, cuyo límite mínimo es de 3 chelines, depende del peso relativo que arrojen en cada platillo de la balanza por un lado la presión del capital y por otro la resistencia de los obreros.
El valor de la fuerza de trabajo está determinado por el valor de una cantidad determinada de medios de subsistencia. Lo que varía con la fuerza productiva del trabajo es el valor de esos medios de subsistencia, no su masa. La masa misma, si aumenta la fuerza productiva del trabajo, puede acrecentarse simultáneamente y en la misma proporción para el obrero y el capitalista, sin que se opere cambio alguno de magnitud entre el precio de la fuerza de trabajo y el plusvalor. Si el valor originario de la fuerza de trabajo es de 3 chelines y el tiempo de trabajo necesario asciende a 6 horas, siendo el plusvalor igualmente de 3 chelines o ascendiendo también a 6 horas el plustrabajo, al duplicarse la fuerza productiva del trabajo, manteniéndose igual la división de la jornada laboral, quedarán inalterados el precio de la fuerza de trabajo y el plusvalor. Sólo ha ocurrido que cada uno se representa en una cantidad doble de valores de uso, pero proporcionalmente abaratados. Aunque el precio de la fuerza de trabajo se mantendría inalterado, habría aumentado por encima de su valor. Si disminuyera el precio de la fuerza de trabajo, pero no hasta el límite mínimo de 1 1/2 chelines, trazado por su nuevo valor, sino a 2 chelines y 10 peniques, 2 chelines y 6 peniques, etc., este precio decreciente representaría siempre una masa creciente de medios de subsistencia. El precio de la fuerza de trabajo, de esta suerte y en el caso de una fuerza productiva del trabajo en ascenso, podría disminuir de manera constante, dándose al mismo tiempo un incremento continuo de la masa de medios de subsistencia consumidos por el obrero. Pero relativamente, esto es, en comparación con el plusvalor, el valor de la fuerza de trabajo disminuiría de manera constante y se ensancharía el abismo entre la situación vital del obrero y la del capitalista.
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