Síntesis del Resumen Histórico del Proceso Bolivariano Revolucionario

….. PARA ENTENDER LO QUE SUCEDE HOY, ES NECESARIO CONOCER LO DE AYER; PORQUE CUANDO LOS PUEBLOS NO CONOCEN SU HISTORIA, SON OBJETO FACIL DEL ENGAÑO Y LA DOMINACION …..  ….. DICHOSO AQUEL QUE TIENE UNA HISTORIA QUE CONTAR …..                       

Humberto Vargas Medina

 

La guerra por nuestra independencia comenzó el mismo día que los conquistadores europeos  arribaron al sitio conocido hoy como Macuro, en las costas del sureste de nuestra Península de Paria, el 03 de Agosto de 1498; ese día comenzó la resistencia de nuestros pobladores aborígenes para conservar sus vidas, cultura y tierras, ante la voracidad insaciable de los indeseables visitantes.                              

Para comprender la historia de la resistencia indígena es fundamental  definir las tres concepciones históricas que legaron los españoles para caracterizar a los pueblos indígenas del Continente: uno, indios de paz;  dos, indios de trabajo  y, tres, los indios de guerra. ¿Por qué es importante tener presente estas tres categorías?;  Porque a través de esta tres vertientes se desarrollaron todas las formas de lucha de los pueblos indígenas sometidos por la corona espanola en la América Meridional. Para los españoles era importante conocer si los indígenas los recibían en posición de paz, con indiferencia o en posición de guerra. Ante la presencia de los indios de guerra, los españoles iniciaban el combateLos indígenas que reaccionaban con rebeldía y se les enfrentaban, eran considerados indios de guerra, que por lo general esta última denominación la atribuían como  principal rasgo caracterizador de la familia lingüística Caribe.                                                                                                        

Los pueblos nativos que inicialmente aceptaban en forma pacífica a los españoles, brindándoles amistad, al poco tiempo empezaron a sentir los embates de la esclavitud  y otras formas de opresión colonial. Los invasores se creían con pleno derecho a utilizar sus mujeres, sus niños, a saquearle sus pertenencias y a disponer de ellos, en forma agresiva y violenta. No les respetaban sus ancestrales condiciones de vida: sus viviendas, sus animales, sus cultivos, sus instrumentos o utensilios de trabajo, sus montañas y sitios sagrados. Abusaban como si el mundo espiritual aborigen no tuviera ningún valor. Esto fue calentando el espíritu guerrero nativo. Por eso la lucha guerrillera tuvo por escenario toda la Madre Tierra. Se fueron organizando pequeñas unidades o patrullas militares, compuesta por indios arqueros o flecheros, lanceros, macaneros o pedreros, que asumían posiciones ofensivas en defensa de sus pueblos. Se trataba de pequeñas unidades que operaban cuando los castellanos iniciaban la incursión en áreas indígenas consideradas de interés comunitario, militar o cosmogónico. Y estas mismas áreas, eran para los europeos, objeto de interés para la explotación minera, o que por razones geopolíticas, presentaran magníficas condiciones para asegurar y consolidar la empresa colonizadora.  Las tácticas de lucha guerrillera fueron variadas, de acuerdo al medio natural y a las condiciones de las fuerzas nativas. Se desarrollaron en el monte, en ríos, y a través de asaltos navales en los mares.

  Posteriormente, a partir del siglo XVI, con la llegado de los esclavos traídos por los europeos desde África, se sumaron nuevos esfuerzos y actores a la lucha por la independencia y la libertad; la razón de la rebelión de los negros, desde el mismo momento de su llegada a Abya Yala,  no pudo ser otra que la opresión de la que fueron sujeto de forma sistemática, sostenida, injusta.                                                  

La primera forma de resistencia fue la fuga desde las unidades de producción hacia las montañas y parajes solitarios, donde la vegetación exuberante y los terrenos pantanosos conformaron un conjunto de barreras y obstáculos, para que sus propietarios no los pudieran capturar e igualmente para poder fundar sus cumbes o palenques y vivir como negros cimarrones, dedicados a una agricultura de subsistencia y a la práctica del contrabando con los holandeses, ingleses y franceses.                       

