Lo que Vietnam hizo fue mucho más que ganar la guerra y merece el respeto de toda la humanidad. Su victoria fue una victoria de los oprimidos. Gracias a uno de los mayores estrategas militares del mundo: el general Vo Nguyen Giap, el artífice de las victorias militares contra el ejército francés y el estadounidense.
Desde niño, Vo Nguyen Giap supo lo que era pelear para sobrevivir: nació en 1911 en un pueblito campesino en el norte de Vietnam. Sus padres eran pobres, sus vecinos eran pobres, casi todos los campesinos eran pobres en aquella colonia francesa que integraba Indochina. Todo el proceso de la lucha vietnamita debió basarse en el campesinado, predica Giap en Guerra del Pueblo. A los 19 años, se mudó a Hanói, donde comenzó a militar en grupos universitarios que luchaban por la independencia. ¿Sus principales armas? Saber leer y escribir.
La guerra imperialista americana contra Vietnam dejó 3 millones de muertos, 300 mil desaparecidos, 100 mil muertos después de la guerra por la explosión de bombas enterradas; pues sobre este país se lanzaron casi 10 millones de toneladas de explosivos y napalm; mucho más de lo que fue derramado sobre toda Europa durante la segunda guerra mundial. Ostentan el record del lugar del planeta más bombardeado nunca jamás. Pero además, también debe lidiar con 2 millones y medio de personas afectadas por las dioxinas, sustancias altamente tóxicas, que producen terribles mutaciones y la muerte por cáncer.
Tim Peit, fotógrafo norteamericano en Vietnam durante la guerra, afirma que el pueblo vietnamita fue y sigue siendo expuesto al horror de una guerra que tienen que seguir librando cada día, pues sus efectos aún se sienten. Como una broma de mal gusto, los efectos secundarios y colaterales los padecen más allá del horror mismo.
Unos 140 mil soldados del norte, acompañados de milicianos del Viet Cong (voluntarios del sur), protagonizaron el 30 de marzo de 1975, la batalla de Danang, provincia cercana a Saigón, la capital. Liberando también La Playa Roja, que 10 años antes había visto desembarcar al primer contingente de tropas norteamericanas, de los 500 mil que invadieron ese pequeño país asiático.
Después rodearon Saigón y contemplaron el tristemente célebre espectáculo de los soldados americanos abandonando los modernísimos tanques Sherman y Patton, quitándose el uniforme y corriendo desnudos hasta su embajada. John Valdez, cubano gusano de Bahía de Cochinos, luego asimilado como marine en Vietnam, asegura que la rendición incondicional del gobierno títere y el abandono a su suerte de miles de funcionarios colaboracionistas por parte del Imperio, forma parte de la derrota más humillante que han sufrido los Estados Unidos.
Por su parte, Vo Nguyen Giap, conductor militar de Vietnam del norte, dice en sus memorias: En la primavera de 1975 nuestro pueblo y su ejército avanzó como un monzón, coordinando ataques y levantamientos. Luchamos heroicamente con rapidez de relámpago, temeridad y sorpresa para el éxito seguro, logrando la victoria en tan sólo dos meses, cuando habíamos planificado una ofensiva que creíamos nos llevaría 3 años.
Después de años, este pueblo no pierde el entusiasmo, recuperando 2 tercios de su territorio afectado por las bombas sin estallar y por el Agente Naranja. Desarrolla la industria pesada y construye desde supertanqueros, hasta satélites. Un grupo de periodistas europeos invitados se asombraba de la alegría de este pueblo a pesar del trauma y las secuelas de la guerra.
Es también tiempo bicentenario y de revolución latinoamericana. Ojalá nos sirva el consejo del presidente poeta, el Tío Ho: Una sola y clara consigna que mantenga al pueblo alegre, entusiasmado y movilizado para la acción. Para que no se desmoralice ni en la más cruel derrota.