El voto castigo, tiene dos campanas.
Una es, cierta ineficiencia de no contrarrestar a tiempo la guerra económica del fascismo, en semejanzas a la del 2002 y que Chávez supo conjurar magistralmente en aquellos tiempos (no olvidemos que con las elecciones encima, todavía no ha aparecido la carne y el pollo, de las supuestas millonadas de toneladas prometidas, en donde somos consientes que un obrero no puede pagar el kilo de carne roja ni el del pollo, en donde si se consigue, y que nos hace pensar que tal vez las cargaron en camellos y con algo de suerte tal vez llegarán para el próximo siglo).
La otra, es el voto castigo a la MUD, por hacer pasar innumerables calamidades en colas interminables, miserablemente orquestadas a sus votantes. Una extraña paradoja, donde hacen pasar trabajo (del bueno) a sus propios adeptos, con tal de lograr el poder en nuestro país.
La cosa está, en la manera que lo miren los venezolanos de la clase media, donde puede suceder que piensen que es un mal necesario con tal de salirse de los chavistas, y la otra está en hasta qué grado lo pueden soportar los que nos adversan, en una comedia donde siempre los perjudicados son ellos mismos.
Y dentro de este mismo contexto están los que dicen: Éramos felices y no lo sabíamos.
En tiempos que un muro de Berlín invisible dividía los cerros de los más pudientes, donde la chusma no tenía ninguna clase de derechos y eran pisoteados de manera continua. Solo basta recordar los días antes del Caracazo, donde desfilaban de manera continua por televisión los empresarios poderosos, para comentar el paquetazo neoliberal aplicado por Carlos Andrés, en donde se negaban a ningún tipo de aumento para la clase obrera.
Para después cuando el estallido social explotó, salían otra vez a los canales televisivos para prometer (ahora sí) aumentos “justos para todos”.
Ellos quieren regresar al pasado, rezan a diario para que todo sea como antes, por eso aquello de: Éramos felices y no lo sabíamos…
Eso en verdad nos tiene sin cuidado…
La cosa esta, en que si el pueblo desea regresar a las penurias del ayer, y si son tan bolsas de olvidar dichos sufrimientos.
La escasez no existía (es verdad), como tampoco existían los reales para comprar la leche, la carne o cualquier alimento de la dieta básica…
Las muertes, las torturas, las desapariciones, para los que osaban protestar tanto atropello.
El hambre en los cerros, el desastre del viernes negro de Luis Herrera, que terminaba para siempre la Venezuela Saudita del gocho Pérez.
El detalle (como bien nos decía Cantinflas) no está en lo que decidan ellos, ¡Y ellos lo saben!, la cosa esta, en lo que decida el pueblo, por tanto ellos como nosotros sabemos que él pueblo es mayoría, y él, solo él, decidirá si regresan o no vuelven más nunca…
“Éramos felices y no lo sabíamos…o…Éramos los miserables y estamos deseosos de regresar a ello”
Decía mi abuelo: “Muchacho los hambreadores serán siempre los mismos, pinten como te la pinten, el resultado no vareará, la cosa está en que el pueblo quiera seguir siendo esclavo, o decir basta”
No volverán