Lo que está triunfante en Venezuela es la idea de justicia, libertad y dignidad que electrizó a su pueblo y que ennobleció e hizo amable su causa ante la conciencia de los otros pueblos
Las elecciones presidenciales de Venezuela se acercan en medio de la agitación política que desencadenan las campañas que intentan preparar la conciencia de los ciudadanos para el ejercicio voluntario y certero del voto individual y colectivo. Como un termómetro del calor resultante de las confrontaciones entre la población operan las encuestas que predicen determinados resultados, y, en lo más concreto, los actos y manifestaciones políticas que reflejan el grado de movilización de la población y de los distintos sectores del pueblo.
Si nos atenemos al resultado de las encuestas de los más variados matices, el triunfo de Hugo Chávez está inobjetablemente asegurado. Pero cuando peligros visibles e invisibles amenazan el panorama venezolano y latinoamericano, es necesario prever y armarse de las razones suficientes para defender la patria chica y grande, cuya suerte se define en las elecciones del 7 de octubre. Nunca deben olvidar los patriotas venezolanos que la división en política es la muerte, y ya que la votación está indefectiblemente dividida, en este momento se imponen una votación masiva que minimice el abstencionismo tradicional y una victoria lo más mayoritaria posible.
Si analizamos la trayectoria de Capriles y nos preguntamos ¿quién es? y ¿qué ha hecho por Venezuela?, quizás deba extrañarnos la rara suerte de acumular tal porcentaje en las encuestas. Porque si nos atenemos a la célebre frase “por sus obra los conoceréis”, apenas le correspondería una mínima cuota de sus correligionarios.
¿Qué puede exhibir Capriles de acontecimientos importantes que jalonen su existencia? ¿Qué acto trascendente y heroico despuntan en su actuación? ¿Qué mensaje iluminado propone a su pueblo el mesiánico candidato de la oposición derechista? ¿Qué representación política de carácter histórico ostenta, sino exclusivamente la del pasado?
El pueblo venezolano debe conocer muy bien a sus ovejas y a sus lobos, y sus pelajes correspondientes. Pues Capriles proviene del seno materno de la plutocracia y seguramente que su árbol genealógico indica de qué orígenes de explotación, enriquecimiento desmesurado y elitismo es hereditario. Como acto destacado y vandálico es comprobable su participación en el golpe de Estado que destituyó al presidente Chávez, disolvió la Asamblea Nacional y cometió decenas de desafueros legales, incluyendo la planificación de actos de homicidios durante las manifestaciones que “justificaron” el desenlace de los hechos del 11 de abril de 2001.
Capriles, por otra parte, participó como camorrista durante el acoso y pretendido asalto a la Embajada de Cuba en Venezuela, y tal vez en su imaginación quiso acumular méritos para la historia -¿del ridículo?- cuando fue obligado, gracias a la intuición estratégica de Fidel, a encaramarse por una escalerita para trasladar sus proposiciones al Embajador cubano. ¿Podrá despojarse Capriles de esa trayectoria infamante de haber participado y haber contribuido a instalar una dictadura de 48 horas bajo la presidencia marionética de “Pedro el breve”?
El aspecto del mensaje político, disfrazado de falsedades promisorias, constituye un punto esencial que conviene discriminar en el proceso eleccionario. Lo que no puede negar nadie, es que el programa político de este candidato resulta opuesto radicalmente al del presidente Chávez y la Revolución Bolivariana; que en todos los puntos donde se manifieste coincidir en líneas programáticas, o se pretenda magnificarlas, del proceso revolucionario actual, es mero reflejo de la mentira y la falsedad entre el discurso y el propósito que se oculta y guarda en la trastienda.
Pero mucho más esencial es el hecho de que Capriles, como representante de los grupos de poder y de las corrientes políticas conservadoras y reaccionarias que estuvieron entronizadas hasta el triunfo de la Revolución Bolivariana liderada por Chávez, busca el retorno al pasado casi bicentenario y nunca contemplará el mantenimiento y desarrollo de la política revolucionaria triunfante en apenas un decenio. El desmantelamiento urgente del edificio construido por la Revolución chavista, es el objetivo cardinal a corto y largo plazo.
Por todas estas razones, Capriles debía representar y ser “un cero a la izquierda”, en las encuestas de opinión. Pero véase lo que puede el fruto de casi doscientos años de privilegios, explotación, del marasmo ideológico, de cultura servil mediatizada, de intereses creados, prejuicios cavernarios, etcétera, que perviven lamentablemente en distintos sectores de Venezuela. Y Capriles es usufructuario de un pasado que pretende ser presente.