Con relación al caso de la  Venezuela colonial, encontramos que los esclavos negros, mulatos, zambos y los negros libres e indígenas, llevaron a cabo varias rebeliones y conspiraciones,  las cuales fueron motivadas por factores internos como: atropellos e injusticias que sufrían los grupos étnicos antes mencionados en la haciendas, plantaciones y hatos, asimismo, su deseo de superar la injusta convivencia social y política con los estamentos circundantes y las aspiraciones de los negros y mulatos, todavía imprecisas y confusas, a una vida libre e igualitaria.

 Por otro lado, a finales del siglo XVIII surgió un venezolano insigne, pensador, filosofo, sociólogo, político y por sobre todo, educador; quien logro sincretizar todos los aportes de tres cosmovisiones, de tres culturas diferentes (la aborigen, la europea y la africana) que se mezclaron holísticamente,  para entregarnos el resultado sincrético mestizo de una nueva cosmovisión, de una nueva forma de ver la realidad del mundo y de la vida por parte de una nueva variedad de la especie humana identificada como los mestizos criollos venezolanos; nos estamos refiriendo al maestro de maestros Simón Carreño Rodríguez, Simón Rodríguez o Samuel Robinson, quien, como producto de su inigualable pensamiento, nos lego una riqueza filosófica, conceptual y teórica, original y única.  Pero la obra del Maestro Robinson no quedo exclusivamente en el campo teórico de su fuero personal, no, el Maestro Rodríguez tuvo la visión y la capacidad de sembrar toda su riqueza conceptual en el terreno más fértil que pudo existir en aquel momento, sembró todos sus inéditos conocimientos y sentimientos, nada más y nada menos que, en el cerebro y en el corazón del joven más inquieto de la época, el cerebro y el corazón de Simón José Antonio de la Santísima Trinidad Bolívar Palacios y Blanco, en Simón Bolívar.                 

Posteriormente, en su largo peregrinaje al caminar, cabalgar y navegar por todas las tierras y aguas de la América Meridional, Simón Bolívar convirtió en realidad todo ese Ideario que su Maestro Robinson había sembrado en él; no solo lo enriqueció con sus magistrales concepciones del Manifiesto de Cartagena, la Carta de Jamaica , el Discurso ante el Congreso de Angostura, la argumentación de la Convocatoria al Congreso Anfictiónico de Panamá, la Constitución de Bolivia, entre otros, sino que lo concreto en hechos al fundar naciones, y más que naciones, construir Patrias, en los espacios geográficos de nuestro continente que hoy están ocupados por seis países de la actualidad. Fue de esta manera como el pensamiento y obra de Simón Rodríguez se convirtieron en la original base conceptual, filosófica, política y doctrinaria que es orgullo de los venezolanos del presente: nuestro grandioso “Ideario Bolivariano” y sus raíces Robinsoniana, Bolivariana y Zamorana.

 La historiografía imperante, desarrollada bajo los preceptos y enseñanzas que la hegemónica cultura occidental y mediterránea de coloniaje mental nos ha impuesto, establece que oficialmente el proceso de independencia de los venezolanos comenzó el 19 de Abril de 1810 por iniciativa de los blancos criollos mantuanos, con el propósito de defender y proteger los amenazados intereses de la Corona Española en estos territorios de sus colonias americanas. Pero como los tiempos de revolución nos exigen releer, reinterpretar y reescribir nuestra historia, ahora conocemos que aquellos blancos criollos, aprovechándose de las dificultades que enfrentaba el imperio español de entonces, como consecuencia de la invasión francesa a su territorio, tomaron ventaja de la situación imperante, para hacerse del  control del gobierno en la Capitanía General de Venezuela con el propósito de acceder a todas las prerrogativas sociales, políticas y económicas exclusivas de los blancos europeos, que el conquistador español les negaba.                                                                                                                   

