De cada uno según sus capacidades, a cada uno según sus necesidades (Karl Marx)
Subordinación o Emancipación
Pretender hacer cambios profundos en las empresas básicas dejando como están las relaciones sociales de producción dominantes, es ilusorio y altamente riesgoso para la revolución, porque desconoce la historia de las luchas libradas a lo largo de décadas. Estas empresas, con distintas fechas de nacionalización, fueron creadas sobre la lógica del capital y destruidas a partir de las políticas neolinerales, de acuerdo a lo que establecen los grupos económicos que controlan, ampliamente, el mercado internacional para paises como el nuestro, a los que le ha correspondido la producción y exportación de materia prima a los paises industrializados, en los últimos cien años.
Es indispensable orientar la praxis revolucionaria a una posibilidad cierta de subvertir el orden establecido en el sistema capitalista dominante. Por eso la planificación que tenga en su esencia poder emancipador tiene una importancia estratégica y vital para cambiar la sociedad capitalista, porque enfrenta la economía, la política y la cultura impuesta por el capitalismo. Los grupos de poder capitalistas niegan todo tipo de innovación y audacia en el proceso de producción y reproducción de la existencia humana, en condiciones de igualdad política y justicia social. Es por ello que de manera especial se hace necesario desarrollar una visión que profundice la comprensión de la organización del trabajo como expresión de la actual división social del mismo y las relaciones sociales de producción capitalistas, para proponer un cambio radical de transformación social.
Una planificación emancipadora presupone el deseo y la voluntad de rebelarse ante lo establecido, bajo una dirección colectiva orientada a la construcción del socialismo. De rebelarse ante lo que nos somete y nos ha hecho perder la libertad humana, la creatividad y la posibilidad de decidir sobre nuestro propio destino. Conscientes de que se trata de una lucha de clases antagónicas, esta planificación es una herramienta para la clase trabajadora y demás sectores oprimidos para construir un poder autónomo para enfrentar a la burguesía.
Extraer de la naturaleza recursos que se vayan a desechar o no se dirijan a satisfacer una necesidad humana, es un contrasentido con la vida misma, por eso tratamos de manera especial a la industria básica. El Estado ha reconocido su importancia estratégica al plantearse la posibilidad de integrarlas, en corporaciones socialistas, a solicitud de la clase trabajadora de Guayana. De allí, que hagamos un esfuerzo por penetrar esa realidad y descubrir los obstáculos que impiden avanzar con la fuerza que tuvo en su inicio, en el año 2009, el Plan Guayana Socialista. Hacer la evaluación de este Plan no puede ser con criterios productivistas y capitalistas, que no cambian la esencia del problema y que no permiten comprenderlo.
Desalienar al trabajo para la valoración del ser
Hemos dicho con anterioriodad que la trasformación se inicia por el cambio del propio sujeto y culmina con la instauración de una nueva cultura liberadora, fundada en sólidos principios revolucionarios, de compromiso, solidaridad y, sobre todo, de un profundo amor a la condición humana y a la naturaleza que nos ofrece la posibilidad de la vida y la convivencia social. Sin embargo, tendemos a actuar sin superar las acciones instrumentales, funcionales y operativas, que mantienen lo establecido y no atacan la esencia estructural que la consolida. Para romper esta visión reduccionista y simplista iniciamos con cuatro consideraciones teóricas:
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La lógica funcional y estructural del capital, opera como fuerza inercial para su reproducción cíclica. La emancipación del trabajo es el desencadenante para revertir esta situación.
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La desalienación del trabajo pasa por comprender el desarrollo de las fuerzas productivas (edificaciones, maquinaria, herramientas, equipos, materia prima y materiales auxiliares) y de la fuerza de trabajo, que está asociada a los ciclos y manifestaciones concretas de la lucha de clases.
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El desarrollo de las fuerzas productivas no es condición de avance hacia el socialismo ya que, entre otras cosas, no garantiza la autonomía creciente de la clase trabajadora en la construcción del socialismo.
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Dentro del desarrollo de estas fuerzas productivas se han incorporado las técnicas de organización del trabajo, en la medida en que son más sofisticadas las maquinarias y los equipos, y se profundiza la división del trabajo, así como las formas de obtener plusvalía.