Sobre quién es Chávez, pienso que todo lo engrandece frente a su rival. Primero, porque viviendo “en las entrañas del monstruo” de la opresión, tuvo la genialidad de organizar un grupo que llevara a la práctica el legado de Simón Bolívar, concebida como Revolución Bolivariana. Porque supo exponer el pellejo y presidir un movimiento cívico-militar que demostró valentía y heroísmo durante las acciones en el combate, pero supo, además, mantenerlos en la derrota, lo cual tiene una enorme significación en relación con los principios sustentados.
Existe en Chávez las convicciones, honestidad y valor que se expresan en distintos momentos de su vida: se hizo responsable durante la derrota y trató de proteger las vidas de sus compañeros de acción; supo poner la debida frase rebelde “por ahora” ante la derrota amarga del levantamiento armado; supo demostrar su compromiso histórico en el momento de la victoria presidencial, cuando dijo “juro ante esta constitución moribunda”; supo ser consecuente cuando fue capaz de refundar el Estado mediante una nueva Constitución de la República; supo ser estoico y valiente durante el golpe de Estado, cuando aceptó su apresamiento para evitar un río de sangre, pero jamás aceptó renunciar al mandato del pueblo; supo agradecer al pueblo y a las fuerzas armadas su rescate y vuelta al poder, y fue generoso en la victoria, como no lo fueron sus adversarios.
El programa de gobierno de Chávez durante estos años se ha basado en los ideales bolivarianos y revolucionarios universales, pero se ha caracterizado por una realización concreta que han podido ver y palpar todos los venezolanos, partidarios y adversarios. Por su obra se puede conocer mejor a Chávez y a la Revolución Bolivariana que a través de cualquier campaña electoral, y se tiene la convicción de que lo que queda por hacer, se hará indefectiblemente, sea tarea momentánea o de más larga duración. Lograr hacer en tan corto plazo lo que parecía imposible desde siglos, constituye un verdadero milagro político, que tiene su génesis en el rescate para el pueblo de las riquezas de la nación y su distribución justa al pueblo venezolano. ¡Enaltecer y construir una patria generosa para todos siempre será una obra de gigantes!
Por eso Hugo Chávez no sólo es un paradigma de Venezuela, sino latinoamericano y mundial. Y es que representa a la mayoría del pueblo venezolano, a esa misma que fue explotada e ignorada durante casi dos siglos, y que hoy está en el poder y goza de las prerrogativas legítimas para alcanzar toda la libertad, justicia y equidad que merece. Y de cierta manera, por su vocación solidaria e internacionalista, representa también a los pueblos de nuestra América y del Tercer Mundo, y demuestra en la práctica los sentimientos de amistad y fraternidad con todos los pueblos del mundo, sin excepción alguna.
Por todo lo antes señalado, confiamos en el triunfo aplastante del presidente Hugo Chávez frente al representante de la contrarrevolución. El pueblo que fue capaz de reclamar, librar batallas y rescatar a su presidente derrocado y preso en los días infaustos pero heroicos de abril, a pesar de que eran hechos consumados mediante la fuerza y el engaño, no permitirá jamás que en condiciones favorables ocurra un resultado electoral negativo, que secuestraría a la Revolución Bolivariana y a sus posibilidades futuras.
Ante la disyuntiva que se le presenta al pueblo en las próximas elecciones presidenciales, los venezolanos tienen un mandato similar al contenido en estas ideas de José Martí: “¡Antes que cejar en el empeño de hacer libre y próspera a la patria, se unirá el mar del Sur al mar del Norte, y nacerá una serpiente de un huevo de águila!”
Finalmente, parodiando unas palabras del filósofo cubano Enrique José Varona, se pueden expresar estas ideas a los venezolanos en una ocasión tan señalada como la que viven hoy:
Legítimo es vuestro júbilo; pero a él debe mezclarse un profundo sentimiento de la grave responsabilidad que pesa sobre sus hombros. De ningún modo mejor harán ver que la aprecian en su debido valor, que procurando no olvidar jamás que en Venezuela lo que está triunfante y triunfará no es un grupo de hombres, que pretende primar sobre otro grupo; sino una idea: la idea de justicia, libertad y dignidad que electrizó a su pueblo y que ennobleció e hizo amable su causa ante la conciencia de los otros pueblos.
wilkie.delgado@sierra.scu.sld.cu