“Cuando se hizo patente que en Cuba una nueva clase social tomaba definitivamente el mando, se vieron también las grandes limitaciones que tendría en el ejercicio del poder estatal a causa de las condiciones en que encontráramos el Estado, sin cuadros para desarrollar el cúmulo enorme de tareas que debían cumplirse en el aparato estatal, en la organización política y en todo el frente económico”. Che
La revolución bolivariana asciende al poder político gracias a la fuerza emocional que emanaba de la figura del comandante Chávez, quien con su por ahora había dejado sembradas en el corazón de la población excluida venezolana múltiples esperanzas de redención y liberación del yugo bipartidista, amén de la capacidad comunicativa y de incitación a la batalla que se desprendía de aquella delgada figura que salió de Yare.
Consciente estaba el comandante respecto a la necesidad de cambiar la estructura político económica del país, generadora de profundas diferencias en el seno de la sociedad, que colocaba en la cúspide del privilegio social a una minoritaria clase, poseedora de grandes riquezas acumuladas a la sombra del estado cual parásitos succionadores del erario público, en tanto que una inmensa mayoría transitaba los subsuelos de la miseria, la pobreza, el hambre; situación mantenida mediante un perverso acuerdo de gobernabilidad nacido en NEW YORK luego de la caída de la dictadura de Pérez Jiménez, denominado pacto de punto fijo, y cuyos actores eran Rómulo Betancourt, Rafael Caldera y Jóvito Villalba (AD-COPEI-URD), que consistía en repartirse la administración del Estado venezolano en contubernio y bajo la tutela del imperialismo yankee, teniendo como fin el fortalecimiento de los grandes monopolios transnacionales, que terminaron convirtiéndose en dueños de la Patria de Bolívar y generadores de grandes desequilibrios económicos, políticos y sociales, que minaron la identidad nacional, destruyeron los fundamentos éticos y morales presentes en la población y desarrollaron todo un mundo de perversidades y distorsiones culturales.
Lamentablemente para el naciente proceso, la conducción del gobierno tuvo que descansar, en la mayoría de sus instancias, en los viejos y pervertidos operadores políticos y gerentes consustanciados con la corrupción, con la bellaquería, con la bajeza, nacidos al calor del pacto de punto fijo, constituyendo un verdadero nido de alacranes que ha colocado de manera permanente a la revolución en el filo de una navaja dispuesta a cercenar, degollar el espíritu transformador y su sentido estratégico, del líder Hugo Chávez y de la revolución misma.
Maromas, movidas de mata, creación de instancias paralelas al aparato del Estado, avances y retrocesos, han signado el ejercicio del poder en medio de una desesperada búsqueda de eficiencia y respuesta contundente a los anhelos de felicidad material presentes en las grandes mayorías de venezolanos y venezolanas; todo en medio de golpes y contragolpes, saboteos, sucia, mentirosa y manipuladora guerra mediática, intentos de magnicidio, descalificaciones internacionales mediante falsos montajes para justificar una intervención militar extranjera, etc, desarrollados desde los laboratorios de quienes usufructuaron el ejercicio de anteriores gobiernos: la burguesía transnacional monopólica y sus testaferros locales, a través de su mecanismo de fuerza, presión y acción operativa como lo es el imperialismo estadounidense y su estrella sionista.
Difícil, muy difícil ha sido para la revolución bolivariana avanzar en la consecución de su más preciado objetivo: lograr la máxima felicidad posible para todos, que en palabras del comandante Chávez sólo será factible mediante la superación de la sociedad del odio y la destrucción, como lo es la sociedad capitalista y construyendo la sociedad del amor, la igualdad, la justicia, la equidad y el humanismo, como lo es la Sociedad Socialista.
Y he aquí un dilema a resolver urgentemente: ¿será posible construir la Sociedad Socialista con conductores (operadores políticos, económicos y sociales) anclados en la putrefacta mentalidad capitalista? Se supone que construir el socialismo es tarea de socialistas, puesto que nadie puede construir lo que no conoce y no sabe cómo hacerlo, por lo tanto ¿de dónde germinarán los socialistas impulsores del nuevo mundo?. He allí una tarea urgente a resolver, si no queremos que continúe disfrazándose el capitalismo de socialismo y sigamos en el ritornelo de acciones que dibujan una supuesta transición a la sociedad socialista, pero que en su sentido estricto conducirá al retorno capitalista.
Y cómo resolver esto, se preguntarán muchos. Pues incorporando a los revolucionarios y comprometidos socialistas, hasta ahora excluidos, en esta estratégica tarea, mediante la conformación de un Sistema Nacional de Formación Revolucionario y Socialista, sin sectarismos ni exclusivismos partidistas, y por el cual debe ser obligatorio que pase todo funcionario y funcionaria públicos.
¿Y dónde están esos revolucionarios y comprometidos socialistas?. Pues allí, en los Círculos Bolivarianos de Venezuela, en la Coordinadora Agraria Nacional Ezequiel Zamora, en el PCV, en el PRT, en Marea Socialista, en los Gayones, en Insurgencia Comunista, en Fogata, en el PSUV y tantas otras organizaciones y movimientos que día a día se la juegan por la construcción del socialismo.