La visión economicista que prevalece en la organización de la producción, no deja ver con facilidad que en ella subyace la división social del trabajo en todas sus manifestaciones, general, particular y singular y que se expresa en la organización jerárquica del trabajo. Ahí está la esencia de las relaciones sociales de producción capitalista. La fuerza de trabajo que es en esencia trabajo vivo, aplicado al trabajo pasado para agregarle valor, debe prevalecer a la hora de hacer un análisis histórico y contextualizado del desarrollo de las fuerzas productivas y la reproducción del capital. Ésta es la razón que obliga a luchar, simultáneamente, por permanentes reivindicaciones de trabajo y por la abolición de este sistema, ya que la humanización del trabajo no es posible en el capitalismo, por cuanto implica eliminar su condición de mercancía. Se trata de combatir las distintas dimensiones en la que se presenta la alienación en el capitalismo para reivindicar al ser humano con su trabajo, con el producto de su trabajo, con la naturaleza y con la sociedad.
Dentro de la lógica capitalista la recomposición de la organización del trabajo, solo se plantea cuando se reduce la producción de plusvalía. Por eso rechazamos la visión funcionalista y de tareas sobre la que se erige la organización capitalista, por cuanto estas responden a la estructura fragmentada del trabajo, que es la base de la explotación y alienación del mismo. Proponemos como contraparte, integrar todo lo que sea integrable y unir y asociar todo lo que sea unible y asociable, para la transformación real de las relaciones sociales de producción. El principal reto revolucionario es restituir el valor del trabajo, para lo cual hay que integrar las cadenas productivas y los procesos productivos desmembrados. Con ello se golpea la división internacional del trabajo, en tanto le da prioridad a la producción y comercialización nacional, basada en la satisfacción de necesidades del pueblo y la orienta hacia la construcción del socialismo.
Producción para el socialismo
El proceso productivo singular, en una unidad productiva, se debe analizar en todas sus dimensiones, para obtener una visión de totalidad concreta como proceso continuo y en permanente construcción. Esto niega la visión técnica de la producción y la identifica como expresión del poder político de una clase dominante, sobre el resto de la sociedad, que la somete a entregar el plusvalor que se produce colectivamente. Revertir esta situación implica que los trabajadores y trabajadoras recuperen la industria para la sociedad, no para el capital que nos condena a la dependencia y a la pobreza.
La larga cultura de producción de la sociedad para la reproducción de la vida, ha dejado un legado histórico en los trabajadores y trabajadoras, capaces de ofrecer su experiencia para asumir retos de gran envergadura, al servicio del pueblo y no solo del capital. Esto hace suponer que los cambios tecnológicos y la optimización de los medios de producción en general, en la industria, pueden ser utilizados, desde una perspectiva socialista, para privilegiar la actividad socioeconómica, a favor de las necesidades de las comunidades y de integración del territorio.
La planificación del socialismo pasa por comprender previamente un proceso productivo en particular, luego lo ampliamos a una realidad que incluye varios procesos productivos encadenados como totalidad, para descubrir su esencia socio-histórica. En cada uno se observan medios de producción que forman parte de las fuerzas productivas que se complementan entre sí y se integran por el trabajo vivo, que le da continuidad. Sin la etapa anterior no tiene sentido alguno la actividad productiva siguiente; no es posible continuar el proceso. Desde la extracción de la materia bruta de la naturaleza, y todos los procesos productivos, de materia prima, productos semielaborados y productos finales, se observan como un todo estructurado en construcción. Esto es lo que permitiría elaborar un plan industrial hacia la ruptura de las relaciones de producción que el capitalismo ha sometido a nuestra Patria y demás pueblos en lucha, para controlar y explotar irracionalmente nuestros recursos naturales y llenar de miseria a la mayoría de la población.
La compleja situación de ambas cadenas y el desconocimiento histórico de cómo se conformaron, con una sólida participación del Estado burgués entregado al capital multinacional, no puede ser obviada para calificar sus actuales debilidades. Para avanzar en nuestra independencia y soberanía, una empresa socialista y las redes productivas de manera articulada, deben integrar todos los procesos que el capitalismo desmembró, como una vía para poder controlar el proceso productivo y obtener beneficios para toda la sociedad. Esto se expresará en una nueva organización del trabajo, que reinvidique el valor de lo comunitario sin perder su naturaleza social, cada vez más amplia. Esto presupone el conocimiento de los procesos, subprocesos y relaciones inherentes a la actividad humana productiva.
