Los errores políticos del PCV desde su fundación y en forma más dramática, a partir de 1952, cuando expulsaron a su Secretario General, Juan Bautista Fuenmayor, son el signo fatídico de su trayectoria histórica. Al Juan Bautista Fuenmayor lo expulsan porque cumplió con el deber de explicar a las bases de su partido las razones por las cuales se había opuesto a la inoportuna decisión de Buró Político de ir con AD a la huelga petrolera, contra la dictadura de Pérez Jiménez, la cual como él lo había previsto, fue un rotundo fracaso que causó efectos devastadores en los fuertes sindicatos petroleros organizados por los comunistas, condujo al encarcelamiento del dirigente obrero Jesús Farías y dejó en ascuas a la vanguardia revolucionaria de la clase obrera. Las líneas políticas equivocadas fueron siempre la constante de esa organización política a lo largo de sus infructuosos combates revolucionarios. Los mismos fueron corroborados después del 23 de enero de 1958 cuyas consecuencias llevaron nuevamente a la casi extinción del partido de la clase obrera. No es mi intención hacer un historial de los bandazos del PCV a lo largo de sus luchas pero es imposible dejar de mencionar los deslindes de izquierda y de derecha, en su seno, a partir de 1965 encabezados sucesivamente por Douglas Bravo, fundador del PRV, por Teodoro y Pompeyo, fundadores del MAS, por Guillermo García Ponce y Eduardo Machado, fundadores de Vanguardia Comunista y últimamente por Jesús Farías (hijo) y María León incorporados al PSUV.
Nos interesa comentar el presente pero era necesario, sobre todo para las nuevas generaciones, haber hecho la breve referencia anterior porque los errores actuales del PCV son la reiteración de su errático historial que han reducido a su mínima expresión la influencia, la credibilidad y el prestigio del que otrora gozara el glorioso partido comunista de Venezuela a la caída de las dictaduras de Juan Vicente Gómez y posteriormente de Pérez Jiménez, gracias al heroico comportamiento de los comunistas contra las tiranías.
Hoy como antes el PCV desbarata con los pies lo que hace con sus manos. Sus pronunciamientos críticos, hechos con lealtad, cuestionando algunas desviaciones del gobierno revolucionario y del PSUV le valieron cierto reconocimiento entre el chavismo pensante y con mayor formación política. Esa posición valiente y correcta del PCV sin duda fue la piedra angular de su cosecha electoral el 7-O. Pero a los camaradas se le subieron los humos a la cabeza y ahora aspiran, sin ninguna posibilidad, a gobernar en cuatro estados entre ellos en Mérida y Bolívar sin advertir que muchos de quienes los acompañamos el 7-O estamos perplejos y estupefactos ante tal disparate político que sólo contribuye con abrirle las puertas al fascismo.
No me quedará más que ir a votar el Domingo por la opción de “seleccionar todos” del PSUV porque es la alternativa que llama a cerrar filas sin disidencias por los candidatos de Chávez. No estamos en la Venezuela de 1947 cuando el PCV apoyó una candidatura simbólica que obtuvo apenas el 3,11% de los votos. No sé por qué seguimos pensando que Venezuela es la misma después de 1998. Todo cambió en nuestro país con la revolución bolivariana encabezada por Chávez, esa terquedad de negar la dialéctica de la historia es la que nos lleva a tropezarnos una y otra vez con la misma piedra.
Ya las cartas están echadas después vendrán las críticas y autocríticas que cuando no son el resultado de una verdadera metódica revolucionaria clasista son iguales al insólito rito dogmático y reaccionario de la constricción y el mea culpa.
Es una lástima que los avances políticos ganados con tiempo y esfuerzo se pierdan en un solo acto cuando se juega a la política como si Venezuela fuera un casino electoral.
*Profesor Universitario
sergiobricenog@yahoo.com