Entrevistando imaginariamente a Marx sobre lo tratado en:

El capítulo XXIII de “El Capital” (VI)

¿Cuáles son las consecuencias que para la clase obrera tienen las épocas propicias para la acumulación capitalista?

Ningún período de la sociedad moderna es tan propicio para el estudio de la acumulación capitalista como el que abarca los veinte años que van de 1.847 a1.866. Es como si aquélla hubiera topado con el bolso de Fortunato. Pero de todos los países es nuevamente Inglaterra la que brinda el ejemplo clásico: porque ocupa el primer puesto en el mercado mundial, porque sólo aquí el modo capitalista de producción se ha desarrollado de manera plena y, finalmente, porque la introducción del reino milenario del librecambio, a partir de 1846, despojó a la economía vulgar de su último refugio. Ya anteriormente nos referimos suficientemente al progreso colosal de la producción, que en la segunda mitad de este período bidecenal supera con holgura al logrado en la primera.

Aunque el crecimiento absoluto de la población inglesa fue, en el último medio siglo, muy considerable, el crecimiento proporcional o la tasa de incremento disminuyeron de manera constante, como lo muestra la tabla siguiente, tomada del censo oficial:

Incremento porcentual anual de la población de Inglaterra y Gales

1811-1821 1,533 %

1821-1831 1,446 %

1831-1841 1,326 %

1841-1851 1,216 %

1851-1861 1,141 %

Examinemos ahora, en cambio, el crecimiento de la riqueza. El punto de referencia más seguro nos lo ofrece aquí el movimiento de las ganancias, rentas de la tierra, etcétera, sujetas al impuesto a los ingresos. Entre 1853 y 1864, el incremento de las ganancias gravables (sin incluir a los arrendatarios y otros rubros) fue en Gran Bretaña de un 50,47 % (lo que equivale a una media anual de 4,58 %); el de la población, durante el mismo período, ascendió aproximadamente a un 12 %. El aumento en las rentas gravables de la tierra (sin exceptuar casas, ferrocarriles, minas, pesquerías, etc.) fue, entre 1853 y 1864, de 38 %, o sea del 3 5/12 % anual. Ese aumento se debió, en su parte mayor, a los siguientes rubros:

Excedente del ingreso anual de Incremento 1864, respecto al Anual de 1855

De casas 38,60 % á3,50 %

canteras 84,76 % á7,70 %

minas 68,85 % á6,26 %

fundiciones siderúrgicas 39,92 % á3,63 %

pesquerías 57,37 % á5,21 %

fábricas de gas 126,02 % á11,45 %

ferrocarriles 83,29 % á7,57 %

Si los años del período de 1853 a 1864 se comparan de cuatro en cuatro, el grado de aumento de los ingresos se incrementa de manera constante. En el caso de los ingresos derivados de ganancias, por ejemplo, es del 1,73 % anual de 1853 a 1857; del 2,74 % anual de 1857 a 1861 y del 9,30 % anual en 1861-1864. En el Reino Unido, la suma total de los ingresos sujetos al impuesto respectivo ascendió en 1856 a 307.068.898 libras esterlinas; en 1859, 328.127.416 libras esterlinas; en 1862 a 351.745.241 libras esterlinas, en 1863 a 359.142.897 libras esterlinas; en 1864 a 362.462.279 libras esterlinas, alcanzando en 1865 la suma de 385.530.020 libras esterlinas.

La acumulación de capital estuvo acompañada, al mismo tiempo, por su concentración. Aunque no existía ninguna estadística agrícola oficial para Inglaterra (sí para Irlanda), diez condados la suministraron voluntariamente. Se obtuvo el resultado de que de 1851 a 1861 los predios arrendados de menos de 100 acres disminuyeron de 31.583 a 26.567, o sea que 5.016 quedaron englobados en otros mayores. De 1815 a 1825 el impuesto de herencias no afectó a ningún patrimonio mobiliario de más de un millón de libras esterlinas, de 1825 a 1855, en cambio, a 8; de 1855 a junio de 1859, esto es, en cuatro años y medio, a 4. Sin embargo, el avance de la concentración se apreciará de la mejor manera analizando brevemente el impuesto a los ingresos en el rubro D (ganancias, excluyendo arrendatarios, etc.) correspondiente a los años 1864 y 1865. Hago notar, previamente, que los ingresos de esta procedencia pagan el impuesto a las utilidades a partir de las 60 libras esterlinas. En Inglaterra, Gales y Escocia estos ingresos gravables ascendieron en 1864 a 95.844.222 libras esterlinas y en 1865 a 105.435.787 libras esterlinas, el número de los contribuyentes fue en 1864 de 308.416 personas sobre una población total de 23.891.009, y en 1865 de 332.431 personas sobre una población total de 24.127.003. El cuadro siguiente ilustra sobre la distribución de esos ingresos en libras esterlinas en los años que, respectivamente, concluyen el 5 de abril de 1864 y el 5 de abril de 1865.

