“El pacto”. Charla en la escuela de cuadros que no existe

Bienvenidos todos y todas. Voy a comenzar citando la frase de Goethe que no adorna la entrada de esta Escuela de Cuadros que no existe: "Toda teoría es gris y sólo es verde el árbol de frutas doradas de la vida". Y nada podría ser mejor que una fruta de Paria, de entre selva y mar, del sitio dónde el discurso europeo mortis sobre América encontró la jugosa realidad continental de la Abya Yala (*) tierra madura como ninguna:

Corría el primer año de este siglo y en Macuro, frente al mar, bajo un almendrón bien llamado el congreso porque ahí todo se discutía, algunos expresábamos nuestra impaciencia por la lentitud de las medidas de Chávez y su tolerancia con los reaccionarios. Entonces, un viejo pescador, que había servido bajo Gómez, dijo: "¿Saben cómo es la vaina? Chávez enganchó un peje muy bravo, y lo tiene bien pegado...un peje bravo, bravísimo, tan bravo que se comió a Bolívar que era un arrecho... Si Chávez se pone fuerza y fuerza, el pescado lo tira al agua y se lo come. Tiene que trabajarlo, darle guaral, aflojarle para que corra, y cuando crea que se va liso... volverlo a prensar...cansarlo, así pase todo el día y la noche, hasta que lo traiga al costado del bote y le meta gancho y tolete y ¡pabordo! Y digo día y noche, pero pueden ser años de brega... Yo tengo fe que Chávez al final va a embarcar ese pescado. Pero eso si ustedes antes no lo vuelven loco criticando y hablando pendejadas..."

Toda la discusión política en Venezuela gira, sabiéndolo o no, alrededor de los conceptos de Nación y Pueblo, que no sólo son diferentes sino opuestos. Durante 200 años los intereses prioritarios de la República de los doctores de Venezuela, tuvieron poco o nada que ver con los intereses del pueblo y… ¿Cuántas veces habré dicho esto? ¡Alto! No sigo: estamos en fiestas y mi regalo será ahorrarles dos o tres cuartillas de historia y teoría, y entrar directamente a discutir el pacto del que hablan algunos críticas de Nicolás Maduro quien, según algunos puros y duros, pacta con la burguesía y hasta traiciona el legado de Chávez.

Para empezar, esos críticos implican que Chávez se equivocó escogiendo a Maduro. Es decir: Chávez se equivocó en el acto trascendental (es la palabra que corresponde) de escoger y proponer al que debía asegurar la continuidad de su obra y el futuro de la Patria y el pueblo. Si esto fuera verdad, tendríamos dos opciones: a) el candidato debió ser otro o, b) ninguno servía para la tarea. En la primera opción, estos críticos se juzgan más capaces y en mejor posición que Chávez para escoger al indicado, y si no les gusta Maduro deben decirnos quién les gusta y por qué. En la segunda opción, no habiendo sucesor posible, la revolución esta liquidada, porque el Comandante Supremo era irremplazable, lo que contradice la regla de acero “el comando nunca muere”. Pero en realidad están diciendo, sin querer queriendo, lo que nunca se atrevieron y todavía no se atreven a decir: que son ellos, los puros y duros, los más capaces de llevar la revolución por el camino correcto hacia el socialismo.

No hay camino al socialismo. El socialismo es el camino, y no lo es por escogencia ideológica sino porque todos los demás son impracticables. Marx decía: “Vean la Comuna de Paris: es la dictadura del proletariado” y la Comuna de Paris era un gobierno municipal, bien democrático, con elecciones municipales que ganó el partido revolucionario con el lema “La única plancha que no tiene abogados...”

Los que se quejan olvidan que pacto es el Estado, que incluye a todas las clases y parcialidades y que, en Venezuela, se diferencia del Estado burgués tradicional porque no representa los intereses generales de la oliburguesía venezolana, sino los intereses generales e inmediatos del pueblo (los trabajadores que son mayoría). Pero un Estado no puede ser soberano si no es Estado, es decir si no contiene todos las clases y sectores de la sociedad. ¿Cuál sociedad? La única real que conocemos, la única que tenemos, por ahora, un injerto de la vieja Nación de los doctores y la nueva Patria bolivariana, del pueblo. ¿Cuánto durará este contrapunteo entre Florentino y el Diablo? Esa pregunta es la raboe’cochino de la historia y la respuesta es: lo que tenga que durar, mientras el gobierno asegura la independencia y la soberanía del país, liquida el atraso y paga la deuda social, neutraliza al enemigo interno, enfrenta al imperialismo y promueve la unión latinoamericana. Es nuestro plato fuerte sin receta, con muchos ingredientes cuyo porcentaje depende del sabor, que cambia a medida que la candela trabaja. ¿Muy lento? Nadie dijo que tenía que ser rápido y furioso, o que no podía llegar a serlo.