Como un esfuerzo de contribuir en esta difícil tarea, hemos venido desarrollando una propuesta que aún está en construcción y que sintetiza una visión de totalidad concreta de organización del trabajo, que sugiere los cambios estructurales de la nueva empresa básica socialista. Una propuesta matricial que visualiza relaciones en dos direcciones: los procesos productivos (medulares, estratégicos y de apoyo) y las áreas de especialidad que la hacen posible. Lo más importante es romper con el esquema de estancos y privilegiar las relaciones entre cada una de las partes y con el todo. Las múltiples dimensiones y las distintas combinaciones que surgen para realizar un análisis completo de una empresa socialista, evidencian su complejidad, que por su naturaleza, combina áreas de distinta especialidad, diferentes espacios geográficos articulados entre sí, simultaneidad, secuencia e interdependencia permanente. La relación dialéctica que se plantea entre fuerzas productivas y las relaciones de producción, impiden que se vean lineales y esquemáticas, ya que si bien los procesos productivos descritos son la esencia de una industria básica, lo que la va a diferenciar de una empresa capitalista es cómo y quiénes organizan y planifican el trabajo y la producción. Incluso quiénes garantizan la seguridad de la planta y la contraloría social.
El poder desde la producción
La visión de poder desde la producción, que permitirá la independencia y soberanía productiva, supone el dominio integral y total de la clase trabajadora sobre: (a) la propiedad de los medios de producción, (b) el control del proceso de producción, distribución e intercambio, y (c) el empoderamiento del saber y la comunicación. La complejidad del proceso productivo de la industria básica en Guayana, exige el desarrollo de una nueva organización del trabajo, hasta ahora dispersa y fragmentada por el capitalismo; que garantice la planificación, organización, dirección de los recursos y medios de producción, equipos e infraestructura existente, en función de una producción con base en las necesidades del pueblo. Para lo cual se deberá contar con un instrumento orgánico, propio de esta transformación social, como es el consejo de trabajadores y trabajadoras que garantiza el desarrollo integral de la fuerza de trabajo en condición de igualdad y justicia social.
El avance del control obrero, como resultado de un proceso de organización y unidad de la clase trabajadora, se convierte en un poder real en beneficio de las mayorías, tal como lo señala la experiencia histórica. Los primeros intentos de control obrero demuestran las dificultades propias de un sistema que no ha cambiado. Con todas las contradicciones y falta de unidad, se ha ido demostrando que se puede avanzar en el control de todas las empresas y que es un mito que sin los “jefes” de las multinacionales o de la tecnocracia del Estado, las trabajadoras y trabajadores no son capaces de dirigirlas.
Es indispensable construir la democracia proletaria desde las organizaciones de base, como son los sindicatos y desde las nuevas formas de organización que nacerán en las empresas socialistas. El camino a la eliminación de raíz de este sistema, demanda una transición. En este proceso de transición y más allá de él, deberían andar juntos la organización de consejos obreros con la organización sindical. Se requiere que la clase obrera avance en una organización capaz de asumir el reto, con planes claros de formación política-técnica e ideológica, de eliminar y superar la visión corporativista y que se erradique el burocratismo y la corrupción en la organización obrera; y eso no se hace por decreto. El propósito de esta formación para la transformación es desarrollar una praxis de saber-trabajo revolucionario que facilite y promueva la construcción del saber emancipador. Es necesario asumir el reto de comprender la realidad dentro de su diversidad y complejidad.
Organización del trabajo y emancipación
Mientras la fuerza de trabajo sea una mercancía, por bien pagada que esté, no existirá socialismo, porque seguirá existiendo explotación de la clase trabajadora y la plusvalía seguirá siendo acaparada por los grupos económicos; y sobre esa base se hará el cálculo de la productividad. La necesaria “sustentabilidad económica” que debe tener la producción, cuando es asumida de manera aislada del contexto social, puede confundirse con la “rentabilidad” que exige cada empresa por separado. Este es el argumento que usan los capitalistas para justificar el cierre o el despido masivo en una empresa, a pesar de su importancia social y vital para la reproducción de la existencia de la sociedad. Por eso hay que abrir la discusión sobre la construcción del socialismo para no terminar reproduciendo el capitalismo, como ha sucedido en otras experiencias revolucionarias, que han utilizado solo medidas reformistas, que no arriesgan la esencia del sistema capitalista. Ejemplo de esto es que nadie quiere asumir la eliminación de la tercerización, ya que choca con el concepto de productividad capitalista. Se trata de un cambio de modelo productivo y éste no se logra desde una fábrica aislada, sin el apoyo del nuevo Estado revolucionario y de una fuerte organización de la clase con poder político y económico.