Siendo así, entonces el proceso iniciado en 1810 no constituyo un proceso de independencia para comenzar una guerra de emancipación a favor del pueblo mestizo criollo y demás pobladores, que se encontraban sufriendo los rigores de la conquista imperial de una potencia europea en nuestros territorios; vale decir, el movimiento iniciado en 1810 y legalizado en 1811, no inicio en Venezuela una guerra revolucionaria liberadora que procurara la emancipación, la liberación y la reivindicación de toda la población venezolana de la época, puesto que, al contrario, ese movimiento solo buscaba favorecer una de las clases privilegiadas existentes: los blancos criollos o mantuanos.  La gran mayoría poblacional existente a comienzos del siglo XVIII integrada por mestizos, pardos, indígenas, negros, mulatos y zambos, no se identifico con aquella lucha iniciada por los blancos criollos, nunca sintieron esa causa como propia, ellos percibieron desde su inicio, que una mayor posesión de poder de los mantuanos, dueños de fincas y esclavos, arreciaría y radicalizaría el dominio que los social y económicamente poderosos ejercían sobre la masa poblacional de la época; esta fue la principal causa del fracaso de lo que los historiadores llaman “la Primera Republica” y “la Segunda Republica”; el pueblo nunca estuvo identificado con aquella lucha, por el contrario, una numerosa representación de la población venezolana, liderizada  por el caudillo realista José Tomas Boves, enfrento a los blancos criollos derrotándolos y acabando con lo que fue, después de la Campana Admirable, el proyecto de la Segunda Republica.

 Ante el fracaso de la Segunda Republica El Libertador, Simón Bolívar, llego a Jamaica en procura de apoyo ingles para la causa criolla, donde escribió  su famosa “Carta de Jamaica”, pero al no conseguirlo zarpa hacia Haití, único país libre en la América Meridional de la época, donde gobernaba el Prócer Alejandro Petion. Durante las conversaciones de El Libertador con el Presidente Petion, el Héroe Haitiano convence a nuestro Padre Fundador de que para el éxito futuro de su misión se hace vital cambiar radicalmente la direccionalidad de la lucha en Venezuela: “transformar la guerra librada hasta ese momento en procura de beneficios para los intereses mantuanos, en una guerra de emancipación, en una guerra popular y revolucionaria, liberadora de la gran masa poblacional venezolana esclavizada, sometida, subyugada y marginada por obra de los conquistadores europeos y la oligarquía blanca criolla”.

 Con los apoyos brindados por el Prócer Haitiano y después de la históricamente conocida Expedición de Los Cayos, Simón Bolívar llego a Carupano, en la costa norte-central de la Península de Paria, el día 02 de Junio de 1816 y comenzó su gran tarea para la transformación de nuestro proceso de independencia; entre  muchas otras decisiones, El Libertador emite dos trascendentes decretos : 1) Decreta la abolición de la esclavitud y la liberación de los esclavos y 2) Decreta la incorporación a las huestes patriotas de todos los venezolanos, particularmente, la incorporación a las Fuerzas Armadas de la Independencia de toda aquella masa poblacional que hasta ese momento se había mantenido al margen o contra el  Proceso que el liderizaba.  Estas dos grandes decisiones transformaron la guerra de independencia en una Guerra Revolucionaria para la liberación y emancipación de todos los venezolanos, y, mediante la integración cívico-militar (pueblo sin uniforme – pueblo uniformado) crearon el Ejercito Popular Bolivariano, aquel Ejercito forjador de libertades que libero territorios, creo patrias y fundo republicas en las costas caribeñas y del pacifico, en los llanos del norte-central y a todo lo largo de la extensa Cordillera Andina de la América del Sur.

