De Socialismo se viene analizando, estudiando, investigando, meditando, contemplando y reflexionando desde antes de Marx. Sin las ideas de los socialistas utópicos (especialmente de: Fourier, Sait-Simon y Owen), por lo menos, a Marx y Engels se les hubiera trancado el serrucho en algún punto de sus investigaciones sobre Socialismo, aunque más tarde –tal vez los mismos Marx y Engels- hubiesen llegado a una definición científica del mismo. El Manifiesto Comunista es una obra maestra donde se analizan varias concepciones de Socialismo. En fin: han sido no sólo muchas sino, a veces, interminables polémicas que se han producido en el mundo sobre Socialismo. Aquí no más, en la puerta de nuestras narices, se ha polemizado y se sigue polemizando sobre el llamado Socialismo del Siglo XXI.

         El que vive en un castillo, con todas las comodidades materiales y hasta espirituales, no aprecia el mismo sentido de Socialismo que aquel que vive en un rancho repleto de necesidades, por lo menos, materiales. El que carga sus bolsillos llenos de dólares o de euros o de bolívares fuertes lo más que puede entender por Socialismo es su capacidad para adquirir con su dinero todo lo que se le antoje y gozar de privilegios sociales a los cuales no tiene acceso –hasta ahora- la mayoría de la humanidad, pero aquel que los carga vacíos y hasta sucios y rotos de tanto meter sus manos y nada sacar tiene por concepción de Socialismo una fase de la Historia humana en que se crearán las condiciones socioeconómicas para llegar a ese momento en que trabaje según su capacidad y reciba según sus necesidades, que Marx denominó comunismo.

         La experiencia de la Revolución Rusa, de Octubre o Bolchevique de 1917 es el mayor y más rico ejemplo de polémicas sobre la esencia del socialismo. Hubo quienes plantearon que el Socialismo tenía que ser el producto del pensar como ser humano pero del actuar al paso de la tortuga, otros de las trancadas de Aquiles, muchos lo concibieron en los estrictos espacios de un solo país, algunos lo entendieron como el hecho de andar los miembros del comité central del PCUS en limosinas, hubo quienes lo midieron por el salario de un stajonovista (obrero mejor pagado) y no pocos lo interpretaron como el resultado de triunfos internacionales –especialmente en las naciones de más alto desarrollo capitalista- y así sucesivamente. En la viña del Señor hay de todo pero –por ahora- no para todos.

         No pocas veces, algunos animales nos dictan clase de filosofía. El delfín es tan inteligente pero tan buena gente y solidario que nunca le hace mala cara ni siquiera a los empresarios que lo explotan. El perro, tenido por el mejor amigo del hombre, termina atacando a su amo si se hastía de que lo maltraten y por eso se la lleva mejor con quien mejor lo trate y lo alimente. El gato es una especie de malandro incorregible. Ante cualquier descuido, engañando al amo de que está persiguiendo o corriendo a un ratón de la casa donde habita, acaba con lo poco que haya de comida en la nevera si ésta existe.  Y es el zorro sin haberse leído jamás un libro de lógica ni de dialéctica, especialmente, quien nos ilustra en la sabiduría del silogismo perfecto cuando viendo a un conejo o a una gallina los identifica en su lógica como animales nutritivos y apetitosos pero cuando observa que se le acerca otro animal que lo supera en tamaño asume la dialéctica hegeliana y determina que hay momentos en que la cantidad se transforma en calidad y es, entonces, cuando da rienda suelta a sus patas para huir despavorido. 

         ¿Con qué ojos ve la Vaca el Socialismo? Dicen que la vaca es un animal curioso, sociable, inteligente y muy sensible a los ruidos y sobresaltos. Tal vez, la Vaca desconozca que su carne es uno de los negocios favoritos del mundo capitalista, de los restaurantes carísimos o elitescos y por eso inocente marcha muy temprano al matadero. Claro, salvo los vegetarianos, los carnívoros consideramos la carne de res nutritiva y apetitosa. Lo que sucede es que los ricos se comen la más exquisita y dejan al pobre, generalmente, los huesos y las partes que hacen invertir tiempo en despellejarlas y ablandarlas. La carne, para los seres humanos y especialmente jóvenes y niños, es de vital importancia para favorecerle el desarrollo cerebral. Creo que así lo dijo Engels.

         En verdad no son los ojos de la Vaca los que ven al Socialismo. No, son algunos seres humanos que ven con ojos de Toro al Socialismo. Entre los que así lo vieron estuvo el camarada Radex, un revolucionario internacionalista bastante culto que veía la Revolución desde el punto de vista del periodismo y no del marxismo.  El Socialismo, sin duda alguna, se caracteriza, entre otras cosas, por la supresión  de la explotación de clase y del hombre por el hombre pero antes requiere garantizarles a los trabajadores la mayor economía de tiempo para su trabajo tomando más en cuenta la calidad que la cantidad. Si esto no se logra, la característica anterior señalada no pasaría de ser, según el camarada Trotsky, un dramático episodio desprovisto de porvenir. Eso es una gran enseñanza del marxismo. Pero el camarada Radex eso no lo entendió, por lo cual se limitó a expresar que sólo eran suficientes para construir el Socialismo la nacionalización de los medios de producción y la distribución. Por esa razón, por ejemplo, cuando se producía una escasez de leche para los niños, no iba al análisis de fondo, daba la espalda a precisar cuál es la esencia del Socialismo sino que se limitaba, con sus ojos de Toro, a culpar a la Vaca, argumentando que todo sería resuelto satisfactoriamente cuando en los corrales hubiesen muchísimas vacas para que haya muchísima leche y así no habría escasez. El camarada Radex no comprendió que el Socialismo, como lo dice el camarada Trotsky, “… no presupone únicamente la nacionalización de los medios de producción sino también la capacidad de éstos para satisfacer todas las necesidades humanas. Precisamente por esto los pioneros (creo que se refiere a Marx y Engels) afirmaron que la sociedad socialista sólo es posible con un determinado nivel de desarrollo de las fuerzas productivas”. Por suerte para la Vaca y hasta para el Toro en la India les ven como deidad religiosa y no como una mercancía de la carne. Por supuesto que para los que comen churrasco la Vaca es un bien muy nutritivo, muy apetitoso y muy privilegiado pero para los pobres que se comen el pellejo, la Vaca –sin haberse leído El Capital de Marx- sigue siendo un objetivo inmediato y privilegiado para el capitalismo y no del socialismo. Al Toro, por cierto, eso no le preocupa siempre y cuando él sea exclusivamente padrote de un corral. El mercado mundial decide el destino de la Vaca que no es capaz de comprender la dialéctica hegeliana cuando la montan en un camión o gandola que la lleva derechito al matadero. Mientras tanto culpar a la Vaca de las fallas del Socialismo es como acusar al zorro de cobarde por huir ante la amenaza de las garras del León. No se conoce la historia de un Toro que se enfrente a una manada de leones y los venza sin ayuda de las manos del ser humano. Si algún animal debería estar de acuerdo con el Socialismo, por prolongarle la vida y por buen trato de los humanos, sería justamente la Vaca.

El Socialismo es, en definitiva como lo expone el camarada Trotsky: “… un régimen de la producción planificada para la mejor satisfacción de las necesidades del hombre, sin lo cual no merece ese nombre”.  Sólo en el Socialismo la Vaca disfrutará de mayor tiempo de vida para que no sea tan corta su existencia y sus carnes podrán estar al acceso de todos los seres humanos.