Estimados y
estimadas lectoras, si usted quiere aproximarse a un examen de las
corrientes múltiples que se han inspirado en la obra abierta e
inconclusa de Carlos Marx, hay que pasearse por las páginas del monumental
texto titulado “Las principales corrientes del marxismo” (Leszek
Kolakowski), para ubicar luego allí a la subespecie de la variante
leninista del marxismo ruso hasta llegar a la decadencia del estalinismo.
Allí
comenzaría la travesía por el territorio del
“marxismo soviético”, por sus apologistas, sus postulados,
sus perfiles y por sus impactos en el llamado “Tercer Mundo”, incluyendo
a América Latina y el Caribe.
2.- Importancia
de la crítica al “marxismo soviético”:
¿Por qué
detenerse a analizar el “marxismo soviético”? Porque ha sido el
principal legado y referencia teórica de lo que en nuestras latitudes,
en nuestro espacio-tiempo histórico, en nuestra geografía de la experiencia
y estructura de sentimientos, ha constituido la reducción, simplificación
y estereotipo del “pensamiento crítico de Carlos Marx”, y sobre
todo, del pensamiento crítico y creativo para construir la
democracia socialista.
Para luchar
por desmontar el dogmatismo y el sectarismo,
consideramos que hay que romper radicalmente con el troquelado de
las figuras del “marxismo soviético” en nuestro continente,
sobremanera con toda la subcultura de manuales de “comunismo científico”,
que se diseminaron y se sedimentaron como versiones oficiosas de
la “teoría revolucionaria”, incluyendo las recepciones, apropiaciones
y recreaciones que del “marxismo soviético” hicieron personajes
como José A. Mella, Aníbal Ponce, e incluso el propio Che Guevara
y Fidel Castro (hasta donde uno puede rastrear en una lectura exhaustiva
del Che, este se definía a sí mismo como “marxista-leninista”,
haciendo elogios incluso al manual de marxismo-leninismo de Otto V.
Kuusinen).
3.- Cuidado
con el sectarismo y el dogmatismo en la revolución:
Porque en la
revolución cubana, por ejemplo, el sectarismo y el dogmatismo
no se refieren sólo a los eventos relacionados con la figura de Aníbal
Escalante y las llamadas “micro-fracciones”, sino que con parte
constitutiva de la propia implantación del “marxismo soviético”
en la formación de generaciones enteras de simpatizantes, cuadros y
militantes, asfixiando las iniciativas de recreación abierta, reconstrucción
crítica, renacimiento y trascendencia de ésta figura del “marxismo-dogma”.
4.- El
“Che” también bebió el veneno del marxismo-dogma:
No podríamos
pasar por alto aquellas frases del Che donde afirmó que: “Se
da una nueva experiencia revolucionaria a América, se demuestra
cómo las grandes verdades del marxismo-leninismo se cumplen siempre;
en este caso, que la misión de los dirigentes y de los partidos es
la de crear todas las condiciones necesarias para la toma del poder
y no convertirse en nuevos espectadores de la ola revolucionaria que
va naciendo en el pueblo.” (Guevara: “El partido marxista-leninista”)
O cuando el
Che concebía al Partido Unido de la Revolución como el “exponente
del marxismo-leninismo en las nuevas condiciones de Cuba” (Guevara:
“El partido marxista-leninista”). O cuando se habla de “marxismo”
como “guía para la acción”, pues ya se han “descubierto las
grandes verdades fundamentales, y a partir de ellas, utilizando el materialismo
dialéctico como arma, se va interpretando la realidad en cada lugar
del mundo.” (Guevara: “Sobre la construcción del Partido”)
Otro ejemplo se refiere al hablar de “verdades absolutas descubiertas
por el marxismo, no inventadas, no establecidas como dogmas, sino descubiertas
en el análisis del desarrollo de la sociedad.” (Ibid). Y finalmente
con mayor claridad cuando señala que: “En otros términos, el
marxismo, a nuestro entender, es único y respecto a
él, sólo pueden existir divergencias en la aplicación de la doctrina
en los diversos países”.
Por tanto,
a pesar de que la tensión entre ortodoxia marxista-leninista y heterodoxia
(enfatizada por las investigaciones de Michel Löwy o Néstor Kohan),
se ve cada vez acentuada al final de su desarrollo ideológico, las
ideas y valores del Che siguen estando relacionadas constitutivamente
con la implantación del “marxismo soviético” en América Latina
y el Caribe; en fin, el Che trató de “(…) buscar la mejor
solución a nuestros problemas dentro de los principios del marxismo-leninismo”.