 Fue así entonces, como el día 02 DE JUNIO DE 1816 nació el “PROCESO BOLIVARIANO REVOLUCIONARIO” y también se creó el Ejército Popular Bolivariano y Revolucionario, para luchar por la liberación, la emancipación y la libertad de todos los pueblos de la América Meridional.

 Si bien nuestro glorioso Proceso Bolivariano Revolucionario tuvo extraordinarios logros, avances, conquistas, crecimientos y  desarrollos a partir de su inicio ese 02 de Junio de 1816, concretándose de hecho la  construcción de la III Republica con la fundación de Colombia la grande, Colombia la original y verdadera, la independencia de Perú y la fundación de Bolivia; con la desaparición física del Padre Fundador y líder original, supremo y eterno de nuestro Proceso Bolivariano Revolucionario, el 17 de Diciembre de 1830, culmina la PRIMERA ETAPA de este brillante y original Proceso.

 Desafortunadamente, a partir del año 1830,  con la muerte de El Libertador y la fragmentación o división de Colombia, el Gran Proyecto Bolivariano Revolucionario fue desmontado y puesto a un lado por más de ciento veinte años, finalizando así su primera etapa; con un solo paréntesis en este lapso, cuando a partir del año 1859  se intentaron solucionar los problemas que la Independencia había relegado, a través de la “Guerra Federal,” la “Guerra Brava” de integración cívico-militar cuya esperanza libertaria, reivindicadora e igualitaria se extinguió el 10 de Enero de 1860, con la muerte del “Valiente Ciudadano y General del Pueblo Soberano” Ezequiel Zamora.

 Solo fue a finales de la década de los años cincuenta y comienzo de los sesenta, del Siglo XX, cuando la antorcha bolivariana fue reencendida en el inicio de su segunda etapa; entonces, desde el seno de la juventud revolucionaria que luchaba en la clandestinidad contra la dictadura del General Marcos Pérez Jiménez y por iniciativa de los revolucionarios Duglas Bravo, Eloy Torres y Teodoro Petkoff entre otros, surgió una brillante idea para la continuación del proceso de la lucha revolucionaria en nuestro País, con el acertado planteamiento de: “La necesidad  de la integración cívico-militar-religiosa” para la liberación nacional ;  propuesta esta, que en 1957 fue presentada ante el XIII Pleno del Partido Comunista Venezolano,  y en cuyas deliberaciones se aprobó la tesis de la unidad de todas las fuerzas políticas, religiosas, cívicas y militares que se oponían a la dictadura (el Partido Comunista creo el llamado “Aparato Militar de Carrera” del cual formo parte el Coronel Arráez Morles). Surgió entonces la idea de la organización de la Junta Patriótica y hacia allá se enfilaron los esfuerzos, haciendo un llamado a los partidos más importantes de entonces: Unión Republicana Democrática (URD), primero con Amílcar  Gómez y luego con Fabricio Ojeda quien fue elegido como Presidente de esa Junta; Comité Político Electoral Independiente (COPEI), con Aristigueta Gramcko; Acción Democrática (AD), con Silvestre Ortiz Bucarán y el propio Partido Comunista (PCV) con el integrante de su Buro Político y Comisario, Guillermo García Ponce. Esta decisión de integración fue un gran acierto histórico, porque la Junta Patriótica se convirtió en la vanguardia del pueblo en la lucha contra la dictadura, siendo así,  que luego de la Insurrección Militar del 01 de enero de 1958, comandada por el Teniente-coronel Hugo Trejo y con la participación de los Mayores Martin Parada, Gilmon Báez, Emiliano Pena, Antonio Bolívar, Luis Evencio Carrillo, Edgar Suarez y Hely Mendoza Méndez, y los capitanes Masso Perdomo, Luis Pena, Luis Sucre, Tineo Arismendi, José Rosales, Mario Fajardo, Antonio Zuloaga y Vargas Medina,  entre otros, y de las posteriores movilizaciones populares de estudiantes y obreros durante casi todo el mes,  que se produce el derrocamiento de Pérez Jiménez el 23 de Enero del mismo ano.

