“Que no se ofenda mi Señor”, como dice la santa Biblia en uno de sus salmos (ni nuestro respetado presidente obrero, vacié). En el texto se explicará brevemente a qué se debe el título de esta nota tan coloquial; no sé qué dirá al respecto el Diccionario de venezolanismos, pero cuando se quiere elogiar al alguien por su resolución, inteligencia y compromiso de las ejecutorias, en mi pueblo, (Baragua, municipio Urdaneta, estado Lara, o en mi barrio Voz de Lara, de Barquisimeto), decimos: ¡Tú eres una vaina! Aunque estamos conscientes que es una expresión burda, para celebrar la audacia y valentía de alguien, como ya se ha dicho, y que en general la sociedad local desconocía o peor aún, subestimaba.
El Comandante Presidente Hugo Rafael Chávez Frías, en vida nuestra y antes de proyectarse al infinito, como un referente político y espiritual para quienes luchan por desarrollar un conjunto de políticas públicas eficaces en el Estado-Nación, con el fin de superar los muchos desequilibrios de la sociedad venezolana, por ejemplo. Tan asimétrica en su estructura objetiva de la economía y la política e institucional; y con una cultura organizacional donde cunde la ambición, el amiguismo y la ganancia fácil y especulativa de los más diversos entes económicos y comerciales, con raras excepciones, generó una importante turbulencia. Un sacudimiento en las conciencias y las organizaciones mismas. Generó cambios.
Pero, ay, no pudo consolidarlos. Ciertos imponderables, eventos inesperados, de la historia, personal y/o biológica y económica y social, como el cisne negro, diría Julio César Pineda en libro reciente (2012, libros marcados, Caracas, obra en la que parece invocarse patéticamente a una Black Pulle, según diría cualquier Grimorio); lo cierto es que su trágica enfermedad mortal, que tantísimo nos ha dolido a todos en Venezuela y aún en amplias porciones de la América Latina y el Caribe, que hasta a Dios santo hemos preguntado en oración por qué tuvo que morir si tanto tenía por hacer aún entre nosotros, ¡Coño!, Primero en la larga cola de su Capilla Ardiente en Fuerte Tiuna; y después ha continuado esa interrogante con urgencia y, plantándole cara temeraria y tal vez insolentemente, hemos preguntado al Dios de los Ejércitos, al Padre Eterno de Jesús Resucitado, cuál será el misterio del dolor y el sufrimiento.
Alguna respuesta hemos encontrado; y por eso estamos leyendo dos obritas que hemos conseguido al modo de un regalo de La Gracia: la obra del teólogo Rafael Luciani (2000), Despertar a la abundancia de la vida. (Paulinas. Caracas: Pp. 81); y otro del filósofo Rafael Tomás Caldera, (2011). Visón del Hombre. La enseñanza según Juan Pablo II. (Nueva edición revisada. Paulinas. Caracas: Pp. 176). Dice el primero de los autores nombrados, Luciani (2000):
“A lo largo de la vida muchas son las interrogantes que nos hacemos sobre el sufrimiento, el dolor, las angustias, en fin, aquellas cosas que nos afectan en nuestro diario vivir y que aparentemente dotan la vida de un cierto sinsentido amargo. ¿Está el problema en lo que nos sucede o en las actitudes con que enfrentamos tales interrogantes? Cuando padecemos una enfermedad que no podemos cambiar, cuando un dolor que nos supera nos invade, cuando un vacío que no encontramos cómo llenar nos asume, ¿qué hacer? ¿Resignarnos de brazos cruzados? ¿Somos libres en medio de tales situaciones? ¿Puede darse una auténtica experiencia de Dios en medio de esas situaciones límites?”, (P. 5).