Ingresos totales 95.844.222 308.416á105.435.787 332.431

De los cuales corresponden

57.028.290 a 22.334 personasá64.554.297 a 24.075 personas

36.415.225 a 3.619 personasá42.535.576 a 4.021 personas

22.809.781 a 822 personasá27.555.313 a 973 personas

8.744.762 a 91 personasá11.077.238 a 107 personas

En 1855, en el Reino Unido se produjeron 61.453.079 toneladas de carbón por un valor de 16.113.267 libras esterlinas; en 1864, 92.787.973 por un valor de 23.197.968 libras esterlinas. En 1855, 3.218.154 toneladas de arrabio por un valor de 8.045.385 libras esterlinas; en 1864, 4.767.951 toneladas por un valor de 11.919.877 libras esterlinas. La extensión de las vías férreas explotadas en el Reino Unido ascendía en 1854 a 8.054 millas, con una inversión de capital de 286.068.794 libras esterlinas; en 1864 la extensión en millas era de 12.789 y la inversión de capital de 425.719.613 libras esterlinas. La exportación e importación total del Reino Unido ascendía en 1854 a 268.210.145 libras esterlinas, y en 1865 a 489.923.285 libras esterlinas. La tabla siguiente muestra el movimiento de la exportación:

1846, 58.842.377 libras esterlinas

1849, 63.596.052 libras esterlinas

1856, 115.826.948 libras esterlinas

1860, 135.842.817 libras esterlinas

1865, 165.862.402 libras esterlinas

1866, 190.000.000 libras esterlinas aproximadamente.

Estos datos escasos permiten comprender el grito triunfal del director del Registro Civil británico: "Por rápido que haya sido el crecimiento de la población, ésta no se ha mantenido aI nivel del progreso experimentado por Ia industria y Ia riqueza". Volvámonos ahora a los agentes directos de esta industria, a los productores de esta riqueza: la clase obrera. "Uno de los rasgos más sombríos que presenta la situación social del país", dice Gladstone, "es que mientras se registra una mengua en la capacidad popular de consumo y un aumento en las privaciones y la miseria de la clase trabajadora, al mismo tiempo se verifica una acumulación constante de riqueza en las clases superiores y un constante incremento de capital". Así hablaba este untuoso ministro, en la Cámara de los Comunes, el 14 de febrero de 1843. El 16 de abril de 1863, veinte años después, en el discurso en que presentaba su presupuesto, sostuvo: "De 1842 a 1852, el ingreso tributable de este país aumentó en un 6 % ... En los 8 años que van de 1853 a 1861 se acrecentó, si partimos de la base de 1853, en un 20 %. El hecho es tan asombroso que resulta casi increíble... Ese embriagador aumento de riqueza y de poder... se restringe enteramente a las clases poseedoras, pero... pero necesariamente tiene que ser beneficioso, de manera indirecta, para la población obrera, ya que abarata los artículos de consumo general; mientras los ricos se vuelven más ricos, los pobres, en todo caso, se han vuelto menos pobres. Que se hayan modificado los extremos de la pobreza, es algo que no me atrevo a afirmar". Qué flojo anticlímax! Si la clase obrera sigue siendo "pobre", sólo que "menos pobre" en la proporción en que produce un "embriagador aumento de riqueza y de poder" para la clase propietaria, ello significa que en términos relativos es tan pobre como antes. Si los extremos de la pobreza no se han reducido, han aumentado, ya que lo han hecho los extremos de la riqueza. En lo tocante al abaratamiento de los medios de subsistencia, la estadística oficial por ejemplo los datos del Orfanato de Londres revela que en los tres años que van de 1860 a 1862 se produjo un encarecimiento medio del 20 % en comparación con los años 1851-1853. En el trienio siguiente, 1863-1865, se registró un encarecimiento progresivo de la carne, la manteca, la leche, el azúcar, la sal, el carbón y multitud de otros medios de subsistencia imprescindibles. El siguiente discurso gladstoniano del presupuesto, pronunciado el 7 de abril de 1864, es un ditirambo pindárico sobre los avances del lucro y de la felicidad popular, moderada por la "pobreza". Gladstone habla de masas que están "al borde del pauperismo", de ramos industriales "en los que no ha aumentado el salario", y resume, finalmente, la felicidad de la clase obrera en las siguientes palabras. "En nueve casos de cada diez, la vida humana es meramente una lucha por la existencia". El profesor Fawcett, exento de las consideraciones oficiales que ligan a Gladstone, declara rotundamente: "No niego, por supuesto, que los salarios hayan aumentado" (en los últimos decenios) "con ese incremento del capital, pero esa ventaja aparente se pierde en gran medida, ya que muchos artículos de primera necesidad se encarecen de manera constante" (este autor cree que por la baja de valor de los metales preciosos). "... Los ricos se vuelven rápidamente más ricos, mientras que no se percibe ningún ascenso en el confort de las clases trabajadoras... Los obreros se convierten casi en esclavos de los comerciantes minoristas a los que deben".