 Después de derrocada la dictadura y traicionado el proyecto revolucionario emancipatorio por los gobiernos derivados del Pacto de Punto Fijo (acuerdo inicialmente firmado por Rómulo Betancourt, Jovito Villalba y Rafael Caldera en Nueva York, a instancias del estadounidense Nelson Rockefeller), la juventud y los movimientos revolucionarios cívico-militares-religiosos se ven obligados de nuevo a la lucha clandestina,  a la guerra de guerrillas, a una guerra irregular para lograr la autonomía e independencia nacional; y es así,  como el inicio de la segunda etapa del Proceso Bolivariano Revolucionario se fortalece, complementa y consolidada a partir de la década de los años sesenta del siglo próximo pasado, cuando en el seno de esas mismas fuerzas revolucionarias, en las montanas del estado Falcón, en el Frente José Leonardo Chirinos ( desde donde surgen los “Documentos de la Montana” y el escrito del profesor Pedro Duno titulado: “Marxismo-Leninismo Bolivariano”, publicado en 1969), se propuso la nacionalización de la base doctrinaria de la lucha popular en nuestro país, asumiéndose  el “Ideario Bolivariano” y sus raíces Robinsoniana, Bolivariana Y Zamorana como los fundamentos de la liberación.  Desde entonces, esta integración libertaria cívico-militar comenzó a entregar sus frutos y las bases doctrinarias del Ideario Bolivariano renacieron, como base de la lucha revolucionaria en nuestro País.

 La nacionalización de la base doctrinaria del Proceso Bolivariano Revolucionario sustentándola en el árbol de las tres raíces: Robinsoniana, Bolivariana y Zamorana; nos permite una aproximación ideológica, cuyo basamento original es de mucha credibilidad para los venezolanos; esto es un rescate innovador del Ideario de Simón Rodríguez, del legado intelectual  y las experiencias de Simón Bolívar y del pensamiento de Ezequiel Zamora, que constituye la más completa y nítida definición filoso-socio-política comprensible para el común y corriente de los mestizos venezolanos, sin contradicción alguna, por ser tres raíces propias y  complementarias. En cada uno de aquellos tres personajes históricos se da una porción de esas tres partes que sincretizadas holísticamente, nos entregan como resultado un todo sinérgico, nos entregaron ese original y completo Ideario Bolivariano, que la actual Venezuela Mestiza reclama con angustia en las presentes circunstancias: del Ideario de Simón Rodríguez se obtiene la guía para la formación y educación del pueblo, basada en la realidad de sus características étnicas y en las particularidades de su entorno socio-geográfico-cultural; del legado intelectual y de las experiencias  de Simón Bolívar emana una concepción del Estado Nacional Mestizo y Tropical que necesitamos fundar; y, del pensamiento de Ezequiel Zamora proviene el signo de la igualdad y la justicia sociales que nos debemos. En síntesis, el Ideario Bolivariano es una ideología original y propia, distinta a aquellas ideologías concebidas a la sombra de la cultura occidental mediterránea o de culturas existentes en otros continentes; es un Ideario que se fue desarrollando a la luz del profundo e inédito contenido de la realidad mestiza que se estaba creando en nuestras tierras y también, al calor de las experiencias del arduo proceso de fundar naciones muy particulares y especificas en lo étnico, en lo social, en lo cultural, en lo político, en lo económico y en lo geográfico: Este, nuestro Ideario Bolivariano, es una base doctrinaria original, para un pueblo especial con un entorno muy particular.

