Los comunistas son: mentirosos, farsantes y felones

El ciudadano y empresario venezolano Nelson Mezherani, en carta dirigida al Presidente Chávez desde Estados Unidos, llega a una conclusión “histórica” que es la siguiente: “Los comunistas son: mentirosos, farsantes y felones”·. Personalmente, ni conozco al ciudadano Mezherani ni tengo ninguna razón para inventar mentiras sobre su vida individual, familiar ni sobre sus negocios económicos. Tampoco es mi intención descalificarlo ni exigirle que moldee su pensamiento a favor de lo que no cree. Me limito, exclusivamente, a categorías de la historia y a ejemplos que a través del tiempo, me parece, son como imposibles de negar.

            Sin embargo, para la búsqueda y defensa de la verdad –en relación con su conclusión-  no es necesario inmiscuirse en el enfrentamiento que sostiene el ciudadano Mezherani con el gobierno y, mucho menos,  agarrarse, para sacarle punta, del juicio que se le adelanta en un tribunal de la República que  debería sustentarse en verdades verdaderas y no verdades procesales. No restemos ni sumemos absolutamente nada a los derechos que tiene el ciudadano Mezherani para disfrutar de sus libertades individuales de expresión, de pensamiento y de juicio que le permitan emitir sus criterios o dar sus opiniones que considere son sus verdades. En lo que sí estamos obligados, los que no compartamos sus criterios, es a indagar un poco, por lo menos un poco, para que podamos determinar si la conclusión expuesta por el ciudadano Mezherani de que “Los comunistas son: mentirosos, farsantes y felones” sea cierta o farsa, sea verdad o mentira.  

            No tenemos, por otro lado, ninguna necesidad o  razón para exigirle explicaciones al ciudadano Mezherani sobre detalles o argumentos que le confirmen su conclusión. Sólo hagamos uso de nuestro derecho a conocer la verdad como un arma efectiva contra la divulgación o venta de la mentira. Nadie entienda que estoy afirmando que el ciudadano Mezherani sea mentiroso, farsante y felón. No, eso no, pero en concepciones teóricas, en ideologías, en ejercicio de la ciencia política, en exposición de la historia o de la sociología, por citar algunos ejemplos, nadie ha resultado ser una perfección del Cielo o de la Tierra, que nunca se equivoca, que jamás comete un error y, especialmente, cuando las hipótesis tienen necesariamente que confirmarse o rechazarse en la práctica social. Galileo abjuró de sus ideas ante la Inquisición, porque ésta sostenía que Dios hizo al mundo estático, a su imagen y semejanza pero, sin embargo, la Tierra nunca dejó de girar alrededor del sol. El maestro Simón Rodríguez, hace dos siglos o más lanzó a los buscadores de conocimientos tres palabras de mucho significado: “Inventar o errar”, lo cual puede interpretado como una consigna para la conquista de luz o en otros términos, viene siendo como un llamado al enriquecimiento del pensamiento social.

            No tenemos ninguna necesidad de revisar las bibliotecas de la Antigüedad para tratar de encontrar elementos que nos ilustren sobre la conclusión hecha por el ciudadano Mezherani como producto de su análisis sobre la situación socioeconómica o política venezolana. Dejemos a los griegos y los romanos los problemas y las contradicciones entre griegos y romanos en aquellos viejos tiempos en que se disputaban el predominio imperial del mundo y también del conocimiento y de las palabras. Ahora  estamos viviendo la era de la dominación de los grandes supermonopolios económicos que, además, también son propietarios de los poderosos laboratorios donde se programan y se elaboran las mentiras para tratar de engañar todo el tiempo a la inmensa mayoría de la población del mundo.