(Guevara: “Las bases materiales del socialismo”).
5.- Mariátegui
y la heterodoxia de la tradición:
Como planteara
Mariátegui, tal vez al final de su obra revolucionaria, el Che vivió
las tensiones de “la heterodoxia de la tradición”: “Porque
la tradición es, contra lo que desean los tradicionalistas, viva y
móvil. La crean los que la niegan para renovarla y enriquecerla. La
matan los que la quieren muerta y fija, prolongación de un pasado en
un presente sin fuerzas, para incorporar en ella su espíritu y para
meter en ella su sangre.” (Mariátegui: Heterodoxia de la tradición).
O como señalara
Mariátegui en su “Defensa del marxismo”: “la herejía es indispensable
para comprobar la salud del dogma”. En este orden del discurso: “Los
verdaderos revolucionarios no proceden nunca como si la historia empezara
con ellos. Saben que representan fuerzas históricas, cuya realidad
no les permite complacerse con la ultraísta ilusión verbal de inaugurar
todas las cosas.”.
Para Mariátegui,
no hay que confundir tradición con “tradicionalismo”, con “doctrinarismo”,
con actitud conservadora, inmóvil y fósil. Allí hay una clara indicación
para determinar que cosa es el “dogmatismo”.
El dogmatismo
es inmóvil y su apelación a la tradición es una identificación
con el cementerio de pensamientos críticos y creativos. La tradición
se crea y se recrea, pero también se socava y se destruye. Puede existir
renacimiento, renovación y enriquecimiento, pero también congelamiento,
fosilización y petrificación. Matan la tradición del pensamiento
revolucionario, los que la quieren fija, absoluta, simple inercia y
prolongación de un pasado en un presente sin fuerza.
Para Mariátegui,
en cambio, hay que estrenar una tesis revolucionaria sobre la tradición
del “pensamiento crítico marxiano”, para indagar las líneas de
posibilidad de su ulterior trascendencia. Habla de la tradición,
en su complejidad y multiplicidad, no del “marxismo soviético, entendida
la primera como patrimonio y continuidad histórica, pero abordando
su complejidad y diversidad. Pero a la vez, sin cerrar la posibilidad
de derrumbar sus más invulnerables principios o axiomas, generando
una subversión en el propio marxismo. ¿Cómo subvertir la realidad
sin subvertir las estructuras ideológicas que la mantienen, incluyendo
las “teorías revolucionarias que son tapaderas burocráticas para
impedir el poder constituyente y la revolución democrática permanente?
Hay que abrir el espacio a los revolucionarios iconoclastas, no se trata de sólo de una fórmula gratuita, como sugería Mariátegui. Hay que evitar el “doctrinarismo”, reconociendo que las negaciones intransigentes tienen un papel dialéctico. Hay dogmatismo y sectarismo cuando nos apegamos a un conjunto de reliquias inertes y símbolos extintos. Cuando comprendemos una tradición como una receta escueta y única. Porque la tradición es heterogénea y contradictoria en sus componentes. El fetichismo de la tradición y de creencia fija e inmóvil, esto es dogmatismo y conduce casi invariablemente al sectarismo.
El revolucionario
tiene del pasado una imagen animada y viviente, cargada de potencialidades,
mientras que el tradicionalista es incapaz de representárselo en su
inquietud y su fluencia. Quien no puede imaginar el futuro, tampoco
puede, por lo general, imaginar el pasado, decía Mariátegui, pues
la historia no es ni museo ni momia: “Los revolucionarios encaman
la voluntad de la sociedad de no petrificarse en un estadio, de no inmovilizarse
en una actitud. A veces la sociedad pierde esta voluntad creadora, paralizada
por una sensación de acabamiento o desencanto. Pero entonces se constata,
inexorablemente, su envejecimiento y su decadencia.” (Mariátegui;
Heterodoxia de la tradición)
6.- Contra
la izquierda sectaria y grupuscular:
Este síntoma
de envejecimiento y decadencia es parte de la izquierda sectaria y grupuscular.
Por tanto, hay que reivindicar las expresiones creativas, heréticas,
críticas, del pensamiento revolucionario, agarrar la historia por
su lado activo, instituyente-constituyente, pues si no, abordamos
la sociedad desde el abandono o la abdicación de la voluntad de
vivir, renovándose y superándose incesantemente.