 Es importante señalar que todo el proceso que va de los años sesenta a los noventa del siglo XX, tiene al insurreccionalismo como una constante en la práctica política de los partidos y movimientos que promovieron la lucha de resistencia. De hecho, en el año 1962,  son las insurrecciones cívico-militares-religiosas de Carupano, el 04 de Mayo, comandada por el Capitán de Fragata Jesús Teodoro Molina Villegas y con la participación del mayor Vegas Castejón, del Teniente de Navío Fleming Mendoza, del profesor Simón Sáez Mérida y del sindicalista Eloy Torres, entre otros, y Puerto Cabello, el 02 de Junio, comandada por el Capitán de Navío Manuel Ponte Rodríguez y con la participación del Capitán de Fragata Pedro Medina Silva, del Capitán de Corbeta Víctor Morales, del Teniente de Navío Carlos Fermín y del Teniente de Fragata Pausides González, entre otros,  las que detonaron masivamente la guerra de guerrillas en nuestro País, mediante la organización de las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional (FALN),  donde nuevamente está presente la integración cívico-militar, como sustento de la lucha revolucionaria en Venezuela, a finales de ese mismo año de 1962;  pero esa expectativa de triunfo revolucionario,  a pesar de aquellos gloriosos esfuerzos, tuvo que continuar  en una larga espera hasta el 27 de Febrero de 1989 (27F), el 04 de Febrero (4F) y el 27 de Noviembre (27N) de 1992.  Entonces  fue así, como en los anos de las décadas sesenta y setenta del siglo XX, se organizo y desarrollo en el País una lucha guerrillera coordinada por las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional (FALN), y con esta, se intensifico en las fuerzas rebeldes, el proceso de captación de militares patriotas que pudiesen ser incorporados a esa nueva etapa de lucha emancipadora nacional, ocurriendo en consecuencia, como ya mencionamos, las Insurrecciones Cívico-Militar-Religiosas de Carupano y Puerto Cabello en el año 1962 y los posteriores capítulos del Proceso Bolivariano Revolucionario que nutren la copiosa historia contemporánea de nuestra Patria. 

 Es en este escenario, donde a finales de los años setenta y comienzo de los ochenta de ese mismo siglo, se inician las relaciones clandestinas del Oficial de Aviación William Izarra Caldera con muchos de los líderes revolucionarios de aquel momento, particularmente, con el comandante Guerrillero Duglas Bravo del Partido de la Revolución Venezolana (PRV), y con los profesores Pedro Duno, Simón Sáez Mérida y Domingo Alberto Rangel, entre otros; comenzando así, el entonces Capitán de Aviación Izarra Caldera, un proceso de captación, reclutamiento, formación y organización clandestina al interior de la Fuerza Aérea, de aquel personal militar que manifestaba su convicción de compromiso revolucionario para con la Patria, incorporando entre aquellos, a los Tenientes de aviación: Francisco Visconti Osorio, Miguel Crespo Jiménez, Daniel Torrealba Ramos y Jorge Garrido Martínez. Esta tarea le condujo, en el lapso transcurrido entre los años 1979 y 1985, inicialmente a la organización del Movimiento R-83, y a estructurar posteriormente la ALIANZA REVULUCIONARIA DE MILITARES ACTIVOS (ARMA). El líder de “ARMA” concreto también en aquel tiempo, las relaciones internacionales de esa Organización político-militar clandestina con los gobiernos de Nicaragua, Cuba Irak y Libia, con el propósito de obtener apoyo para el funcionamiento, desarrollo y consolidación de la insurrección cívico-militar en Venezuela. Es desde el proyecto de “ARMA” y durante aquella etapa del Proceso Revolucionario Venezolano, que se iniciaron y formaron los hoy combatientes bolivarianos, quienes, en el seno de la Fuerza Aérea, conformaron el grupo de los oficiales más antiguos que liderizaron la Insurrección Cívico-Militar del 27 de Noviembre de 1992 (27N).

