La paleontología ha revelado la existencia de momentos en la historia del planeta en los cuales se han producido extinciones masivas. Algunos piensan que se debieron a catástrofes debidas al impacto de cometas y meteoritos, cambios en la configuración del sistema solar, eventos solares y erupciones volcánicas. Otros opinan que las extinciones fueron causadas por la dinámica de la vida en la Tierra, la cual conduce tanto a su proliferación como a su destrucción. Recordando al personaje de Jasón y los Argonautas la denominaron Hipótesis Medea, porque el planeta al igual que la hechicera, termina eliminando a sus propios hijos.
Medea luce contraria a la hipótesis de Gaia formulada por James Lovelock, para quien la interacción entre los elementos constitutivos del planeta realiza retroalimentaciones negativas que mantienen un equilibrio favorable a la vida.
La hipótesis Medea plantea un escenario angustiante en el cual la propia actividad biológica conduce al calentamiento de la tierra y al derretimiento de los polos, seguida de la emisión de sulfuro de hidrógeno por parte de bacterias anaeróbicas, lo que termina envenenado la atmósfera. Si tomamos en cuenta que la era geológica actual, el Antropoceno, se caracteriza por una tasa de extinción de especies mayor que la de las cinco grandes extinciones anteriores, la idea lleva a pensar en la Humanidad asumiendo un rol similar al realizado en épocas anteriores por las inconscientes bacterias anaeróbicas. Esto se debe a que en el mundo actual, el capitalismo se fundamenta en saciar los impulsos más primitivos y la búsqueda del placer inmediato de unos pocos al menor costo posible, conllevando a los seres humanos a desempeñar inconscientemente, el rol destructivo antes realizado por las bacterias.
Peter Ward, proponente principal de Medea, plantea como alternativa a este escenario catastrofista, retardar los efectos negativos de la interacción Tierra-Vida, con soluciones ingenieriles denominadas de terra-formación. Los proponentes de Gaia, en cambio, lucen más ganados a realizar intervenciones que restablezcan el equilibrio dinámico del planeta.
Tal vez ambas hipótesis tengan algo de razón, Medea, dadas sus raíces paleontológicas, representa una visión temporal o diacrónica mientras que Gaia se enfoca en el momento presente asumiendo una perspectiva sincrónica. Los sistemas complejos, como el de Tierra-Vida, presentan situaciones de estabilidad temporal o metaestabilidad, en las cuales se alcanza un equilibrio dinámico con capacidad, dentro de ciertos límites, de recuperarse frente a perturbaciones. Al observarlos desde una escala de tiempo mayor, estas situaciones dan lugar, tarde o temprano, a situaciones de cambio repentino, verdaderos cambios de fase que dejan atrás el equilibrio anterior. Ambas hipótesis dejan de ser contradictorias y se complementan: Gaia sería válida en los periodos entre extinciones masivas, mientras que Medea es resultado de procesos que ocurren subrepticiamente a lo largo de largas y estables eras, hasta desatarse abruptamente como avalanchas destruyendo la vida multicelular.
Rosa Luxemburgo avizorando el desastre inminente del capitalismo, nos legó al futuro la dicotomía socialismo o barbarie, el conocimiento científico actual sugiere actualizarla por una más radical y urgente: socialismo o extinción. Las hipótesis Medea y Gaia, coinciden que solo a través de actos colectivamente conscientes, se podrá evitar el fin de la vida multicelular en la Tierra, lo cual resulta quimérico en el capitalismo. Solo en Socialismo es posible elevar los niveles de conciencia de la sociedad para actuar racional, moderada y sistémicamente, pensando en la cadena global de interrelaciones entre nuestros actos y sus efectos sobre la Pachamama y evitarnos así, un final prematuro.
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