Abandonar de
una vez el legado del “marxismo soviético” implica desgarrarse
del pesado fardo que no deja caminar livianamente un proceso de transformación.
Pues en muchas ocasiones incluso nuestra historia, es una historia en
la que la lucha contra la opresión, es invadida por las categorías
de los opresores y ella también se convierte en una historia de
“héroes”, de “grandes personalidades”, que terminan limitando
nuestra autonomía en el presente, siendo prisioneros de los arquetipos
del pasado.
La
emancipación es posible respecto de la negación de la pesadilla del
tradicionalismo, afirmación de lo posible, de la prefiguración y la
configuración. Pues, dentro de la constelación marxista hay múltiples
y contradictorias corrientes y tendencias
(desde el marxismo de los consejos, hasta el marxismo estadólatra;
desde el marxismo libertario, hasta el marxismo despótico; desde el
marxismo humanista al marxismo anti-humanista); corrientes diversas
que se disputan el legado teórico del pensamiento crítico y la acción
revolucionaria de Carlos Marx.
Pero el estalinismo
explícito o entrelíneas, por ejemplo, es parte de toda la escatología
“marxista-leninista” en clave de manuales de
“comunismo científico” (Ver, por ejemplo, Afanasiev). Obviamente,
desde las interpretaciones del marxismo euro-céntrico, autoritario,
dogmático, estatista y sectario, no se llegará muy lejos en la
revolución bolivariana. Son parte de su callejón sin salida, de
la revolución bloqueada.
Desde este
bloqueo histórico, teórico y estratégico se cancela el espíritu
radicalmente crítico y creativo, se cierra todo clima intelectual
que de paso a las construcciones teóricas más ricas, vitales y creativas,
se cancela la recreación de su revolución teórica inconclusa,
se recae en la apologética de cualquiera de los “regimenes despóticos”
que caracterizaron el socialismo real en el siglo XX.
7.- Necesitamos
definiciones y deslindes del socialismo burocrático:
¿Queremos
definiciones? No queremos que el socialismo sea “calco y copia”,
repetición de dogmas estériles y cultivo de una izquierda sectaria
y grupuscular. Tal vez, algunos miembros de cierto “pelotón sectario”,
cuyos desvaríos dañan al clima de debate constructivo y re-agrupamiento
de tendencias de apoyo de la revolución bolivariana, podrían revisar
algunas páginas de Alvin Gouldner: “Los Dos Marxismos”, para detectar
sus aspiraciones proféticas, milenaristas, religiosas, más cercanas
a Weitling que a Marx.
O si el “pelotón
sectario” llega a encandilarse por los prejuicios y dogmas hacia pensadores
(¡Ah, los peligrosos “revisionistas”!) que desgarraron en su tiempo
las aproximaciones doctrinarias y dogmáticas del pensamiento
crítico de Marx; sería también conveniente revisar el “Diccionario
de pensamiento marxista” de Tom Bottomore, dar cuenta de auténticas
renovaciones de las reflexiones marxistas. ¿Quieren definiciones?
Cambien de diccionario, porque los manuales URSS o de la burocracia
política, ya no poseen ni consistencia ni legitimidad.
O quizás,
deban releer la trayectoria teórica e intelectual de personajes como
Adam Schaft (Polonia) o Istvan Meszaros (Hungría-Gran Bretaña), para
comprender porque sigue siendo obligante una ruptura existencial
con todo el engaño y autoengaño de los regimenes despóticos del antiguo
campo soviético, del bloque de países que conformaron el socialismo
irreal del siglo XX. Pueden encontrar definiciones enciclopédicas
en el monumental esfuerzo del “Diccionario Histórico-Crítico del
Marxismo”, referido por Wolfgang Fritz Haug, para comprender que una
cosa es Marx, y otra los “marxismos”.
Lo que se derrumbo
en 1989 y se transfiguro ya desde 1921 en la URSS, no fue propiamente
socialismo sino un sistema que usurpó
su nombre y acabo por ser su negación. Escúchese bien, 1921, X
Congreso del Partido Bolchevique, liquidación de la oposición obrera,
Kronstadt, luego liquidación de la oposición de izquierda, persecución
contra todo lo que pudiera en cuestión el “leninismo oficioso”.
La genealogía del socialismo burocrático puede rastrearse de manera
meticulosa y precisa para dar cuenta de su despotismo, su burocratismo,
su dogmatismo y su sectarismo.