 Fue el Partido de la Revolución Venezolana (PRV) en clandestinidad,  la organización política que heredo y continuo con el proyecto y proceso de la integración Cívico-Militar para la lucha revolucionaria en nuestro País, organizando en efecto, a finales de los años setenta, el “Frente de Militares de Carrera”, bajo la responsabilidad del profesor Nelson Sánchez (Harold); y es este Profesor,  quien por iniciativa del también Profesor y militante del  “PRV”  Adán Chávez Frías, recibe e incorpora al joven Teniente Hugo Chávez Frías en el ano 1979, al seno de esta organización política clandestina, desarrollándose entonces, a partir de ese momento, un proceso intenso de organización cívico-militar y captación de militares del Ejército Venezolano, que posteriormente los condujo a la organización del MOVIMIENTO BOLIVARIANO REVOLUCIONARIO 200  (MBR – 200) y a la Insurrección Militar del 04 de Febrero de 1992 (4F).

 Con el transcurrir del tiempo, el fortalecimiento y la profundización de esta integración trisectoriada (cívico-militar-religiosa) para la lucha revolucionaria en nuestro país, vivió tres momentos  o hitos históricos  de muy trascendentes y decisivos efectos en la Venezuela Contemporánea, vivió los tres últimos grandes capítulos del Proceso Bolivariano Revolucionario en el siglo XX, a saber: La Insurrección Civil del 27 de Febrero de 1989 (27F), la Insurrección Militar del 4 de Febrero de 1992 (4F) y la Insurrección  Cívico-Militar del 27 de Noviembre de 1992 (27N); concretándose así, a finales del siglo próximo pasado,  “La Conjunción Cívico-Militar  27F-4F/27N”  como resultado de  “La Integración Cívico-Militar para la Lucha Revolucionaria Popular” en nuestra Patria; finalizando de esta manera, la segunda etapa de nuestro largo y glorioso Proceso Bolivariano Revolucionario.

 El 02 de Febrero de 1999 comenzó la tercera etapa del Proceso Bolivariano Revolucionario, con la asunción del Comandante Hugo Chávez Frías  a la Primera  Magistratura  Nacional; esta es la etapa, la tercera del Proceso, que recién acaba de concluir el 05 de Marzo del Dos Mil Trece con la desaparición física del Presidente Hugo Chávez Frías  y durante la cual, se lograron  muy importantes, grandes y valiosísimos avances  revolucionarios que nos han conducido a la necesidad de dar un salto estelar,  un salto cualitativo y grandioso, para  lograr  la pervivencia  de nuestro Proceso Bolivariano Revolucionario en el tiempo.  Necesitamos  desarrollar, fortalecer y consolidar el Poder Popular y la Democracia Participativa y Protagónica, así como también, debemos fusionar el Poder Popular Comunal  con  el Poder Publico, a los efectos de colectivizar  la dirección, gerencia y administración de la cosa pública para empoderar realmente al pueblo venezolano, tal como siempre lo hemos soñado. Complementariamente,  necesitamos acometer  un completo y profundo proceso de formación social y política, sustentado en nuestra identidad integral mestiza, en nuestro Ideario Bolivariano y en las características y realidades de nuestro medio circundante. Este salto nos  conduciría al inicio de la Cuarta Etapa de nuestro Proceso Bolivariano Revolucionario y garantizaría su existencia durante todos los tiempos por venir.

Compilado y presentado por: Gral. de Brig. (Aviación) Francisco Efraín Visconti Osorio, “CHAGUA”.

Comandante de la Aviación Militar, Combatiente durante las Insurrecciones Militar del 4F y Cívico-Militar del 27N



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Gral. de Brig. (Aviación) Francisco Efraín Visconti Osorio

General de Division (Aviacion) . Comandante de la Aviacion Militar Combatiente durante las Insurrecciones: Militar del 4 de Febrero (4F) y Civico-Militar del 27 de Noviembre (27N), de 1992.

 chagua_011@hotmail.com

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