El desarrollo del capitalismo está fuertemente influenciado por la forma de acumulación de capital en el país, la región o el mundo; así como, por la forma de distribución de los ingresos en la misma. Estos dos elementos definen la estrategia organizacional de cada Estado para mantener y garantizar la gobernabilidad de la burguesía en su lucha de clase contra las clases trabajadora y campesina. En este sentido, el actor económico que mayor nivel de acumulación de capital posea en esa sociedad determina buena parte de la estrategia organizacional del Estado, quien en última instancia se adecua a dicha forma de acumulación. Pero, por otra parte, esa acumulación de capital también fija los parámetros en que se deben distribuir las cuotas de ingreso que acumula el Estado a fin de mantener la relación de fuerzas en la lucha de clase en plano nacional e internacional.
En este contexto, el caso venezolano se presenta como una forma de acumulación de capital fuertemente determinado por las necesidades de suministro de energía y derivados de petróleo de los centros hegemónicos de capital: en particular, de los Estado Unidos de América. En ese sentido, la lucha de clase entre la clase trabajadora y la burguesía nacional, en cuyo seno coexistía todavía la lucha entre el modelo económico feudal y el capitalista, fue desplazado a fuerza de intervencionismo de las transnacionales petroleras y del robo de nuestra riqueza hidrocarburífera por la lucha de clase entre la clase trabajadora venezolana y el imperialismo petrolero norteamericano e inglés. Semejante desnivel en la relación de fuerzas entre el capital transnacional y la clase trabajadora implicó el fortalecimiento de un Estado que, por un lado, le garantizara a las concesionarias petroleras una toma de decisión política centralizada y manipulable que le permitiera hacerse con el control de la totalidad de las riquezas petroleras del país. Y, por otra parte, le sirviera a la clase trabajadora y a la propia burguesía nacional productora de instrumento para presionar a las compañías petroleras una mayor obtención de ingresos sobre un hidrocarburo que se entregaban al capital transnacional prácticamente gratis.
Bajo esta relación de fuerzas, entre la incipiente clase trabajadora venezolano y el capital transnacional, se establece una dinámica económica que privilegia la acumulación del capital petróleo foráneo y concentra grandes cantidades de ingresos en el Estado. Esta dinámica económica y la magnitud de los ingresos obtenidos por el Estado estimulan una estrategia organizacional donde se privilegia una distribución de ingreso bajo un esquema de desarrollo económico orientado a la captación no reproductiva del ingreso del Estado. Esto, en virtud de lo relativamente fácil de captar los recursos del Estado, su bajo riesgo y su alto rendimiento. En el caso de la burguesía nacional ésta se orientó a captar la mayor cantidad de dólares del Estado para dejarlos en el extranjero; así como, para especular con actividades no reproductivas como la importación de bienes y servicios de consumo, actividades financieras o aseguradoras. Por otra parte, la falta de acumulación de capital productivo impone al Estado la necesidad de absorber la mano de obra no utilizada por el capital privado en proyectos productivos (con altos criterios estatista con bajo o nulo criterio de rentabilidad) o en actividades administrativas no productivas como la Función Pública.
En este contexto, las políticas desarrolladas por el capital transnacional (concretadas en el consenso de Washington), como resultado de su objetivo de conformar un país continente para América, se dirigen a desestabilizar a los países nacionales. El impacto de esas políticas en la relación de fuerzas de la lucha de clase venezolana terminaron por crear la condiciones políticas de ingobernabilidad e incapacidad institucional que permitieron la llegada de un gobierno que interpretara las necesidad de democratización de la clase trabajadora y que permitiera reconfigurar las relaciones entre la industria petrolera (todavía con fuerte control transnacional) y el Estado. Esto, en virtud de la reducción del ingreso provocado, proveniente de la actividad petrolera. Reducción que comprendía la apertura al capital transnacional (privatización) de la industria petrolera Estatal, la pérdida de control operacional y financiero de la misma; así como, el debilitamiento de la capacidad de pago del país a fin de hacer tambalear el concepto y defensa de soberanía nacional frente a la estrategia de creación de un país un continente.
Bajo esa perspectiva la lucha de clase que se da entre la burguesía nacional (junto al capital y Estado norteamericano) y el Estado nacional venezolano, como encarnación de parte de los intereses de la clase trabajadora, se produce sobre un modelo de desarrollo que continúan basándose en la captación no productiva de los ingresos del Estado. Sin embargo, las variantes desarrolladas sobre el modelo abren las puertas y promueve iniciativas económicas que, aunque con un fuerte carácter estatista (igual que antes), invitan a proponer (más por postura política que por propuesta económica) un modelo de desarrollo productivo que se salte la distribución de los porcentajes de plus valor o ingreso Estatal; por otro, que promueva el desarrollo de nuevas relaciones de producción socialista. En el aprovechamiento de esta ventana histórica nacida de la naturaleza del modelo de desarrollo del país y de la estrategia organizacional del Estado Venezolano nace la posibilidad de la construcción de empresas socialistas y el inicio de una economía socialista que aproveche las oportunidades que se han presentado en virtud de democratización del Estado para apalancar una economía socialista que permita y de viabilidad a su transformación en un Estado socialista. ¡Viviremos y venceremos, que viva el socialismo!, Carajo