Cada vez que hay elecciones, a los escombros de la MUD no se les ocurre otra cosa peor que sabotear el sistema eléctrico nacional; ya Maduro les mostró un plátano, lo que “a buen entendedor pocas palabras bastan” y ese emblemático gesto pudo estar dirigido a “caprichito caprichito” pero, además, a otro que también debería pararse a “vender” en una esquina y vociferar: ¡Amarillo amarillo amarillo!
A propósito de apagones y desde la visión de grandes poetas, aquellos son más nocturnos que diurnos pero nada es mejor en cualesquiera casos, que apelar a un arte que no admite alternativas, tal lo explica sin desperdiciar una palabra, especialmente, el grande Mario Benedetti, entre otros que le meten al tema con sabiduría.
Benjamín Franklin inventó el pararrayos y Thomas Alva Edison nada menos que el bombillo, pero Mario Benedetti fue más lejos al transitar los confines de la poesía para inventar propiamente la corriente eléctrica y la luz.
Atrás dejó éste la tensión de una corriente que hace estallar los circuitos con subidas y bajadas de voltaje, para describir las virtudes especiales de un contorno eléctrico autopropulsor que dispara, en medio de un eclipse feliz, el dispositivo que enciende un par de corazones.
Benedetti dijo que no vale de por medio aislante alguno…/ puesto que una mujer desnuda y en lo oscuro / tiene una claridad que nos alumbra / de modo que si ocurre un apagón / es conveniente y hasta imprescindible /…/ genera una luz propia y nos enciende / es una vocación para las manos / y para los labios es casi un destino / el cielorraso se convierte en cielo /…/ (sin el adjetivo queda el sustantivo, digo yo que no soy poeta).
Se trata de un poema terrenal sin dogmas ni artificios, del uruguayo poeta Benedetti y, más que una poesía eminente, valga decirlo así, es un recurso propio para épocas de apagones en noches sin Luna e inclusive días de radiante Sol.
A Benedetti se le admira por su ejemplo de vida, siempre al lado del pueblo y el legado de su pensamiento creador y revolucionario, que es enorme, ha de ponerse al alcance de todos, para cultivar la sensibilidad, nada mejor.
Hay que educar los sentimientos. La obra sobresaliente de grandes poetas como -además- Neruda (“Desnuda” […tu claridad se apaga/ se viste / se desnuda…]), Andrés Eloy Blanco (“Canto de los hijos en marcha”), de seguro son referencias vitales que contribuyen a entender de manera cabal, el pensamiento suramericanista, tan necesario para adelantar los procesos de integración latinoamericana, así de sencillo porque en verdad todos somos lo que es nuestro mundo.
Siendo concretos, válganos tener en claro que la poesía no es una disciplina de carácter inferior ni a la política ni a la economía; sépase que en la China antigua los generales eran escogido mediante un concurso de poesías, entre otras consideraciones.
Pero, no vayamos tan lejos, ahí está Hugo Chávez que con su vena poética pudo trepar a lo más sublime a que pueda llegar un hombre, la poesía sensibilizó a Chávez, estoy seguro de que fue así, y dejó para la posteridad un legado que está y estará por siempre a la altura del Libertador Simón Bolivar,
¿Quién, por cierto, no recuerda la sentencia que, refiriéndose al tema, dijese alguna vez nuestro Libertador Simón Bolivar, que “El baile es la poesía del movimiento? ¿Acaso, “Moral y Luces son nuestras primeras necesidades” no es una expresión poética también?
Sin asumir como desiderátum las respectivas creaciones de estos hombres, me atrevo a vaticinar que gestas históricas como las del Ché, no serían fácilmente asimilables si antes no se han educado los sentimientos y nada mejor que entrenarse en la poesía.
Para entender al Ché, por ejemplo, la juventud debe estar impregnada de grandes sentimientos de amor y eso se logra no con cuentos de hadas sino con el uso del lenguaje al servicio de la política, tal como en las creaciones de Benedetti, de Neruda, de Andrés Eloy Blanco, y de tantos otros poetas y poetisas quienes con sus creaciones han trazado caminitos que conducen a verdades infinitas que enseñan a mirar en gran perspectiva y, con ello, dejar atrás la nociva visión fragmentada de la realidad, propia del vivir en capitalismo.
Y, por supuesto que, al entender al Ché y a Chávez -valgan de ejemplos- la juventud puede avanzar con determinación hacia la constitución de un mundo solidario, de justicia y de paz sustentable que, dicho sea, es el mundo socialista.
Un verdadero poeta le sabe escribir con propiedad al amor en todas sus manifestaciones, es a eso, precisamente, a lo que me refiero, en este caso, al más sublime.
Y, así, Cesar Vallejo, Cavafis, Alfonsina Storni, Albertí, Ovidio, Antonio Machado, Martí, Rubén Darío, García Lorca, Gabriela Mistral, Bécquer, Chaquespeare y tantos más, inclusive Shakespeare, quienes independiente de sus respectivos pensamientos políticos han brindado aportes excelentes al hecho cultural de sensibilizar a la humanidad.
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