La explotación del hombre por el hombre define, por un lado, una forma organizada de producción de mercancías y, por el otro, una forma desorganizada y desigual de distribución de mercancía entre los trabajadores, campesinos y burgueses. Las empresas capitalistas llevan más de cien años mejorando la producción de valor. Hecho que ha sido posible a través de una definición cada vez más óptima de la cadena de relaciones sociales; esto es, de la cadena de responsabilidades y habilidades de los trabajadores. Una cadena que ha sido profundamente influenciada y determinada por el desarrollo de las medios de producción (la tecnología); quienes han potenciado y han hecho más eficiente la comunicación de la organización, la disciplina laboral y el rendimiento en la producción de plus valor. Los mecanismos que desarrolló el capitalista para optimizar su producción de valor permitió, bajo el empuje de la competencia, el desarrollo de la producción en masa. Forma de producción que tanto contribuyó a aumentar la circulación de mercancías entre los seres humanos. Sin la optimización de la creación de valor a través de la estructura, la tecnología, los procesos productivos y la disciplina laboral sería imposible mejorar la circulación de mercancías entre los seres humanos. Sin embargo, en el modo de producción capitalista la producción organizada de mercancías no se compagina con la distribución organizada de mercancías entre la clase trabajadora y campesina. De allí que, el modo de producción socialista y aun más el comunista, como fase superior de la humanidad, deban garantizar tanto la producción organizada de mercancías como la distribución organización de mercancías.
En este sentido, frente al estado actual de desarrollado de las experiencias denominadas empresas socialistas cabe preguntarse ¿es posible hablar de la existencia de producción organizada en las empresas socialistas?, ¿Puede existir una empresa socialista con una producción desorganizada y mínima, y pretender con ello una distribución de mercancías organizadas para toda la clase trabajadora? La verdad es que esto no es posible. Sin producción organizada de mercancías no es posible una distribución organizada de mercancías. Sin embargo, las experiencias que se tienen caracterizan a una empresa “socialista” cuya estructura es difusa, con responsabilidades, roles y funciones poco claros que no permiten que se respete la cadena de mando. En ella subyace como forma de relacionarse la politiquería (dentro y fuera de la empresa), el saboteo, la falta de conocimiento técnico y gerencial, la arrogancia y la mala definición de los procesos productivos. A lo que se agrega la anarquía, la cuota y guerra de poderes, los problemas de gobernabilidad, la carencia de direccionamiento estratégico y táctico. Y donde priva la negación de la planificación; así como, el compromiso con el contacto política del gobierno, quien es el que lo mantiene en el poder, y no con la propia gestión, la producción y el socialismo. Todas estas relaciones sociales construyen una ideología (unos valores) en la empresa “socialista” basados en la desconfianza, la arbitrariedad, el autoritarismo, el arribismo, el oportunismo, la flojera, la mediocridad, el coyunturalismo, el show mediático, la mentira, los rumores, la zancadilla y la falta de solidaridad. Estos elementos constituyen un verdadero cáncer que mina el propio organismo donde habita. Son el cáncer que mina la construcción del socialismo antes de nacer.
La base de una distribución organizada y justa de mercancías para la clase trabajadora y campesina recae en empresas socialistas altamente organizadas. En Venezuela cuyo Estado promueve empresas públicas que se orientan a estimular prácticas económicas socialista las debilidades señaladas imponen un cambio en la política económica del Estado. Esto es recompensar la buena gestión productiva (la producción de mercancías y los valores socialistas) y no el amiguismo y el contacto político que tanta confianza produce; pero que tanto daño causa en la gestión y producción de mercancías. Las empresas socialistas son para producir dos cosas: mercancías e ideología (valores) socialistas. Quien no esté con estos productos no debe estar en nuestras empresas porque atentan contra la construcción de socialismo y el pueblo. Las zonas especiales económicas no dependen de una zona geográfica; esto es, de la cercanía a los recursos naturales sino que dependen del esfuerzo político del Estado para estimular y consolidar una dirección y gerencia socialista estable y emprendedora con poder dentro de la empresa para orientarla a la producción de los volúmenes de mercancía que logren la satisfacción de las necesidades de la clase trabajadora. Se requiere de directivos y gerentes socialistas quienes con mano firme y comprometida con la producción y el socialismo sepan imponer valores socialistas a los trabajadores. Viviremos y venceremos, que viva el socialismo, Carajo.