No será tiempo perdido mientras se mejoren las relaciones de producción, las condiciones de propiedad, crezca la conciencia y la preparación cultural y militar del pueblo. Chávez nos enseñó cómo el amor vence a los cerrajeros, y naciones que llevaban siglos encadenadas ahora marchan, a su manera y a su ritmo, con la Patria Grande. Viendo el cuadro general, no me importa tener que soportar por más tiempo a los publicistas, al Miss Venezuela, a los burócratas, y hasta a los sociólogos, siempre que el proceso avance.

El pacto es el Estado. Pero el Estado de la revolución bolivariana no cree, como Hegel, que “el pueblo es la parte del Estado que no sabe lo que quiere”, sino todo lo contrario. Fiel a ese principio, Maduro no ha hecho nada que Chávez no haya hecho o no haya prefigurado en su plan. Incluyendo coexistencia en el tiempo y cohabitación en el espacio, de las clases sociales que se disputan el control del planeta y de la historia. Algunos críticos de Maduro pareciera que no escucharon ni leyeron bien a Chávez, o ahora quieren un Chávez ideal, a su imagen y semejanza, como ellos hubieran querido que fuera.

El Estado siempre ha sido el árbitro entre las clases, pero esta vez no se pretende neutral ni hace trampa a favor de los ricos: al contrario, se declara abiertamente partidario de la mayoría que ha sufrido 200 años de exclusión. Claro, la lógica, esposa fastidiosa de la razón, nos pregunta ¿qué va a pasar cuando la deuda social esté totalmente pagada? ¿Venezuela será una maravillosa república burguesa como Dinamarca? Lamentablemente para la lógica, no estamos en una pecera sino moviéndonos en lo móvil, sintiendo cómo llegan a nosotros las señales de la tormenta (lejana gracias a Chávez) y los desmanes del capitalismo terminal y del Imperio que militariza su decadencia. Sin ir más lejos, al lado tenemos a la incontrolable Colombia, que con sus luchas y dolores ha impedido que el imperialismo nos controle En ese remolino dialéctico, poco importa cómo formulamos la realidad, siempre que sea cambiante. Y además sabemos que, llegado el momento, el poder constituyente manda sobre el constituido. No importa que la clase política tradicional crea que con leyes logrará la castración jurídica del pueblo: es más fácil cambiar una constitución que cambiar la cultura dominante y, sin embargo, en eso estamos.

Por otro lado, el Poder Popular resuelve asuntos prácticos, se toma su tiempo y aprende a manejar sus diferencias con el gobierno. El pueblo civil y armado defiende al Estado porque lo beneficia y no lo oprime. El pueblo critica los errores de la administración, pero no hace una extrapolación (**) de cada acción táctica del gobierno. Por ejemplo Maduro demostró su autoridad (la palabra viene de autor) y su altura al invitar a los alcaldes de oposición, y éstos, aceptando su invitación, le reconocieron esa altura. La idea general es no facilitarle el trabajo a los violentos de Washington-Miami-Bogotá, calmar las aguas después de las turbulencias electorales de diciembre, y comenzar el 2014 en tono de apaciguamiento. Los críticos le reprochan a Maduro haberse rendido ante el municipalismo liberal y reconocer el poder, personalista y burocrático del alcalde, dejando a un lado la sociedad comunal, como si ese municipalismo y ese poder no estuvieran en la Constitución desde que, en la Asamblea Constituyente, el mismo Chávez optó por no distraer la reforma política atacando una estructura tradicional para proponer algo nuevo y desconocido. Ya vendrá. Hoy la idea prioritaria es la paz, porque la guerra sale demasiado cara desde todo punto de vista y no sirve sino para ganarla decía Pancho Villa. Criticar a Maduro por sentarse, no a negociar sino a regularizar las relaciones con los alcaldes de oposición, sería como criticar a los vietnamitas por sentarse con Kissinger en la mesa de negociaciones de Paris.

El pez es grande y bravo, la brega sigue y, desde la lejana orilla, los mirones critican al pescador. A todos y todas, muchas gracias por su atención. Les deseo un 2014 en paz.

(*) Abya Yala es el nombre dado a nuestro continente por el pueblo Kuna de Panamá y Colombia. Significa tierra en plena madurez.

(**) En lógica, la extrapolación es un método que consiste en suponer que el curso de los acontecimientos continuará en el futuro, y de eso se saca una regla para llegar a una conclusión, o viceversa.


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Eduardo Rothe


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