Más cerca
de nosotros (Nuestra América), el “pelotón sectario” podría dejar
de propagar las tesis dogmáticas del pensamiento
único de izquierda, llevarnos al callejón sin salida del estalinismo
disfrazado de retórica espiritualista. Los auténticos paralizadores
son los que nos recitan el calco y copia del siglo XX, el servilismo
ideológico a la revolución rusa ó a la revolución cubana.
8.- El bloqueo
revolucionario está relacionado con que no podrá
atacarse el reformismo desde el dogmatismo y el sectarismo:
Ciertamente el “reformismo” habita en los entretelones del proceso, pero también habita el más atroz y arcaico “sectarismo”, el “dogmatismo” de las vanguardias auto-proclamadas. Si queremos definiciones, estamos sólo en los primeros pasos de una transición hacia nuevos figuras de socialismo que requiere de imaginario crítico radical; y no doctrina fósil y dogma estéril.
El socialismo ni cae del cielo ni se decreta. No es producto
de la voluntad individual de un héroe ni de una “gran personalidad
histórica”, llámese como se llame. El momento decisivo de la
batalla es la cotidianidad de la edificación del nuevo socialismo por
parte de grandes grupos humanos, por la acción colectiva revolucionaria.
La profundización de la revolución no se hace en clave de encajonarse
en los parámetros del socialismo real del siglo XX. Por ejemplo:
no pueden confundirse las nacionalizaciones con las socializaciones,
disipando la autonomía de las clases trabajadoras que no ejercen efectivamente
el control directo y democrático de la propiedad colectiva en
el sector de economía bajo régimen de propiedad social directa. Tampoco
puede proyectarse una idea reaccionaria, tributaria de la sociología
funcionalista que concibe la integración social por la vía del
estatismo y el rol positivo de una burocracia reaccionaria
(¿?). Tampoco puede proyectarse la tesis carcomida del sistema político
de partido-único, olvidando la existencia de una pluralidad
de fuerzas y corrientes revolucionarias. No puede confundirse la
acción cultural por la libertad con una moral de rebaño
que apela a la más burda servidumbre voluntaria, típica del
colectivismo autoritario.
El socialismo
burocrático no ha funcionado sino como modelo de campo de concentración,
como dispositivo de vigilancia y control despótico, así los
límites de sus murallas imaginarias, sean comprendidos bajo
las fronteras del mar de la felicidad. No nos hagamos los locos,
dejémonos de servilismos.
9.- La centralidad
estratégica de la democracia socialista:
Agregamos,
la revolución en el siglo XXI si es posible como revolución democrática,
socialista, ecológica y descolonizadora. De allí la centralidad
estratégica de la democracia socialista. Lucha contra la
explotación del trabajo, contra la coerción política, contra la hegemonía
ideológica, contra la exclusión social, contra la segregación, discriminación
y negación cultural.
La temeridad
en circunstancias de bloqueo histórico de la revolución es el sectarismo,
el doctrinarismo y el dogmatismo de la izquierda grupuscular, las
malas opciones nos permiten afirmar con afectos alegres: no queremos
ni socialdemocracia-reformista ni estalinismo-ramplón, hacen falta
construir la democracia radical de
los consejos del poder popular, sin necesidad de derrumbar la
soberanía popular directa y el poder constituyente de la multitud.
Rechazamos
el Estatismo, como lo rechazó Marx en todo momento, apostamos por lo
que Gramsci denominó el horizonte de la “Sociedad Regulada”. Atacamos
el caudillismo, el culto a la personalidad y cualquier mitología
bonapartista/cesarista de bajo vuelo. Lo repetimos, no hay revolución
sin acción de multitudes, sin agencia colectiva, sin fuerzas sociales
y políticas en proceso de liberación.
Contra-revolucionario es hoy hacer gala de dogmatismo y sectarismo desde un “pelotón grupuscular”, desde la “propaganda bancaria”. Contra-revolución hoy es la micro-fracción y decadencia, el envejecimiento y la fosilización. ¿Definiciones? Sigamos.
Se precisa ojear la excelente compilación de Renán Vega: “Marx y
el siglo XXI. Una defensa de la historia y del Socialismo”, para dar
cuenta de cómo el “marxismo crítico latinoamericano” no
tiene nada que ver con los nostálgicas imposiciones de la III internacional
comunista, ó las pretensiones hegemónicas de fracciones de
la dirección de la propia revolución cubana. No hay nada
más decadente que la unilateralidad impositiva en cuestiones
ideológicas implicadas en los procesos de “autodeterminación nacional”.