Para lograr la organización del trabajo emancipado es indispensable eliminar de raíz la tercerización de la fuerza laboral y toda forma de precarización del trabajo. De lo contrario, se seguirán validando las diferencias entre sectores de la clase trabajadora, que realizan un mismo tipo de trabajo y que reclaman justicia e igualdad de oportunidades para toda ella, abandonada a su suerte por el sistema capitalista. Al capitalismo le sobra la gente que no produce plusvalía, mientras que el socialismo reconoce en todas y todos, un potencial y una capacidad para contribuir creativa y productivamente en algo significativo. La organización del trabajo para la emancipación implica articular los procesos y subprocesos particulares de una producción en especial, que ubique y ordene las fuerzas productivas relacionadas bajo nuevos conceptos humanistas del trabajo.
Entre los criterios para conformar esta nueva organización del trabajo, se pueden destacar:
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Visión integrada de la organización del trabajo, por procesos y subprocesos integrales asociados y complementarios, dentro de una visión de totalidad concreta de la cadena de producción. Un proceso productivo particular constituye la unidad orgánica básica para la organización del trabajo.
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Creación de mesas de trabajo y consejos de trabajadores y trabajadoras por procesos y por áreas de trabajo, para la integración técnico-política en el control de los procesos productivos y en las relaciones internas y con el entorno.
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Eliminación progresiva de la división técnica del trabajo alienante y que propicie la especialización y asociación colectiva basada en el desarrollo integral del ser humano.
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Articulación de la planificación productiva integrada con los planes de industrialización del País, orientados a la soberanía productiva e independencia tecnológica.
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Planificación de la demanda de la producción, de acuerdo a las necesidades de producción para la satisfacción de necesidades sociales y el uso racional de los recursos naturales.
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Sustitución tecnológica, progresiva, dentro de una racionalidad ecológica y de calidad de las condiciones de seguridad laboral y ambiente de trabajo y social.
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Planificación de la formación permanente e integral de las trabajadoras y trabajadores, durante el mismo proceso de transformación del trabajo productivo.
No se puede seguir despreciando la posibilidad que nos ofrece la naturaleza en Guayana, para propiciar un desarrollo del socialismo a partir de las capacidades y potencialidades socioculturales de la zona y complementarlas con el resto del país y pueblos hermanos. Esta es una condición fundamental para integrar pueblos y acabar con el modelo de polos de desarrollo; que es un modelo económico que niega el desarrollo endógeno y acelera la dependencia a los grandes grupos que dominan el mercado internacional.
Luego de la reflexión hecha hasta ahora, es necesario resaltar que para la transformación socialista de las empresas es indispensable eliminar la estructura jerárquica existente y superar la división social del trabajo capitalista. En tal sentido, se requiere iniciar con algunas medidas, tales como:
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La integración progresiva y acelerada de las unidades productivas y administrativas que forman parte de las cadenas tanto del aluminio como de hierro-acero, garantizando la incorporación de todas y todos los trabajadores, hoy en condición de contratados fijos y temporales.
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La constitución de una dirección democrática que centralice todas las gestiones y operaciones, bajo control obrero, que pueda coordinar con todos los organismos competentes en la materia de producción industrial, comercialización de insumos y productos.
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El impulso de un plan de financiamiento (bajo control obrero), a corto y mediano plazo, por parte del Estado, para las inversiones que sean necesarias en el redimensionamiento tecnológico. Que la oriente hacia una sustentabilidad económica y social real a corto plazo, sin hipotecar sus principios socialistas.
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El establecimiento de alianzas estratégicas con trabajadores (as) de otras empresas del sector público, y demás instituciones responsables de la producción; y con el resto de la clase obrera regional y nacional, que están impulsado el control obrero para la construcción del socialismo. Esto con la intención de incrementar la asociación entre productores directos en la complementariedad de los procesos productivos especializados.
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El establecimiento de alianzas estratégicas con instituciones similares y de tecnología en países y pueblos hermanos de América Latina el Caribe y el Mundo, que permitan acelerar la independencia tecnológica y la unidad de la clase trabajadora en la lucha anticapitalista a nivel mundial.
Esta forma de organización de la producción dentro del marco de la democracia directa de la clase obrera debe tomar en cuenta la diversidad de unidades productivas y las características de las trabajadoras y trabajadores del sector, para lograr su integración real, de manera regional y en todas las operaciones propias de una empresa socialista.
Con estas medidas, y otras que se pudieran sumar, se pretende golpear la estructura jerárquica existente y la superación de la división y alienación del trabajo impuesta por el capitalismo, para la construcción del socialismo, tal como lo señala el Proyecto Nacional Simón Bolívar 2007-2013 y los actuales objetivos de la Patria, en proceso de discusión.