            Sin necesidad de pisar el predio o entrar al aula de alguna universidad de este planeta, así lo creo, podemos imaginarnos una manera segura de buscar respuesta que nos permita dar con exactitud sobre la materia que estamos indagando, es decir, sobre la determinación de la verdad o de la mentira, de lo cierto o de lo farso en relación con la conclusión del ciudadano Mezherani. Incluso, no tenemos necesidad de abrazarnos del cuello de la piedra filosofal ni tampoco de sonreírle a la alquimia para que nada de metafísica se nos interponga en el camino aun cuando nada tengamos de físico. Si el flogisto levanta su espada para atacarnos, simplemente para derrotarlo, invoquemos la palabra realidad. Mejor, agarrémonos de la mano del camarada Sócrates para utilizar, exclusivamente, su método de preguntas conocido como “ironía” socrática o, mejor dicho, la mayéutica como una forma de hacer que un interlocutor descubra, con sus respuestas, las verdades que lleva en sí mismo por medio de una serie de interrogantes. En definitiva, lo que quiero decir es que hagamos unas cuantas preguntas para que, sin mucho afán ni rompernos el cerebro estudiando cuanto libro o texto tengamos a nuestra disposición, lleguemos a feliz término determinando si es correcta o no, si es cierta o farsa, si es mentira o verdad la conclusión elaborada por el ciudadano Mezherani, extraída de su análisis sobre la historia de los comunistas. Conste, que no se está negando ni el nivel de conocimientos ni el derecho que posee el ciudadano Mezherani de llegar a sus conclusiones como resultado de su visión sobre la realidad venezolana, en lo particular, o internacional, en lo general. No pocas veces, y esto nada tiene que ver con el ciudadano Mezherani, luego de hecho un análisis correcto de una determinada realidad, bien sea nacional o bien sea internacional, se llega a una síntesis incorrecta o lo contrario. Los que se crean poseedores de todas las verdades, concretas y absolutas, no pertenecen a este planeta. Quienes lean la Biblia se darán cuenta, muy fácilmente, que  los apóstoles del Señor Jesucristo tienen entre sí muchas contradicciones que nos obligan a preguntarnos: ¿quién sí y quién no era poseedor de la verdad o de la mentira en sus opiniones sobre el mundo, Dios, el Diablo, Jesús y sus luchas, la Tierra y el Cielo, la manzana y la culebra como fuente del pecado…?

            Tomemos, como ejemplo, dos personajes históricos para medir con exactitud hasta dónde es una verdad o una mentira la conclusión del ciudadano Mezherani sobre los comunistas: Carlos Marx quien, lo crean o no lo crean, es el símbolo –pudiera decirse- inmaculado de la militancia revolucionaria o comunista y, además, ser el creador de la doctrina marxista del proletariado; y Federico Engels, un millonario burgués que fue capaz de comprender las realidades, contradicciones y necesidades del mundo en su tiempo y abrazar la doctrina del proletariado hasta convertirse en el ejemplo más sublime y maravilloso de la militancia revolucionaria y de la solidaridad internacional por el comunismo.

            Bueno, vayamos a las preguntas tomadas de las enseñanzas de Marx y Engels como ejemplo de vocerías autorizadas del comunismo o de los comunistas

            1.-  “… la existencia de las clases sólo va unida a determinadas fases históricas de desarrollo de la producción…”. ¿Es eso cierto o farso, verdad o mentira?”

2.- “… que la lucha de clases conduce, necesariamente, a la dictadura del proletariado…”. ¿Es eso cierto o farso, verdad o mentira?

3.- “… que esa misma dictadura no es de por sí más que el tránsito hacia la abolición de todas las clases y hacia una sociedad sin clases…”. ¿Es eso cierto o farso, verdad o mentira?

4.-  “La naturaleza existe independiente de toda filosofía; es la base sobre la que crecieron y se desarrollaron los hombres, que son también, de suyo, productos naturales; fuera de la naturaleza y de los hombres, no existe nada, y los seres superiores que nuestra imaginación religiosa ha forjado no son más que otros tantos reflejos fantásticos de nuestro propio ser…”. ¿Es eso cierto o farso, verdad o mentira?

5.- “… toda la concepción de la historia descansaba en el supuesto de que las últimas causas de todas las transformaciones históricas habían de buscarse en los cambios que se operan en las ideas de los hombres, y de que todos los cambios, los más importantes, los que regían toda la historia, eran los políticos. No se preguntaban de dónde les vienen a los hombres las ideas ni cuáles son las causas motrices de los cambios políticos. Sólo en la escuela moderna de los historiadores franceses, y en parte de los ingleses, se había impuesto la convicción de que, por lo menos desde la Edad Media, la causa motriz de la historia europea era la lucha de la burguesía en desarrollo contra la nobleza feudal por el Poder social y político. Pues bien, Marx demostró que toda la historia de la humanidad, hasta hoy, es una historia de lucha de clases, que todas las luchas políticas, tan variadas y complejas, sólo giran en torno al Poder social y político de unas u otras clases sociales; por parte de las nuevas, para conquistarlo. Ahora bien, ¿qué es lo que hace nacer y existir a estas clases? Las condiciones materiales, tangibles, en que la sociedad de una época dada produce y cambia lo necesario para su sustento…”. ¿Es eso cierto o farso, verdad o mentira? Es necesario decir que Engels, en otra oportunidad, hablando de lo mismo aclaró que menos una parte de la historia de la comunidad primitiva no entra en esa historia de la lucha de clases, porque éstas no existían.