El “internacionalismo revolucionario” pasa por el respeto a las
vías nacionales y específicas de socialismo democrático y revolucionario
en el siglo XXI.
10.-
¿Dónde está el pensamiento contra-hegemónico e insurgente de
la revolución?
No podemos
pedirle a la miopía intelectual de cualquier grupúsculo o “pelotón
sectario” que aborden con espíritu radicalmente crítico,
con dosis de multiplicidad y complejidad, la obra abierta, inconclusa
y revolucionaria de Carlos Marx, que aborden sus implicaciones para
el siglo XXI nuestro-americano. Mucho menos, exhortarles a ir más allá
de Marx: para transitar del pensamiento crítico y abierto de aquel
barbudo alemán, a figuras diversas de teoría crítica radical.
En el plano del pensamiento insurgente, no hay concesiones a disfraces
del Diamat-Hismat en clave de aparato intelectual. No queremos nuevos
inquisidores y sicofantes de la “teoría revolucionaria” correcta,
de la “línea política” correcta, del “dogma, la fe y la creencia”
correcta.
El “revisionismo”
y el “reformismo”, según las viejas fórmulas terminológicas y
liturgias filo-estalinistas, eran rotulados como un producto intelectual
contra-revolucionario. Ciertamente, habrá que estar vigilantes
al reformismo, cuando las reformas no conduzcan a crear condiciones
revolucionarias, pero más vigilantes hay que estar cuando las supuestas
“medidas revolucionarias” contribuyan al reflujo popular
y al avance de la fuerzas imperialistas y de la derecha en el país.
La patética
historia de la decadencia del pensamiento crítico y la acción revolucionaria
(y sobremanera, del “pensamiento crítico marxiano” en Venezuela)
es la condición de posibilidad del dogmatismo y el sectarismo de
izquierda. Una izquierda grupuscular que bebió exclusivamente
para su formación ideológica y teórica del “marxismo soviético”,
ofrece una patética y simplificada visión de Marx y de la reflexión
revolucionaria; y sobretodo, del debate contemporáneo en los nodos
intelectuales más significativos para recrear formas de pensamiento
contra-hegemónicos desde el Sur, reconociendo de entrada la diversidad
de posiciones y lugares de reflexión-acción anticapitalistas.
11.-
¿Importaremos viejos Manuales-URSS para
“calcar y copiar”?
Si las fuentes
autorizadas son las lecturas que desde la revolución cubana (incluyendo
al propio Fidel y al Che, cuando no cierta sensibilidad análoga a aquella
corriente de Aníbal Escalante y las micro-fracciones) se asimilaron
de los afamados Manuales de la URSS (Konstantinov, Rosental, Iudin,
Kuusinen, Y. A. Arbátov, A. S. Beliakov, Rosental y P. N. Fedoséiev,
Afanasiev & CIA), entonces el resultado es previsible. Para
no ir muy lejos, la crítica burocrática al dogmatismo será
elaborada en clave dogmática (Ver como ejemplo: Rosental-Iudin;
Diccionario Soviético de Filosofía-1965):
“Dogmatismo:
Término que posee diferentes significados. En filosofía y ciencia,
designa un procedimiento del pensar que opera con conceptos y fórmulas
invariables, sin tomar en consideración las condiciones concretas de
lugar y tiempo, o sea, haciendo caso omiso del principio que afirma
el carácter concreto de la verdad. La aparición del dogmatismo
está unida al desarrollo de las representaciones religiosas, a la exigencia
de que se acepten por la fe los dogmas de la Iglesia, establecidos
en calidad de verdad indiscutible, no sujetos a crítica y obligatorios
para todos los creyentes. Los partidarios del escepticismo grecorromano,
incluían en el dogmatismo toda doctrina positiva acerca del mundo.
En la Época Moderna, Kant llamó «dogmática» la filosofía racionalista
desde Descartes hasta Christian Wolff y le contrapuso su criticismo.
En la filosofía moderna, el dogmatismo está
unido a las concepciones anti-dialécticas que niegan la idea de la
variabilidad y del desarrollo del mundo, y también
a la sociología burguesa que se manifiesta contra la teoría marxista
relativa al desarrollo de la sociedad y la transformación revolucionaria
de la realidad. En la vida política, el dogmatismo conduce al
sectarismo, al abandono del marxismo creador, al subjetivismo, a no
tomar en consideración la práctica. En las condiciones de nuestros
días, el dogmatismo, junto con el
revisionismo, constituye un gran peligro para el movimiento obrero internacional.