En los temas sobre la "Jornada laboral" y la "Maquinaria" el lector se impuso de las condiciones bajo las cuales la clase obrera británica, durante los últimos decenios, ha producido el "embriagador aumento de riqueza y de poder" para las clases propietarias. No obstante, entonces nos ocupábamos preferentemente del obrero dentro del proceso de producción mismo. Para comprender de manera cabal la ley de la acumulación capitalista es necesario detenernos un momento en la situación del obrero fuera de ese proceso, en sus condiciones de alimentación y vivienda. Los límites de este libro me obligan a ocuparme fundamentalmente del sector peor remunerado de los obreros industriales y agrícolas, que en conjunto constituyen la mayor parte de la clase obrera.

Pero previamente, digamos unas pocas palabras acerca del pauperismo oficial, o sea de la parte de la clase obrera que ha perdido su condición de existencia la venta de la fuerza de trabajo y vegeta gracias a los socorros públicos. El censo oficial de indigentes registraba en Inglaterra en 1855, 851.369 personas; en 1856, 877.767; en 1865, 971.433. A causa de la escasez de algodón, alcanzó en los años de 1863 y 1864 los guarismos de 1.079.382 y 1.014.978. La crisis de 1866, que afectó  con mayor rudeza a Londres, hizo que en esa sede del mercado mundial más populosa que el reino de Escocia el incremento en el número de indigentes fuera en 1866 del 19,5 % en comparación con 1865, y del 24,4 % con respecto a 1864, registrándose en los primeros meses de 1867 un aumento aun mayor en comparación con 1866. Al analizar la estadística de indigentes, cabe poner dos puntos de relieve. Por una parte, el movimiento descendente y ascendente de la masa de indigentes refleja las alternativas periódicas del ciclo industrial. Por otra parte, a medida que con la acumulación del capital se desarrollan la lucha de clases y, por consiguiente, la conciencia de sí mismos entre los obreros, las estadísticas oficiales se convierten en un índice cada vez más engañoso acerca del volumen real del pauperismo. Por ejemplo, la barbarie en el trato que se da a los pobres en torno a la cual la prensa inglesa ("Times", "Pall Mall Gazette", etc.) ha clamado tan ruidosamente durante los dos últimos años es de vieja data. Friedrich Engels comprobó en 1844 exactamente las mismas atrocidades y exactamente las mismas vociferaciones pasajeras, propias de la "literatura sensacionalista". Pero el terrible incremento de las muertes por inanición en Londres durante el último decenio, demuestra irrefutablemente el horror creciente que experimentan los obreros por la esclavitud del hospicio, ese correccional de la miseria.




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Nicolás Urdaneta Núñez


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