6.- “… Es la fuerza propulsora de la anarquía social de la producción la que convierte a la inmensa mayoría de los hombres, cada vez más marcadamente, en proletarios, y estas masas proletarias serán, a su vez, las que por último, pongan fin a la anarquía de la producción…”. ¿Es eso cierto o farso, verdad o mentira?

7.- “Los hombres hacen ellos mismos su historia, pero hasta ahora no con una voluntad colectiva y con arreglo a un plan colectivo, ni siquiera dentro de una sociedad dada y circunscripta. Sus aspiraciones se entrecruzan; por eso en todas estas sociedades impera la necesidad, cuyo complemento y forma de manifestarse es la casualidad. La necesidad que aquí se impone a través de la casualidad es también, en última instancia, la económica. Y aquí es donde debemos hablar de los llamados grandes hombres. El hecho de que surja uno de éstos, precisamente éste y en un momento y en un país determinado, es, naturalmente, una pura casualidad. Pero si lo suprimimos, se planteará la necesidad de reemplazarlo, y aparecerá un sustituto, más o  menos bueno, pero a la larga aparecerá. Que fuese Napoleón, precisamente este corso, el dictador militar que exigía la República Francesa, agotada por su propia guerra, fue una casualidad; pero que si no hubiese habido un Napoleón habría venido otro a ocupar su puesto, lo demuestra el hecho de que siempre que ha sido necesario un hombre: César, Augusto, Cromwell, etc., este hombre ha surgido. Marx descubrió la concepción materialista de la historia, pero Thierry, Mignet, Guizot y todos los historiadores ingleses hasta 1850 demuestran que ya se tendía a ello; y el descubrimiento de la misma concepción de Morgan prueba que se daban ya todas las condiciones para que se descubriese, y necesariamente tenía que ser descubierta”. ¿Es eso cierto o farso, verdad o mentira?

8.- “… Según la concepción materialista de la historia, el factor que en última instancia determina la historia es la producción y la reproducción de la vida. Ni Marx ni yo hemos afirmado nunca más que eso. Si alguien lo tergiversa diciendo que el factor económico es el único determinante, convertirá aquella tesis en una frase vacua, absurda, abstracta. La situación económica es la base, pero los diversos factores de la superestructura que sobre ella se levanta –las formas políticas de la lucha de clases y sus resultados, las Constituciones que, después de ganada una batalla, redacta la clase triunfante, etc., las formas jurídicas, e incluso los reflejos de todas estas luchas reales en el cerebro de los participantes, las teorías políticas, jurídicas, filosóficas, las ideas religiosas y el desarrollo ulterior de éstas hasta convertirlas en un sistema de dogmas- ejercen también su influencia sobre el curso de las luchas históricas y determinan, predominantemente en muchos casos, su forma. Es un juego mutuo de acciones y reacciones entre todos estos factores, en el que a través de toda la muchedumbre infinita de casualidades (es decir, de cosas y acontecimientos cuya trabazón interna es tan remota o tan difícil de probar, que podemos considerarla como inexistente, no hacer caso de ella), acaba siempre imponiéndose como necesidad el movimiento económico. De otro modo, aplicar la teoría a una época histórica cualquiera sería más fácil que resolver una simple ecuación de primer grado”. ¿Es eso cierto o farso, verdad o mentira?

9.- “… la abolición del Estado sin una revolución previa es un absurdo; la abolición del capital es precisamente la revolución social o implica un cambio en todo el mundo de la producción…”. ¿Es eso cierto o farso, verdad o mentira?

10.-  En el capitalismo existen y poseen contradicciones antagónicas dos clases sociales fundamentales: la burguesía y el proletariado. La primera, explota el trabajo de la segunda, le cancela un salario miserable por su fuerza de trabajo, le somete a realizar trabajo extra (plustrabajo) que le produce plusvalía, por la cual la burguesía no le paga ni un solo centavo al proletariado. ¿Es eso cierto o farso, verdad o mentira?

11.- La burguesía, a través del Estado burgués, oprime no sólo a los trabajadores que le producen la riqueza sino, igualmente, a todas las clases, sectores y estamentos sociales que carecen de medios de producción o están sometidos a los rigores de la economía monopolista capitalista. ¿Es eso cierto o farso, verdad o mentira?

