Fidel: “no sé por qué aún el Comandante Chávez no ha terminado con las elecciones burguesas”

En el video que presentaron diputados de la Oposición, atribuido al camarada Mario Silva hablándole al camarada cubano Aramís Palacios, hay algo extremadamente extraño y puesto en boca del camarada Fidel Castro. Si fuese verdad que éste le dijo a Mario que no sabía el por qué el comandante Chávez no había terminado con las elecciones burguesas, estaríamos en presencia de un dicho que no fue reflexionado ni bien pensado y pronunciado con mucha ligereza sin corregirlo o, simplemente, una mentira descarada. Es dificilísimo imaginarse que Fidel pronuncie una conclusión de esa naturaleza cuando conoce a la perfección las diferencias existentes entre la metodología de triunfo de la revolución en Cuba y la de  la victoria del proceso revolucionario en Venezuela.

         Lenin escribió un artículo titulado “De la cooperación” que se prestó para interpretaciones de toda naturaleza. Lenin estaba enfermo y padecía una crisis producto de los tiros que le propinaron socialrevolucionarios de izquierda para asesinarlo. Aceptando su escrito hay que reconocer no tuvo tiempo de corregirlo. Lo publicaron luego de su muerte no sólo faltándole el respeto sino tratando de hacerlo ver como un  marxista que se inclinaba al revisionismo. Pero hablemos de Fidel que con sus reflexiones sigue mostrando aptitudes o cualidades de mucha lucidez aunque –por lo menos en estos últimos años- uno pueda no estar de acuerdo con algunas de sus reflexiones. Un ejemplo: cuando se dijo que Fidel dijo, en una oportunidad, que la lucha armada ya no tenía vigencia lo haría por mucho desear la paz  e incentivar el diálogo por la paz en un país que ya cumplía más de cuatro décadas de conflicto armado sin un resultado favorable y definitivo para la insurgencia, pero para un marxista –y Fidel es marxista por el ángulo que se le mida-  jamás, mientras exista lucha de clases por el poder político, ninguna forma de lucha política pierde vigencia. Por decir algo con lo que no se estaría de acuerdo con el camarada Fidel, pero eso no desdice en nada la grandeza, la inteligencia y la condición de inmenso estadista político e ideológico del camarada Fidel. El más grande, por lo menos, del siglo XX en el continente americano.

         Nadie, por lo menos, en el mundo actual viviente y no de los muertos, sabe o conoce más que Fidel que una cosa es llegar al poder político por la vía de las armas de la guerra y otra por la vía electoral. En Rusia como en Cuba, ya teniendo los revolucionarios  en sus manos  el poder político y en respuesta a los actos armados de los contrarrevolucionarios, fueron ilegalizados  todos los partidos políticos de la derecha. En el caso de Rusia, específicamente, se debió a las necesidades de la guerra civil, del bloqueo, de la injerencia activa de los imperialistas y del hambre. Y el Gobierno Bolchevique pensó que era una medida temporal y no permanente. Incluso, Lenin era partidario que los burgueses podían lanzar sus candidatos en las elecciones siempre  y cuando no estuviesen comprometidos en acciones armadas o violentas contra la Revolución. En fin: no pueden ser las mismas políticas en la transición del capitalismo al socialismo que se aplican en una Revolución proletaria que llega por la vía de la lucha armada a una que llega por la vía electoral, aunque mucho se asemejen en la ruta de sus contenidos y propósitos. Y Fidel sabe muchísimo de eso.

         En una nación donde no existen partidos políticos opositores ni fuerzas gremiales que arrastren tras de sí a una buena parte de la población, el Estado establece el género de elección para determinar quiénes se ganan el derecho a ser los elegidos para ocupar los más importantes cargos de los poderes públicos tales, por ejemplo, como Presidente de la República y parlamentarios. Pero esa potestad de establecer esas mismas leyes sería de muy difícil aplicación en un país donde existen partidos políticos y gremios que representan a un  importante porcentaje de población que se opone a un proceso revolucionario. No es la misma situación política la que ha vivido y vive Cuba que la que ha vivido y vive Venezuela y lo demuestran, entre otras cosas, los procesos electorales que, allá como acá, se han realizado para decidir quién es el Presidente de la nación y quiénes los representantes de la sociedad en el parlamento. Si alguien sabe en demasía en este mundo que una Revolución no es soplar y hacer botellas es, precisamente, el camarada Fidel. Sus elevadísimos conocimientos y su larguísima experiencia sobre Cuba y el mundo así lo testimonian.

         Pero, además, si Fidel dijera tal cosa lo lógico es que hubiese explicado cómo lograr eso, cuáles medidas políticas aplicar y, por supuesto, alertarnos muy bien sobre las posibles consecuencias políticas de materializar esa decisión. Habría que preguntarse: ¿cómo eliminar, por decreto o ley, el sistema electoral vigente en Venezuela con una Oposición que logra –para elegir al Presidente de la República- casi un 49% de los electores y no correr el riesgo de crear condiciones para estallidos de rebelión contra el proceso revolucionario?

Definitivamente: ninguna Revolución, sea del carácter que sea, posee una varita mágica para cambiarle la conciencia a la población y basarse en ésta para producir los cambios materiales que se requieren y que, por cierto, no dependen del estado de la conciencia sino, especialmente, de los factores económicos –tanto internacionales como nacionales- que más influyen en el destino de una sociedad. Si el camarada Fidel dijera lo que dicen dijo en el video sería, muchísimo mejor, que no nos recomendase nada. Pero Fidel, no lo creo ni creeré, jamás haría una sugerencia de esa naturaleza si las condiciones –fundamentalmente- objetivas no estuviesen en correspondencia con las condiciones subjetivas –caracterizadas éstas esencialmente por una masiva conciencia revolucionaria- para tal finalidad. La política, está harto demostrado, no es ciencia de los deseos sino de hechos, de circunstancias concretas, de objetividades realistas. Todo quien fundamente sus opiniones políticas en pronósticos astrológicos termina viviendo en la luna y no en la tierra. “La Historia se vuelve arcilla, en manos del alfarero”, lo dijo el camarada Trotsky  y téngase en cuenta que el camarada Fidel no es alfarero sino arquitecto de una Revolución.



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Freddy Yépez


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