Decimos que es un pelón, por la sencilla razón de que algunos pretenden echarle el ganso a las escuelas, queriendo decir con ello que la Escuela es la real culpable, asunto que no es exactamente así.
Sabemos que la Escuela y el Bachillerato nos nutren con información, es decir, un conocimiento general de la vida, unas nociones del pasado, presente y posibilidades no bien definidas acerca del futuro; la Educación Superior, por su parte nos suministra herramientas para hacerle frente a la vida.
Cuando hablamos de una educación para la calle, de lo que hablamos es de apoyar a los niños, jóvenes y adultos por aquellas carencias que tuvieron e sus hogares. Sabemos que la rotura del núcleo familiar incide fuertemente en la desaparición de los valores en el hogar, bien porque en la mayoría de los casos priva más en la madre el hecho de la sobrevivencia de ella y sus hijos por encima de la transmisión de los valores.
Es notorio que el hombre es factor determinante en la rotura del núcleo familiar y también lo es que la madre cae, a partir de allí, en un ciclo repetitivo que le impedirá cooperar en la formación de los valores que nacen en el hogar, mientras se va llenando de nuevos hijos y de nuevos compañeros que entran y salen.
¿Qué nos deja esto?
Niños y niñas, jovencitos y jovencitas y adultas y adultos, que jamás recibieron en sus casas la enseñanza sobre los valores positivos que nacen en el hogar, como el amor, respeto, confianza, solidaridad, sentido de lo colectivo, de lo bueno, de lo malo, buenas costumbres, tiempo para el silencio, obediencia, las palabras vitales y bien pronunciadas para el fortalecimiento de las relaciones en comunidad y mucho más.
Eso lo hace el hogar y no las instituciones educativas y ante la ausencia de un hogar verdadero, corresponde al Estado suplir esas carencias. Esto no es invento, pues es fácil determinarlo con una buena encuesta y las autoridades se sorprenderían con los resultados.
Y si alguien quiere verificarlo por si mismo, salga a la calle, camine por las aceras, párese en las esquinas, vaya al Metro o móntense en un bus o una camioneta y actúe como cualquier pasajero.
¡Pare la oreja y ponga atención a todo lo que se hable y como son dichas las cosas!
Nos vamos a encontrar con gente mal hablada, sin mala intención, solo que nunca aprendieron porque no pudieron enseñarles. Ese es un pelón en revolución a resolver, porque ¿Cómo tener una cultura política, una relación con los vecinos? ¿Cómo crear una cultura en pro del ambiente, hacia el turismo, si tenemos gente que no sabe decir las cosas, que no habla bien, con un vocabulario de 50 palabras, 40 de ellas groserías?
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