Los partidarios del dogmatismo se manifiestan contra la política de
la coexistencia pacífica, no reconocen las vías pacíficas (en ciertas
condiciones), del paso, al socialismo, la necesidad de restablecer las
normas leninistas en la vida interna del partido, etc.”
¿Abandono
del marxismo creador? ¡Cinismo!. Primer punto a considerar. Si llamar
al pensamiento crítico y creativo sólo “marxista-leninista” es
condición de imposibilidad de una expresión radicalmente creativa
y crítica del pensamiento revolucionario. Sigamos.
“El sectarismo
tiene su base ideológica, en el subjetivismo, o sea, en la
concepción idealista y burguesa del mundo, aquella que pretende
hacer creer que las ideas no nacen de la práctica social sino que tienen
vida propia, independiente de la práctica de los seres humanos.
En el sectarismo se manifiesta el deseo de aislarse de las amplias masas,
de resolverlo todo a través de un grupo, una secta o un clan de escogidos.
Es una expresión de extremo individualismo y de desprecio, desconfianza
y temor a las masas del pueblo. Es una tendencia propia de las clases
explotadoras. A través, de la historia, la burguesía ha recurrido
a toda clase de organizaciones sectarias, como logias, hermandades,
sociedades secretas, grupos terroristas, conciliábulos, etc., para
alcanzar sus fines políticos y defender sus intereses de grupo.”
Muchas críticas
al individualismo, al egoísmo, a la fragmentación se hacen desde la
tesis del desprecio, desconfianza y temor a lo que los maoístas llamaron
las “masas populares”. ¿Dijo usted pueblo? Para la “vanguardia
auto-designada”, pueblo es reformismo, dividiéndolo
en pueblo-ignorante (manipulado por la ideología dominante) y
pueblo-revolucionario (el que piensa como el “clan de elegidos”);
la micro-fracción revolucionaria(el “pelotón sectario”), define
entonces a el “mal-pueblo” del “buen-pueblo”. Como todo buen
pastor, edifica y domestica a su rebaño.
La enfermedad
senil del vanguardismo es parte de este subjetivismo, combinado
con la racionalización terminológica de representaciones religiosas,
con la exigencia de que se acepten por fe los dogmas de la nueva iglesia,
un espíritu de claustro establecido en calidad de verdad indiscutible,
no sujeto a crítica y obligatorio para todos los creyentes. Se trata
del vanguardismo-iglesia, o con mayor rigor de la combinación explosiva
de dogmatismo con sectarismo, con sus sacerdotes, escribas, figuras
totémicas y tabúes.
Reza el Manual:
“El sectarismo se basa en un criterio dogmático hacia determinadas
tesis y fórmulas teóricas, en las que se quiere encontrar solución
a toda clase de problemas de la vida política. En vez de estudiar
la vida tal cual es, los dogmáticos parten de un esquema, y si los
hechos no se acomodan a él, prescinden de los hechos. El dogmatismo
significa el divorcio de la realidad, y el Partido, si no lo combate,
se convierte en una secta apartada de la vida. Los deseos de
aferrarse al día de ayer, a una política y unas formas orgánicas
que no responden a las nuevas condiciones, significan de hecho, como
Lenin dijo, "una política de inacción revolucionaria... "(V.
I. Lenin, Obras, ed. cit., t. XVI, pág. 84.)
“Lo principal
en él es el divorcio que se establece con las masas, el desprecio
de las posibilidades existentes para el trabajo revolucionario, la tendencia
a evadir los problemas candentes que la vida presenta. Si el revisionismo
trata de conciliar al Partido con el capitalismo, el sectarismo le priva
de los vínculos con las masas, sin los cuales el
éxito en la lucha contra el capitalismo es imposible. Por ello
no se puede robustecer al Partido sin combatir el sectarismo, cualquiera
que sea la forma en que se manifieste.”
