Capriles y Luis Vicente León, quienes parecieran estarse disputando el liderazgo de la MUD, sin olvidar a Aveledo, han hablado como al alimón –aunque no exactamente así- acerca de la necesidad de “cambiar el modelo”. Por supuesto, ellos no cantan solos, hay una multitud a diferentes niveles y tonos que les hace el coro y repite la estrofa.
En particular los dos, han coincidido en decir algo que mucha gente piensa, tanto dentro del chavismo como de la oposición, que el anunciado y ansiosamente esperado “Sacudón”, no puede limitarse a cambiar unos ministros y menos volver a la viciosa e ineficiente práctica del enroque. Si bien uno no espera un tsunami, si por lo menos un paquete de medidas políticas económicas y sociales profundas y puntuales que aclaren el panorama. Porque por muy optimista que uno ha querido ser para defender al gobierno y esperar buenas nuevas, ya se cansa de oír siempre lo mismo. Ofertas como la del “Sacudón”, pero como un arroz con pollo sin pollo o que nunca comienza con los primeros espasmos, lo tiene a uno en vilo y hasta como descangallado. Lo único que sale a la calle son versiones que hablan de aumentos de precios y cambios en el gabinete. Y uno, quien forma parte del universo que espera por un mundo mejor, no ve en esas ofertas un impulso coherente con el Plan de la Patria, aunque algunas puedan justificarse. Pues no se habla sino de aquellas que nos ponen la carne de gallina.
Pero Capriles y su gente, en un coro que cada día se hace más amplio y sonoro, están hablando de “cambiar el modelo”. Por eso, uno se pregunta: ¿cuál modelo?
En Venezuela existe un modelo capitalista perverso, que quienes le hacen la guerra económica al gobierno, se están encargando de hacer más perverso aún. Tanto que parte del pueblo, de manera inconsciente y hasta por supervivencia, se vale de prácticas capitalistas asquerosas, como “bachaqueo”, especulación, sobreprecios, para dañar al otro componente del mismo universo. Los grupos económicos disminuyen la producción, contrabandean, especulan valiéndose de la escasez y han vuelto a buena parte de los venezolanos humildes cómplices de ello. Claro, todo dentro del marco de las reglas del modelo capitalista de producción y distribución de la renta. Sobre todo la mal habida que termina en el buen vivir de unos pocos y mala vida para el montón.
Pero Capriles, León y su coro, intentan hacer creer que esas distorsiones, perversidades por demás conocidas, porque se sienten en la piel y el bolsillo, se corresponden a un modelo que ha creado el gobierno. Hasta en sus habladurías simplonas, pero bastante penetrantes y llenas de mala fe, asocian el fenómeno que ellos han creado a un presunto “modelo comunista cubano”. Lo que es además un descalificado lugar común.
Por supuesto que en todo esto contribuye la conducta y hasta omisión del gobierno, que viene arrastrando una serie de problemas que pareciera no poder resolver por incompetencia; al parecer, en buena medida resultante de las relaciones internas entre quienes gobiernan. Para muestra basta un botón. Las habituales, persistentes, repetitivas declaraciones de Rafael Ramírez, relativas al nuevo esquema cambiario que no terminan por concretarse, ejemplifican lo que antes afirmamos. Lo que parece peor; ese pa´ tras y pa´ lante en materia de la asignación de dólares; por el cual hoy algo se coloca en el SICAD I y mañana mismo la autoridad, por intermedio de un tercero sin competencia, se retracta y lo regresa adonde antes estaba, que podría ser el SICAD II. Eso acaba de suceder con la asignación de dólares para el área automotor. Como antes en el caso de los pasajes aéreos al exterior. Se anuncia que habrá dólares para resolver algún problema y luego de pasar días aquél se agrava y el silencio se hace denso.
Entonces, lo de Capriles, León y su coro, de cambiar el modelo no es más que un señuelo para hacer creer que la indecisión del gobierno, la falta de empuje y creatividad para encontrar el rumbo adecuado, que trabaja sin que sea el propósito de aquel, en favor de las trácalas, triquiñuelas y trampas del sector opositor, sobre todo del área económica, pero combinada con la política, constituyen un modelo distinto al capitalista. Y si así fuese, entonces, por el histórico discurso chavista, este modelo que tenemos, falsamente sería socialista. Por eso Capriles habla de cambiar algo que no es lo que sugiere, sólo para descalificar la aspiración humana y hasta divina de avanzar hacia un estado de igualdad y fraternidad. Por supuesto, Capriles de eso nada sabe, aunque siente que él y los suyos ahora acumulan más dinero que antes, pero quieren mucho más, pero habla de “cambiar de modelo”, porque eso le soplaron.
Es cierto, hay que cambiar el modelo; y sustituir este modelo capitalista que la derecha, con eficiencia y habilidad, ha conseguido hacer más cruel, para hacer creer a los venezolanos que no vivimos en un capitalismo rapaz y que han hecho más perverso para destruir al gobierno y descalificar lo que sólo es una oferta a un plazo mayor, estampada en el “Plan de la Patria”.
Claro, las rolineras del gobierno parecieran mohosas y los compromisos de grupos como que le impiden despejar el horizonte y arrancar con la fuerza debida. Es decir, en verdad, hace falta un “Sacudón”, pero de verdad, verdad.