No hay que ser adivino para predecir lo que va a
ocurrir el 7 de octubre de este año. La obviedad de lo que sucederá en esas
elecciones presidenciales es tan abrumadora, que nos enfrentamos a la campaña
electoral más aburrida de nuestra historia democrática.
En efecto, de siete grandes encuestadoras que han
dado a conocer sus informes, seis dan una ventaja de 25 puntos promedio al
Comandante Hugo Chávez.
Las encuestas, como instrumentos de medición de
variables cuantitativas y cualitativas, a través de parámetros científicamente
definidos como válidos, son una herramienta de análisis muy útil, que, bajo
determinadas condiciones constantes, sirven para analizar coyunturas
específicas y prever escenarios posibles de acuerdo a tendencias que se
desprenden de la evolución de las variables en cuestión.
Sin embargo, no haría falta citar encuesta alguna
para saber lo que se respira en la calle: el triunfo demoledor de Chávez sobre
la candidatura de la derecha.
Veamos por qué hacemos esta tajante aseveración.
Nuestra oferta electoral está encabezada por un
liderazgo sólido, basado en una empatía sin precedentes entre el candidato y el
pueblo, donde se da la comunión perfecta de intereses de las mayorías con el
proyecto de país que proponemos.
Nuestro candidato es profundamente conocido por el
pueblo, en sus actuaciones, su discurso, su disposición de entrega y
autocrítica, y su carisma.
Nuestra opción cuenta con la organización política
más poderosa, experimentada y aceitada para contiendas comiciales.
Nuestra propuesta está cargada de futuro cierto, de
expectativas concretas que ya la gente palpa en los magníficos logros
económicos, sociales, culturales y políticos que puede mostrar con orgullo la Revolución
Bolivariana.
La otra oferta carece de liderazgo, no concreta un
plan de país, y no consigue conectarse siquiera con su electorado potencial. He
aquí una de las tragedias más duras de la oposición pro-imperialista, y la
razón que nos lleva a predecir su desmoronamiento antes del 7 de octubre.
Cualquier candidato opositor debía contar con el
apoyo decidido del antichavismo, el cual se movería a votar por el deseo
visceral de sacar al Presidente. Esa es su obsesión motivadora.
Pues resulta que importantes sectores de derecha, no
están motivados con la candidatura escogida por la
MUD. En primer lugar porque la saben
perdedora. En segundo lugar, porque los votantes de AD y Nuevo Tiempo, no se
calan ser cola de Primero Justicia. Y en tercer lugar, porque la parte más
extrema de la derecha no cree en el camino democrático para salir de Chávez.
Este escenario, evidente por demás, no significa que
vayamos a descuidar las tareas políticas, organizativas y electorales
necesarias para garantizar la victoria patria el 7 de octubre. Muy al contrario,
hay que redoblar las energías y la vigilancia, por el carácter estratégico de
esta elección, de la cual depende la permanencia del
Comandante Chávez al
frente del Gobierno y la consolidación del proceso revolucionario, en nuestro
rumbo definitivo al Socialismo.
caciquenigale@yahoo.es