12.- Hay
una conciencia del deber social que huele a contrabando ideológico:
Nuestro “pelotón
sectario” ha diseminando como “psicología de masas para consumo
de desprevenidos” el uso y abuso de la manida frase de “conciencia
del deber social” sin hacer referencia a su inscripción
en el universo del discurso del llamado “Código moral del constructor
del comunismo” (y tal vez de allí la leyó el mismísimo “Che”),
formulado en el Programa del PCUS (XXII Congreso 1961), como reza el
dogma:
- “(…) enuncia los principios fundamentales por los que debe guiarse el hombre que edifica la sociedad comunista. Como hemos dicho, la moral comunista está supeditada a los intereses de la lucha de clase de los obreros. Su contenido y objetivo es la lucha por el reforzamiento y culminación del comunismo. Desde su punto de vista, la conducta del hombre es moral si contribuye al avance de la sociedad hacia el comunismo, y es amoral si obstruye este avance. Por consiguiente, la lucha por la nueva sociedad es tanto la finalidad principal de la moral comunista como el criterio de la apreciación moral, criterio científico, objetivo, que expresa la tendencia objetiva del desarrollo de la humanidad. El código moral explana el contenido de la moral comunista, sintetizando los adelantos del progreso ético de la humanidad y, en primer lugar, los mejores rasgos del comportamiento del hombre en el proceso de construcción del socialismo y el comunismo. Incluye los siguientes principios éticos fundamentales:
- Fidelidad a la causa del comunismo y amor a la Patria socialista.
- Trabajo concienzudo en bien de la sociedad; quien no trabaja no come.
- Solicitud de cada individuo por la conservación y multiplicación del patrimonio público.
- Alta conciencia del deber social, intolerancia para con las infracciones de los intereses sociales.
- Colectivismo y ayuda mutua de camaradas; uno para todos y todos para uno.
- Actitud humana y respeto recíproco entre los individuos: el hombre es amigo, camarada y hermano de sus semejantes.
- Honradez y sinceridad, pureza moral, sencillez y modestia en la vida pública y privada.
- Respeto recíproco en la familia y desvelo por la educación de los hijos.
- Intolerancia para con la injusticia, el parasitismo, la falta de honradez, el arribismo y el afán de lucro.
- Amistad y fraternidad entre todos los pueblos de la URSS, intolerancia para con la enemistad nacional y racial.
- Intolerancia para con los enemigos del comunismo, de la paz y de la libertad de los pueblos.
- Solidaridad fraternal con los trabajadores de todos los países, con todos los pueblos.
Estos principios
determinan las normas de comportamiento de los hombres en la sociedad
socialista, sus conceptos de lo bueno y malo, lo honesto e ímprobo,
lo justo e injusto.” (Afanasiev; 219)
Este es el
contrabando ideológico de la nueva definición socialista: las “grandes
verdades universales” de los Manuales Soviéticos, la forma de captar
el dogmatismo y el sectarismo, desde las mismas limitaciones o restricciones
de la verdad del dogma y de la secta.
¿Quiénes
están llevando a cabo estos farragosos contrabandos ideológicos que
traducen una verborrea filo-estalinista? ¿Estás contribuyendo
efectivamente al avance de un proceso revolucionario inédito, como
el que se ha perfilado en algunos momentos en Venezuela?
El dogmatismo
y el sectarismo pretenden arrinconar la reflexión radicalmente crítica
y la autonomía política e ideológica de los sectores populares, en
nombre de un “oficialismo” que en realidad es el aroma espiritual
de la “nomenclatura”.
Frente a una
variante de marxismo burocrático, que es simple racionalización
de los imperativos de los privilegios y el poder político de una
“nueva clase en proceso de consolidación”, es imprescindible no
olvidar los dardos venenosos del propio Marx hacia toda veneración
supersticiosa del Estado y sus burócratas de turno. Pues el
marxismo crítico se hunde en la decadencia en el mismo momento
en que se transforma en un dogma análogo a una religión secular.
Como advirtió
alguna vez el actual presidente montonero de Uruguay, Pepe Mujica:
"El problema de la unidad de la izquierda, del sectarismo,
vieja enfermedad que acompaña a la izquierda, a lo largo y a lo ancho
de su vida arriba del planeta". O como advirtió en la polémica
temprana de la vida cultural durante la revolución cubana: “El culto
a la personalidad no es otra cosa que la fase superior del sectarismo”.
(Jorge Fraga en polémica con Mirta Aguirre, sobre el realismo socialista
en el cine cubano-1963) O como nos ha advertido Atilio Borón ante la
derrota del frente para la victoria en Buenos aires: “Mientras
el oficialismo nacional hacía gala de un discurso que invocaba al pluralismo
y la amplitud de miras, su práctica era de una cerril intransigencia
(…) una visión estrecha, mezquina, egoísta y a la larga suicida.”
