El capitalismo mundial atraviesa una de las crisis más severas de su historia. El paradigma de la modernidad está en cuestión. La humanidad entera se encuentra en una gran encrucijada, o se transforma o perece. A juicio de Hinkelammert esta es la disyuntiva.
Hemos escogido el camino más sabio. Hemos decidido adelantarnos, como lo decía José Gervasio Artigas, “No debemos esperar nada sino de nosotros mismos”. Y así, en los últimos catorce años, en forma sostenida y creciente se ha construido un espacio propio para Nuestra América en el mundo.
Los filósofos se preguntan, ¿Tan a la izquierda se ha movido América Latina?, como lo hace Immanuel Wallerstein. Dice este autor, luego de pasar revista al viraje en Nuestra América, tanto hacia el socialismo como a formas más moderadas de la izquierda: “La cuestión real no es si América Latina se ha movido hacia la izquierda sino qué tan a la izquierda se ha movido”
Quizás aún es prematuro para responder tajantemente tal cuestión, pero, de lo que si estamos seguros es que estamos forjando en Nuestra América un proyecto de verdadera independencia. Muchos indicadores, aparte de los señalados por Wallerstein, lo hacen visible.
Nuevas formas de integración, de creación de plataformas para el diálogo y el encuentro de soluciones desde el interior nuestro americano, como la ALBA, PETROCARIBE, MERCOSUR, TELESUR, BANCO DEL SUR, BANCO DEL ALBA, UNASUR, GRUPO DE RIO, CELAC, entre otras tantas iniciativas en los últimos años, dan cuenta de esta nueva realidad.
Cobra vigencia el debate de lo que Houtart denomina el horizonte utópico, el debate acerca del modelo que queremos construir. Y debemos comenzar desde ya, sin esperar a que sucumba definitivamente el capitalismo. En el programa de gobierno presentado por el presidente Hugo Chávez esta bastante explicito: el camino es el socialismo. Facilitar su transición hacia su concreción es la tarea que tenemos por delante.
Ubicamos al menos cuatro componentes que deben ser ejes constitutivos de un sistema socialista.
Uno es el predominio del valor de uso sobre el valor de cambio. A diferencia del capitalismo que privilegia las relaciones mercantiles y la conversión de la fuerza de trabajo y al ser humano como una mercancía.
Socialización de los medios productivos. Venezuela transita en este momento histórico una transición hacia un modelo productivo que haga énfasis en el modo colectivo y socializado de los medios productivos
Uso renovable de los recursos naturales y una relación armónica entre las relaciones del hombre con la naturaleza. Una política civilizatoria, diría Morín.
Radicalización de la Democracia. En Venezuela el programa es ampliar y profundizar la democracia. Esta ha sido para nosotros la constante desde cuando asumimos posiciones de gobierno y ello incluye la socialización de la economía. Y también el uso del Estado como herramienta socializadora.
A primera vista, pareciera utópico, y en efecto lo es, pero si miramos con atención encontramos ya en Venezuela la suficiente experiencia y el avance de formas colectivas de producción y de organización del poder popular que señalan el sendero del socialismo.
De lo que se trata de examinar estas experiencias, sistematizarlas, y avanzar en el programa político que este en sintonía con el actual momento.
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