No queda otra. Sería criminal que las fuerzas anticapitalistas no formalizaran cuanto antes un frente de izquierdas que empiece a sacarnos del marasmo. Un frente de izquierdas para nacionalizar la banca y los sectores estratégicos, para derrocar la monarquía, para que España deje de ser una cárcel de pueblos.
Unidad ya. Unidad desde abajo, eligiendo desde la base candidatos y candidaturas. Unidad construida sobre asambleas unitarias y comités populares, sobre la participación y la resistencia. Unidad para avanzar. Unidad para vencer.
Unidad multicolor, pluralista, debatiente, impaciente, contundente. Unidad liderada por jóvenes muchachas y muchachos dispuestos a comerse el mundo, a ganar el futuro. Unidad sin momias y sin momios, sin los viejos paquidermos que tanto han hecho para empantanarnos durante décadas.
Unidad con olor a calle, a centro de trabajo, a revuelta, a construcción y a esperanza. Unidad para que la comida, y la educación, y la sanidad, estén al alcance de todos. Unidad para revolucionar y revolucionarnos. Porque la revolución es la Unidad, y la Unidad es la revolución.
Unidad para abrir camino a un orden insurgente. Para ser dueños de nuestro destino. Unidad para expropiar a los expropiadores. Para ser y para existir como verdaderos seres humanos. Todo lo que favorezca la Unidad, nada que la atasque. Unidad sin excusas. Unidad sin demoras.
Unidad ahora, o sea.