Habrá
que volver a leer al Che de 1962 cuando señaló que: “Si,
nosotros también desorientados por el fenómeno del sectarismo,
no alcanzábamos a recibir del pueblo su voz que es la voz más sabia
y orientadora, no alcanzábamos a recibir las palpitaciones del pueblo
para poder transformarlas en ideas concretas, en directivas precisa”.
(Che Guevara. Discurso 20-10-1962. Acto de conmemoración del II aniversario
de la unificación del movimiento juvenil cubano)
13.- La
“razón amorosa” puede encerrar una clave sectaria cuando se carga
de hostilidad:
Tendríamos
que estar vigilantes al sectarismo y al dogmatismo frente a una clara
advertencias de Freud en el “Malestar en la Cultura”: “Siempre
se podrá vincular amorosamente entre sí
a mayor número de hombres, con la condición de que sobren otros en
quienes descargar los golpes.”
O aquella otra que plantea: “Una vez que el apóstol Pablo hubo
hecho del amor universal por la Humanidad el fundamento de la comunidad
cristiana, surgió como consecuencia ineludible la más extrema intolerancia
del cristianismo frente a los gentiles”.
O volver a
discutir aquella inquietud de Freud:
“(…) nos parece harto comprensible el que la tentativa de instaurar
en Rusia una nueva cultura comunista recurra a la persecución de los
burgueses como apoyo psicológico. Pero nos preguntamos preocupados,
qué harán los soviets una vez que hayan exterminado totalmente a sus
burgueses.”
Frente a los
prejuicios conservadores de Freud, hay que recordar a Wilheim Reich
cuando analizando la realidad de porqué las personas no somos capaces,
a veces, de asumir la libertad que en momentos determinados se abre,
habló de los dos motivos que llevaron a las revoluciones al fracaso:
1.-La incapacidad
de los líderes y gobernantes de facilitar a la masa la toma de responsabilidades
propias y el uso de su propia gestión de la vida cotidiana,
es decir, la negación de la autogestión.
2.-La propia
incapacidad de cada persona para asumir esa libertad que puede ser
recuperada en un momento determinado. No hay capacidad de responsabilidad
ni de compromiso porque los límites de la coraza de carácter imponen
una forma de percibir la realidad, una dinámica condicionada por la
zona oscura inconsciente y por los impulsos reprimidos, que impiden
muchas veces el ir hacia donde queremos y nos desvían hacia un camino
en el que nos vemos envueltos en una confusión que nos separa de los
objetivos iniciales.
14.- Amar
sin responsabilidad ni libertad puede convertirse en la enfermedad de
masas del sectarismo: odiar al diferente, el canibalismo político del
otro.
Reich escribía:
“El dictador fascista declara que las masas son biológicamente inferiores,
ávidas de autoridad, es decir que en el fondo son esclavas por naturaleza,
y que por eso la única posibilidad de gobernarlas es un régimen totalitario
y dictatorial. Conocen muy bien esta enfermedad de las masas.
[....] Por otra parte, los dirigentes formalmente democráticos cometieron
el error de considerar como un hecho, la capacidad de libertad de las
masas, con lo cual se privaron de toda capacidad de establecer la capacidad
de libertad y auto-responsabilidad de las masas mientras estuvieron
en el poder.”
La incapacidad
de las masas para ser libres, no puede ser absoluta, inmutable e innata
-como hace el misticismo radical-, sino una consecuencia de condiciones
de vida sociales y, por tanto, modificables. De aquí se desprenden
dos tareas importantes:
- La elaboración y el establecimiento de las formas bajo las que se manifiesta la incapacidad de libertad de los hombres.
- La elaboración de las herramientas médicas, pedagógicas y sociales para establecer la capacidad de libertad de modo cada vez más profundo y extenso."
La democracia
socialista pasa por la subjetividad en proceso de liberación,
por la autodeterminación y auto-gestión de nuestras propias vidas
en un clima abierto de responsabilidad y libertad. No deseamos ninguna
servidumbre voluntaria. Requerimos si de nuevos afectos alegres
y enunciaciones que potencien los espacios de libertad real para
todos y todas. Habrá que volver al himno original de la Internacional
(Pottier):
“No hay
salvadores supremos: ¡Ni Dios, ni César, ni tribuno, Productores,
salvémonos nosotros mismos! ¡Decretemos el bien común!” (Il
n'est pas de sauveurs suprêmes: ¡Ni Dieu, ni César, ni tribun, Producteurs,
sauvons-nous nous-mêmes ! ¡Décrétons le salut commun!)
¿Definiciones? Democracia Socialista, Si; Socialismo Burocrático, No.