Buena parte de los desalientos, los dolores y las heridas en el corazón de nuestro pueblo tienen su origen en la existencia de un funcionario público que entraba, obstaculiza y brinda un mal trato inaceptable al pueblo soberano. Un “Funcionario Público” sin conciencia de que es éste su mandante y no al revés es una lacra. Cada vez que se deja sin respuesta oportuna la necesidad de un ciudadano se hace mucho más contra la revolución que cuanto pueda hacer el enemigo clásico. El funcionario público socialista debe internalizar el hecho de que es un servidor público y que la esperanza de cada ciudadano vale más que todas las riquezas materiales de la tierra.
Hace apenas unos días nos encontramos con la dolorosa experiencia de ver como un joven profesional de la ingeniería, de esos que siendo buenos no aspiran a largarse a servir con sus experticias al mejor postor, de apenas 45 años, y que, en nuestra Venezuela Bolivariana –esa que aspira y espera a que los diabólicos principios del “tanto tienes tanto vales”- se nos muere sin que haya la debida respuesta de una sociedad clamorosamente distraída en sus ombliguitos. Pipo –el joven ingeniero, padre de dos hijas- se nos muere. Resuelto a rebelarme ante tal posibilidad me comuniqué con todos aquellos y aquellas con quienes pude. De todos y todas, ministros y/o jefes con capacidad de decisión –a pesar de que en lo personal me conocen- sólo cuatro (4), sólo cuatro compatriotas se dignaron dar respuesta a mis angustiosos llamados. Alí Rodríguez Araque, Jorge Arreaza, Noris Castañeda y Mauricio Rodríguez. Nadie más “tuvo tiempo “para mirar el problema del hombre, del ser humano, de la persona. Lejos, muy lejos de los valores que propulsamos, pero así son las cosas. Hace apenas horas, la compatriota Gloria Boodoo, del BCV en el Zulia, emocionada y con lágrimas en los ojos –luego de un foro que dicté en sus instalaciones- me decía: “¡No puede ser, carajo, nosotros somos socialistas!, y se adhirió a esta lucha porque Pipo no se nos muera. ¡No es posible que la única respuesta cargada de humanismo venga sólo cuando el Comandante interviene! Tenemos -todos y todas- que ser activo colaboradores de la inmensa tarea que lleva adelante este hombre providencial que se llama Hugo Chávez Frías.
Los servidores públicos socialistas son aquellos que conocen su misión y saben que sus conocimientos y el poder que detentan están al servicio del pueblo. La sociedad socialista tiene como eje central el hombre nuevo. Ese hombre nuevo en permanente proceso de transformación y portador de una nueva ética que pone de manifiesto en cada acción con su conducta para seguir más allá de los valores materiales hacia los bienes espirituales del amor objetivo y meta del servidor público socialista.
Debemos convencernos de que esa formación del servidor público con alma, corazón y conciencia socialista es un proceso largo, un proceso continuo de nacencia al hombre nuevo en tanto muere de a poco al hombre viejo. El Che, modelo de hombre nuevo, estaba consciente de este itinerario, de este éxodo por el desierto hacia la "tierra prometida" y decía que "la formación del hombre nuevo y el desarrollo de la técnica son los dos pilares de la construcción de la nueva sociedad…", vale decir, la técnica en el ejercicio eficaz de las responsabilidades y la espiritualidad socialista para que esa técnica esté siempre al servicio del pueblo.
Es imposible alcanzar la sociedad nueva sin esa conciencia. No es suficiente con el ordenamiento y desarrollo de las fuerzas productivas, se hace imprescindible la conciencia socialista. La conciencia convertirá en natural y fluida la calidad del servicio como elemento inseparable de la razón de vida. La conciencia es la que hace posible que se resuelva la contradicción indudable del hombre satisfecho en lo personal mediante el servicio al colectivo sin que lo perturben las urgencias de sus propios intereses.
La calidad del servicio se torna así en una obligación para el servidor público socialista simplemente porque esa actividad satisface la necesidad del pueblo, y ese pueblo significa el fin último de todos sus desvelos. Ha de internalizarse el doble carácter del trabajo en la administración pública donde no debe existir el dilema entre trabajo individual o privado y trabajo social tal como existe en el capitalismo. El trabajo personal se convierte así en trabajo para el colectivo en contribución a las necesidades sociales eje y razón fundamental del ser socialista.
Una sociedad nueva exige la creación de un hombre nuevo que la protagonice, una nueva conciencia de lo social que se coloque por delante de lo individual. El trabajo como servicio, entrega y realización plena es el instrumento más eficaz para hacer ese hombre nuevo. Un hombre nuevo que en esencia tiene que ser solidario, generoso, humano y fraterno; un hombre capaz de ver en todos a sus hermanos y amarlos como a sí mismo y por tanto, un hombre que sabe más para servir mejor, sin tolerarse mediocridades, exigiéndose a sí mismo la excelencia. Un hombre que sea capaz de vivir como piensa y más aún de vivir como sueña.
Siguiendo una propuesta de un compatriota oriental nos atrevemos a proponer la MISIÓN SERVIDOR PÚBLICO, como un modo urgente de atender esta grave deficiencia. Formación ideológica, capacitación y excelencia para ser eficaces engranajes en la construcción del socialismo. ¡Dejarlo para mañana podría ser tarde!
Patria socialista o muerte!
¡Vamos a vencer y venceremos!
martinguedez@gmail.com