“Entendemos hoy
en día por fanatismo una locura religiosa, oscura y cruel. Es una enfermedad
que se adquiere como la viruela” (Voltaire.
Diccionario filosófico, 1764, «Fanatismo»).
Estimado Rigoberto.
La acepción básica del “pluralismo político” y de la “tolerancia
de las ideas distintas”, invalidaría de entrada el “síndrome anti-comunista”,
pero esta enfermedad del espíritu (como lo has planteado) no se entiende
bien ni con la acepción y contenido de las palabras, ni con los matices
y deliberaciones. “Del antichavismo visceral al anticomunismo ramplón”,
podría ser titulada, la bitácora de muchos viajeros de sombras. Optan
por el estereotipo, el cliché, por el congelamiento cognitivo, por
la vía del prejuicio. Pero basta con profundizar en la situación inicial:
“anti-chavismo visceral”, para varias sesiones de análisis.
¿Por qué llegar al anticomunismo ramplón? Siempre llamará la
atención para cualquier sociología de las trayectorias intelectuales,
que algunos otrora marxistas, otrora izquierdistas y otrora comunistas,
sean los más furibundos anti-marxistas, anti-izquierdistas y anti-comunistas.
Cambia nominalmente la idea, pero no el pathos, enraizado en
una lógica de la forma, del significante, dirían algunos. He tomado
cierta cautela por una cuádruple división de los espíritus en una
cartografía de estricto uso personal: logos, ethos, pathos y mithos.
Posiblemente existan otras caras y dimensiones para una mirada poliédrica
de la condición humana. Pero “esa enfermedad que se adquiere
como la viruela”, se asemeja a una suerte de ritual de desposesión,
de purga interior, de expiación de “mala conciencia”, de purificación
imaginaria que afecta no solo el registro de las ideas, sino las
fibras del cuerpo, sus gestos y actitudes básicas. Hay que seguir
criticando el extravió del “cesarismo” y el “sectarismo”
de esta “revolución bonita”. Pero no hay que dejar pasar los
contrabandos de la extrema derecha. Opino que se asemejan más en
su paralizado espíritu a la mujer de Lot, aquel relato del Génesis
Bíblico que se pasea en su desenlace narrativo por las figuras incestuosas
de un Lot, viejo, embriagado e ignorante de sus actos, con sus sobrevivientes
hijas en aquella cueva, dejando como descendencia a los Moabitas y Ammonitas
hasta hoy. ¡Santa palabra!, dirán otros fanáticos. La mujer de Lot
al volver su mirada hacia aquella Sodoma se convierte en una estatua
de sal. Los Ángeles se lo habían dicho, prohibido volver la mirada.
Los otrora marxistas, otrora izquierdistas y otrora comunistas,
al mirar su pasado de ideales de emancipación, se les paraliza
el espíritu, la elemental capacidad de diferenciar a Marx de Stalin,
a Gramsci de Kim Il Sung, o a Rosa Luxemburgo de Fidel Castro. Su pasado
es repudiado en bloque, como será luego la imagen bíblica de aquellas
Sodoma y Gomorra. Si vuelven la mirada, serán castigados por Jehová.
Pero bajo esta interdicción, su mirada no tiene muestra alguna de ternura,
de cariño, de solidaridad por los vencidos de la Historia (Walter
Benjamin). ¡Todos son comunistas, y merecen la liquidación simbólica…y
no tan simbólica!- dirán. Su boxeo de sombras implica la pregunta:
¿Cómo volver infecundo el espíritu haciendo bloque ideológico
con el pathos anti-comunista? Actos de contra-identificación,
de abjuración del “socialismo marxista”, sometido ahora a la vieja
ceguera anti-comunista, empobreciendo su propia memoria, historia presente
y opciones de futuro. Ellos saben lo que hacen, y lo hacen, plantea
la nueva figura del “cinismo ideológico”. Hay falacias que operan
por aglomeración en un “bloque mágico”, como aquella que justifica
la amalgama: “anticomunismo, tolerancia y pluralismo”. ¿De cual
anticomunismo estarán hablando éstas esposas de Lot? ¿Del inciso
sexto del compatriota Arcaya? ¿El macartismo tropical en clave del
otrora combate del castro-comunismo betancourista? ¿Qué terreno para
la política se dispone en el tablero estratégico desde este locus
de enunciación? Hay incluso, en algunos anti-comunistas una suerte
de tragedia inconsciente no tramitada. Duelo de victimas y victimarios.
Guión que opera más allá de sus “sinceras intenciones”. Hablan
de tolerancia y pluralidad democrática, pero retornan a la lógica
de la mazmorra gomecista, la misma que torturó a Pio Tamayo y tantos
más. Las “mentalidades de inciso sexto”
están sueltas. Quizás sueñen con emular la formalización
jurídica de la matriz ideológica anticomunista, como en aquel año
1936, con López Contreras y su Ley Lara. A estas mujeres de Lot habrá
que recordarles, que fueron comunistas y socialistas los protagonistas
de la construcción democrática de la “Venezuela moderna”. Que
incluso, algunas de estas estatuas de sal, fueron protagonistas de esta
construcción democrática, y desde la posición comunista. ¿Que
dijera hoy Gustavo Machado ante ésta nueva viruela? No podemos
permitir que se confunda la tolerancia de un Voltaire, con su descomposición
en la paupérrima “tolerancia represiva”, retratada ya hace tiempo
por Herbert Marcuse. Cuando los liberales-pluralistas tienen miedo,
y ya no esperanza, no recurren a la democracia pluralista, sino a la
represión. Es el viejo rostro del fascismo el que pulula en el cadáver
de las ideas de estos espíritus atemorizados.
jbiardeau@gmail.com