Rigoberto Lanz nos enseñó a combatir siempre desde el pensamiento crítico, a buscar en los intersticios de nuestras prácticas, a vivir la libertad como potencia, su alegría por una vida emancipada nos guía.
Tantas veces mi amigo, camarada y maestro Rigoberto Lanz. Ejemplo de lucha por el socialismo, desde hace 30 años transitamos juntos un similar discurrir, pero en mi caso, además de la amistad que nos une, atesoro un regocijado agradecimiento eterno por sus enseñanzas, influencia y su tenaz forma de ser y darse en los otros.
Porque él ha sido el motor de muchas horas, días y años de desvelos acumulados para los demás, a favor de la angustia del pensamiento que sembró -en algunos para siempre- en un numeroso grupo de hoy reconocidos y respetados intelectuales que ha moldeado dentro y fuera de nuestro país; por el afecto y las ideas comunes del hilo invisible de la pasión emancipadora.
Por el camino que marcó aquel esfuerzo inicial del maestro Rigoberto, quien, luego de la crisis del final de la década de los 70, del derrumbe de la izquierda radical, no se resignó al bostezo. Rechazó con vigor el puesto ofrecido por la cómoda poltrona de la frustración en la que se quedaron detenidos para siempre los numerosos oportunistas.
Inició un recorrido de ruptura crítica de todo el andamiaje intelectual que acompañó a la izquierda, mientras publicaba polémicos textos y caminaba por todo el país en sus talleres de investigación militante. A principios de los años 80, organizó un grupo de estudio comprometido (¿será eso acaso el intelectual orgánico?) y se preguntó públicamente, cuando otros se acomodaban al gobierno del capital en voz baja: “¿Podemos cambiar la vida, podemos vivir de otra manera?”.
Casi todos los que fueron tocados por su magia hoy acompañan el proceso de cambios que vive el país, con la fuerza de la revolución bolivariana y de la mano de nuestro camarada eterno Hugo Chávez Frías, y con el liderazgo del revolucionario compañero Nicolás Maduro.
Hoy quiero advertir al amigo entrañable, mi maestro, Rigoberto Lanz, que seguiremos como siempre el camino sin atajos que lleva a intentar el pensamiento revolucionario.
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