Por su parte, Caldera (2011) señala que: “Hablando a los jóvenes en Lima, decía Juan Pablo II: el sufrimiento es en cierto modo el destino del hombre, que no nace sufriendo, pasa su vida en aflicciones y llega su fin, a la eternidad, a través de la muerte, que es una gran purificación por la que hemos de pasar. De ahí la importancia de descubrir el sentido cristiano del sufrimiento humano”, P.134)
El comandante Chávez todos sabemos que los últimos años los vivió en el dolor, cristianamente, por cierto, y la inminencia de la su muerte física; eventos que obligaron al querido presidente Hugo Chávez a sugerir que, de pasar lo peor, el pueblo patriótico y revolucionario eligiera como presidente al camarada Nicolás Maduro (Último discurso, 08 de diciembre de 2012). Algunos se desencantaron, no fueron a votar, estaban confundidos.
Como pude oír de una conversación que sostenían dos trabajadores que hacían refracciones u arreglos, pues, a ciertas áreas del Instituto Pedagógico de Barquisimeto. Fue en el cafetín a la hora del almuerzo, decía uno de ellos: en Isaías, aquel libro profético de la Biblia, se puede leer: “herirán al Pastor y se dispersarán las ovejas”…
Allá como aquí en sectores de la oposición irracional esperaban que eso sucediera en Venezuela, pensamos nosotros. Hay gente mala… aunque, claro, en uno y sector político, pensaban que con la muerte de nuestro Comandante Eterno Hugo Rafael Chávez Frías el proyecto bolivariano fenecía también, que si el caudillo-pueblo, los imaginarios mesiánicos y otras sandeces…
Como en 2002 toda esa caterva de empresarios inescrupulosos, políticos y opinadores ociosos, unos y otros, nuevamente, en 2013 y 14, en cambote, cual Correcaminos, se lanzaron en una carrera loca Contra la Patria, para decirlo así, parafraseando un libro del filósofo liberal español, Fernando Savater: especulación, acaparamiento, calentando la calle (o el pollo de Mercal, será comprado guillaito), buscándole la quinta pata al gato en todo. Se encontraron que “El Hijo de Chávez”, el presidente Nicolás Maduro, tiene buenas virtudes. A pesar de seguir cursos universitarios formales, el haberse formado en las luchas populares de los años 70, 80 y 90, haber ejercido la Cancillería bajo la guiatura de Chávez, ¡que era un maestro!, el estudio permanente; porque como dice un amigo mío, la educación no se reduce exclusivamente a la educación escolar, la calle y la sociedad en su conjunto educa también. ¡Y de qué manera! También se pueden aprender de tutores particulares, la otra vez oí que el famoso cantante mexicano luís Miguel nunca fue a la escuela ni al liceo, o como se llame por allá, en fin, a todas esas gallinas negras de la oposición, el tiro les salió por la culata. Desde que Maduro hizo con voz entrecortada la jura del cargo, en plena Capilla Ardiente, se notó que tenía su vaina… Así se lo hice saber a un amigo (José Manuel) en un mensajito cuando aún estaba en la cola en la Universidad Militar Bolivariana.
Con el pasar del tiempo Maduro, el presidente obrero, formado en el conocimiento transformador por el maestro-pueblo y por Chávez, ha consolidado su liderazgo, (véase al respecto sendos artículos de los sociólogos Pedro Rodríguez Rojas y Leopoldo Puchi, que no se les agua el ojo a la hora de hacer críticas ni andan halando la cuerda para buscar cargos ministeriales) Sus primeras decisiones van dando indicadores de su carácter: tampoco les tiembla el pulso para tomar decisiones, como por ejemplo las intervenciones directas para combatir la especulación y el acaparamiento.
Precisamente, aprovechando esas acciones la otra vez visité una librería, de esas en cuyos estantes pululan los libros de autoayuda, best -seller y papelería, con un que otra obra de autores clásicos y contemporáneos que uno no puede leer de tan caros que son. Entonces un amigo mío, bastante mayor y lector contumaz de ensayos históricos halló dos a buen precio y al ver que yo también me llevaría dos: Anatomía de un instante y La cultura del espectáculo, pagados con menos de doscientos bolívares, sonriente me dice: Profesor, si yo tuviera al presidente Maduro así cerca le diría, ¡Maduro, tú eres una vaina! Al fin veo que alguien le planta cara a esta burguesía especuladora y baja los precios…
luissaavedra2004@yahoo.es