Se pudieran hacer miles de preguntas y todas tienen una respuesta que nos permiten medir o determinar con exactitud, sin ningún peligro de error, dónde está la mentira o la verdad, lo cierto o lo farso de los comunistas. Es muy cierto o es verdad que pocos o muchos comunistas hayan mentido, unas veces con intención preconcebida, algunas por carecer del conocimiento sobre lo que opinan, no pocas veces por el impulso inmediato de responder a lo que consideran es una falsedad dicha por un adversario y que no comparte.  Aceptemos eso, pero en los elementos de principios de la vida social, del desarrollo histórico, de la producción y reproducción de la vida real, de la explotación de la fuerza de trabajo, de las condiciones socioeconómicas de los obreros y de los campesinos, de las formas en que los patrones le expropian la riqueza al verdadero productor de la misma que no es otro que el proletariado, del robo del trabajo ajeno cuando se obliga al obrero a realizar plustrabajo para producir plusvalía que no le es retribuida económicamente, y sobre muchas otras realidades, habría que preguntarse ¿quién realmente farsea o acierta al describir la objetividad o, quién dice la verdad o la mentira: los comunistas o los capitalistas?

¿Cuántos capitalistas en este mundo son capaces de decirles la verdad verdadera   a sus obreros, a sus explotados, a los que le venden su fuerza de trabajo y le producen su riqueza económica, a los consumidores de las mercancías de primera necesidad? ¿Cuántos capitalistas en este mundo se atreven a decir la verdad y no la mentira de cómo explotan la mano de obra asalariada, cuánto realmente de riqueza le producen los explotados y si realmente son justos en el pago salarial por la cantidad de trabajo realizado por los proletarios? ¿Si dijeran los capitalistas la verdad verdadera no creen que ya este mundo estuviese andando o girando correctamente con la cabeza hacia arriba y los pies hacia abajo en vez de lo contrario, tal como lo hace actualmente bajo los rigores del capitalismo salvaje? ¿Cuáles capitalistas en este mundo se atreven a decir la verdad de que la fuente o causa de los males principales de la humanidad (incluyendo las guerras) es la propiedad privada sobre los medios de producción y el Estado que sobre ella se levanta y domina políticamente a la sociedad? Basta un botón como ejemplo para saber la verdad verdadera: en la Francia de la Comuna de París (1871), cuando los obreros hicieron su insurrección y ocuparon débilmente el poder político por unas pocas semanas, hubo un millonario burgués llamado Charles Beslay, que no sólo entregó su fortuna a los comuneros sino que les dijo que ni en él mismo creyeran lo que les decía porque el burgués era mentiroso por naturaleza en provecho de sus intereses económicos. Sin embargo, lo dicho por Beslay no es totalmente cierto o verdad eterna. No pocas veces existen algunos capitalistas que dicen verdades, que reconocen las realidades objetivas, que se dan cuenta de la necesidad de aceptar lo que es cierto y lo que es farso. Pero en todo caso, como generalidad, tratan es de salvaguardar sus intereses económicos particulares por encima de los intereses de toda una sociedad. ¿Acaso entre los capitalistas no existen contradicciones, no se pelean por sus intereses individuales o de sector social oligárquico? ¿Acaso, en determinadas circunstancias, unos pocos capitalistas se ven obligados a reconocer la verdad en contra de otros que pretenden seguir engañando a sus trabajadores para evitar que éstos luchen por mejorar sus condiciones socioeconómicas? La historia del capitalismo está repleta de ejemplos. Nadie, ni siquiera el mejor y más inmaculado de todos los comunistas se atrevería negar que los ideólogos que ilustraron las cabezas para que éstas dirigieran la Revolución Burguesa Francesa de 1789 se valieron de muchísimas verdades contra el absolutismo feudal e incluso contra las ideas religiosas de su tiempo pero nadie, igualmente, podrá negar que los capitalistas que admiraron hombres como Rousseau y otros, por ejemplo, luego hicieron añicos los ideales de esos ilustres científicos sociales de su época. Mientras que Marx y Engels, por ejemplo, sí supieron apreciar y aprovechar los conocimientos de ideólogos burgueses, tales como Ricardo David y Adams Smith en economía, para poder ilustrar al proletariado sobre las profundas realidades y contradicciones del capitalismo. ¿Será que tendrá validez, como conclusión histórica, de que los comunistas son: mentirosos, farsantes y felones? Cada quien diga lo que considera sea cierto o farso, verdad o mentira. Amén.



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Freddy Yépez


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